Cap 17

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09/11/2010

— ¡¡¡EKATERINA!!! —Grito de la emoción al verla cruzar la puerta.

Llevo tres días encerrada aquí sin salir ni ver prácticamente a nadie. Gabriel por lo visto, ha tenido mucho trabajo con el tema de la seguridad. Kaleb ha sido el que más me ha visitado, pero no tiene grandes conversaciones. Se queda en un rincón leyendo mientras me observa mirar el techo ensimismada.

He podido pensar mucho, tanto, que creía que iba a volverme loca. La visita de Eka me anima, porque además, me gustaría que me ayudase a comunicarme con Michael. No puedo imaginarme lo que debe pensar de mí. Pero es que al no tener teléfono ni internet, poco puedo hacer nada más.

— ¡Hola mi princesa! —me dice dándome un abrazo.

— Uff, no sabes cuánto te he echado de menos —le digo.

— Yo a ti también —se aparta y me fijo que a través del maquillaje se intuye un moratón en el ojo.

— ¿Qué ha pasado?

— Nada importante cielo.

— ¿Nada importante? Ni el maquillaje puede disimularlo.

— No te preocupes, no es nada con lo que yo no pueda lidiar.

— ¿Ha sido un cliente? ¿Sila lo sabe?

— ¡Quieres calmarte! —me pone las manos sobre los hombros intentando que deje de preocuparme. Pero no lo logra.

— Debes decirme que ha pasado —le insisto.

— No es necesario, pero, si te quedas más tranquila, me escurrí saliendo de la ducha y me golpeé con el mueble. Es un moratón sin importancia —me sonríe, pero no me creo ni una sola palabra de lo que me cuenta—. Vamos a lo que importa —me hace un gesto con la mano cómo restándole importancia—. A esta hora —se mira el reloj—, Kaleb debe estar haciendo la ronda en la planta baja y Gabriel creo que ha salido a hacer un recado. Así que he aprovechado el impás con Ulrick a cambio de venir a verte.

— ¿Desde cuando tú y Ulrick... —hasta donde yo sé, Ekaterina tiene una regla, y es no acostarse con los trabajadores del club.

— A Ulrick se le escapó que estabas aquí mientras jugaba una partida en el cuarto de seguridad, justo cuando yo pasaba por allí. Le invité a dos copas, o algunas más —me guiña un ojo— y le sonsaqué todo. A cambio de no decir nada de su borrachera en horas de servicio y su ida de lengua, ha aceptado el traerme aquí. Me ha dicho que tenemos media hora.

— ¡Genial! —me lanzo a abrazarla y caemos juntas a la cama entre risas.

— Toma —saca algo del bolsillo—, casi se me olvida.

Me tiende su teléfono móvil, la miro arqueando una ceja.

— Mira en la M de la agenda —me señala el terminal—, un señor me ha dado su número para que puedas hablar con él.

¡¡Michael!!

Sonrío y busco su número en la agenda.

— ¿Sí? —su voz es ronca, parece recién levantado, miro el reloj. Puede que se haya echado una siesta.

— Hola —le digo nerviosa.

— ¿Lina?

— Hola —le repito entusiasmada.

— ¡¡Oh, Dios mío!! ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

— Tranquilo, estoy bien. Estoy... con mi hermana. Ha habido problemas familiares. Solo quería decirte que estoy bien y que en cuanto pueda, iré a verte.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now