Cap. 1

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HACE CINCO AÑOS...

15/06/2005

Salgo del instituto como cada día, cargada con cientos de deberes y trabajos para hacer en casa. Me gustaría llegar y tumbarme sin hacer nada, un poco de música y relajarme. Vladimir me sujeta los libros mientras caminamos. Es mi caballero de brillante armadura. No puedo tener un novio que me quiera más y que me lo demuestre tanto. Mis amigas están celosas por ello, pero no me importa.

Cuando Vladimir me pidió salir por primera vez, creí perder la cabeza. Ese chico tan guapo y tan simpático no podía elegirme a mí. Pero ya llevamos un año y ha sido el mejor de mi vida. Tengo claro que es el hombre de mi vida. Algún día nos casaremos y tendremos muchos hijos.

— ¿Por qué me miras tan raro? —me dice con su sonrisa ladeada.

— Porque eres el chico más guapo del mundo.

Le hago reír, me agarro de su brazo y caminamos en silencio hasta el portal de mi casa, en pleno centro de Kolomna. Es un pueblo tranquilo que no llega a los doscientos mil habitantes a unas dos horas en tren de Moscú. Pero no tiene nada que ver con la gran ciudad. Sus gentes son amables, agradables y caminar por sus calles, sobre todo el centro es un deleite.

En verano se llena de turistas, lo que me recuerda que solo quedan dos semanas de curso y la llegada de turistas veraniegos están a punto de llegar.

Es una época que me encanta y el bar de mi padre recibe más ingresos de lo habitual, lo que hace que en mi familia haya mejor humor. Lo que no me gusta es que Vladimir, como tiene familia en Polonia, debe viajar en verano y estará fuera mucho tiempo. Por eso hemos decidido pasar la última noche antes de que se vaya en su casa y... me entregaré a él en cuerpo y alma. Le daré mi virginidad y pondré mi futuro en sus manos. Pero es lo que menos me preocupa. Sé que él jamás me hará daño, pero se irá mucho tiempo y temo que le extrañe demasiado y eso me ponga triste.

— Eso es porque me miras con buenos ojos —me guiña un ojo y me hace sonreír, justo cuando llegamos a la puerta de mi casa.

— Gracias por acompañarme un día más. Te quiero.

— Te quiero mi pequeño colibrí —me da un suave beso en los labios, me devuelve mis libros y le veo alejarse dibujando en mi cara, una de esas sonrisas tontas que tardará toda la tarde en irse.

Entro en casa y el olor a comida inunda mis fosas nasales. Mi estómago gruñe, porque hoy no he almorzado y tengo mucha hambre. Mi padre ya está poniendo la mesa y mi madre termina de hacer la comida.

— Hola ma —saludo con un beso a mi madre— ¿Y Bianca? —no veo a mi hermana por ningún lado.

— Tu hermana llegó hace diez minutos, está en su cuarto —responde mi padre cuando me acerco a darle un beso.

Voy a mi cuarto y golpeo la puerta con los nudillos.

— ¡Pasa! —me asomo al cuarto de mi hermana y ahí está mi preciosa hermana melliza.

Sí, somo mellizas, pero no nos parecemos en nada. Ella es bajita y rubia, yo algo más alta con el pelo negro azabache. Lo único igual en nuestra fisionomía son los ojos. Color marrón avellana. O eso dice mi abuela para no decir que son marrones comunes.

Mi hermana se gira y me sonríe.

— ¡Ya has llegado! Me muero de hambre —ambas salimos del cuarto y vamos a lavarnos las manos.

Después llegamos a la cocina y comemos diciéndole a nuestra madre lo que hemos hecho en la escuela.

Por la tarde bajo al restaurante de papá, tiene servicio de cenas y solemos echarle una mano a servir las mesas.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now