Cap. 34

4 1 0
                                    

15/01/2011

Siento un dolor inmenso en mi cabeza. Abro los ojos, pero, los cierro de nuevo por el dolor. Quiero moverme, pero mi cuerpo parece no querer hacerme caso.

— Hola preciosa —giro ligeramente mi cabeza y veo a Sila a mi lado.

Estoy en una cama, miro un poco a mi alrededor y esta habitación es casi tan grande como el piso donde vivo. Al fondo, mirando a la ventana y hablando por el celular, está Gabriel. Regreso mis ojos a los de Sila.

— El médico dice que estás en perfectas condiciones pero que estarás unos días algo dolorida. Estás bien.

Siento su fría mano acariciando la mía y su sonrisa casi maternal dirigida a mí.

— ¿Qué ha pasado? —le pregunto forzando la voz, pues apenas me sale un susurro.

— Hola pequeña — Gabriel se coloca detrás de Sila y me sonríe.

Le devuelvo la sonrisa.

— Conseguimos rescatarte —Sila me aprieta la mano.

— ¿Y M... —siento un enorme nudo en la garganta que me impide seguir hablando sin llorar.

— Recogimos el cuerpo y hemos hablado con su familia —miro a Gabriel que habla en tono afligido—. Erik lo arregló todo para que pareciese un robo.

— ¡No! —sollozo— El no se merecía esto.

— Cielo, a veces no podemos controlar lo que pasa —Sila parece realmente afectada—. Y nunca sabremos las consecuencias de nuestros actos hasta después de haberlos hecho. Tu solo querías buscar un poco de normalidad. Esa normalidad que te arrebataron.

Miro a Sila de forma diferente porque ahora, parece más hablar por ella que por mi situación. Un teléfono suena y Sila se levanta para irse. Se despide de mí con la mano.

— ¿Como me habéis encontrado? —le digo a Gabriel después de beber algo de agua de un vaso que hay en la mesilla.

— Eso deberás hablarlo con Sila, fue ella la que te encontró —miro a los ojos de Gabriel que parece avergonzado.

— ¿Qué te pasa? — le rozó la cara con la yema de mis dedos.

— No fui capaz de salvarte. Tuvo que hacerlo ella. Yo...

— Shhh —recojo una de sus lágrimas y sus ojos se clavan en los míos— Me has salvado en tantos aspectos Gabriel.

— Debí ser yo, ¿Lo entiendes? —veo su frustración.

— Esto es solo culpa mía —digo apenada, no es justo que se eche la culpa.

— No mi vida, no eres culpable de nada. Yo debí evitarlo todo. Debí obligarte a no verle. Pero era tan bonito verte sonreír con él que simplemente me mantuve en la distancia. Y mira dónde hemos acabado.

— ¡No! Por favor Gabriel no hagas eso. No es tu culpa.

Gabriel se sienta en la cama a mi lado y acuna mi cara entre sus manos.

— Casi te pierdo —dice y junta sus labios a los míos.

Quiero perderme en este beso. Con mi mano logro sujetar su brazo para que se junte más a mi. Le hago fuerza para que se tumbe a mi lado y lo hace, mientras sigue besando mi boca. Lo hace tan suave y tan lento que todo mi cuerpo siente una paz indescriptible.

Si en algún momento he dudado de lo que sentía por Michael, no puedo dudar de lo que siento por Gabriel. Le quiero siempre a mi lado. Aunque tenga que ser una amante relegada.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now