Intro Sila

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15/01/2011

Me acomodo en mi perfecta silla del despacho. A veces no soy consciente de lo que he logrado.

— ¿Qué piensas? —la pregunta me saca de mis cavilaciones. Miro a Gabriel.

— ¿Por qué sigues conmigo? —su ceño se frunce. Sé que ama a otra, que su cuerpo solo tiembla cuando ella está delante. Pero es mi perro más fiel y leal. Creo que no es consciente de que está tirando su vida por la borda conmigo.

— Porque te amo más que a nada.

— ¿Sabes que eso no es amor? —Su silencio no hace más que demostrarme que él también lo sabe— No quiero que sufras más —me levanto y acuno sus mejillas entre mis manos. 

Le quiero tanto que a veces me pregunto por qué no dejo mi venganza a un lado y huyo con él lejos de aquí. O porque no huy sola y le dejo con la mujer que le ha robado hasta los pensamientos.

— A tu lado no puedo sufrir —apenas es un susurro y cierra los ojos ante mi contacto.

— No dejarás de sufrir si sigues aquí.

Mis labios rozan los suyos. Sus carnosos labios, tan calientes como siempre. Noto el agarre de sus manos en mi cintura. Cómo su mano baja hasta rozar mi trasero. Su erección asoma prominente. Cómo siempre. Pero, me separo. Bianca está a punto de llegar. Con mis manos estiro la solapa de su chaqueta, luego, con mi dedo le quito el carmín rojo que mis labios le han dejado sobre los suyos. Perfecto. Tan perfecto que me abruma.

Los nudillos tímidos de Bianca tocan a la puerta.

— Adelante —me siento en mi sillón de nuevo y miro a la preciosa mujer que entra despacio.

Me mira a mí y luego a Gabriel. Intenta evitar esos contactos con él, pero, no puede evitarlo. Y yo se lo permito.

Me recuerda tanto a mí. Ha sufrido tanto en el pasado. Las marcas en su piel hablan por las dos. Toco con mis dedos la pequeña marca de mi muñeca, es que no dejo que se vea.

Por eso es mi protegida. La hija que nunca tuve y que jamás tendré.

— Bianca. Tengo un regalo de cumpleaños para ti —le digo con una sonrisa en los labios.

— ¿En serio? Señora, ya me ha dado muchos regalos en este tiempo —si cree que es un regalo dejarla ejercer la prostitución aquí a cambio de casa, comida y estudios, es que se conforma con poco. A veces creo que sigue aquí por él.

— Créeme. Este regalo es especial —miro a Gabriel que sigue tras de mí—. ¿Gabriel?

— Sí, mi señora —me susurra y me estremezco. Siempre me produce esta sensación. No me acostumbro.

— Vamos a bajar al sótano. Lo quiero todo listo —le digo.

— Bien —escribe por el celular a seguridad, ya están avisados del espectáculo de hoy.

— Bianca, vamos a bajar juntas —Me levanto y me dirijo a la puerta de salida.

Salimos del despacho juntas, con Gabriel cubriéndonos las espaldas. No necesitamos seguridad, al menos aquí, pero él siempre viene conmigo. Y se ha convertido en una necesidad para mí. 

Entramos en el ascensor privado que solo yo, Gabriel, los dos jefes de seguridad y Kaleb podemos usar. Mi círculo de confianza. Pronto Bianca pasará a ser parte de ese círculo. Solo falta pulirla y entrenarla para sobrevivir. Cuando el ascensor indica que hemos llegado, las puertas se abren. Hemos llegado a las mazmorras. Este edificio fue una cárcel de máxima seguridad. Uno que nadie sabía que existía. No quiero arreglar estos pasillos para que me recuerden que en uno como este empezó todo. El sufrimiento, los llantos, la fortaleza y Sila. Lo recorremos en total silencio.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora