Cap. 32

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14/01/2011 Parte I

— ¿Qué buscas tanto? —Michael asoma su cabeza por mi lateral para ver la pantalla del portátil— ¿Rusia?

— Em... —bebo un sorbo de mi café— Sí.

— ¿Qué pone ahí? Tenéis unas letras muy raras.

— Es Krasnoyarsk, una ciudad de Rusia.

— Ajam —le miro por el rabillo del ojo— ¿Eres de allí?

— No, soy de Moscú, pero ahora mi hermana está ahí.

— ¿La que vino a buscarte la última vez?

¡Mierda!

— No, es mi... otra hermana.

— ¿Cuántas hermanas sois?

¡Joder!

— Em, solo tres.

— Ya y... —su mano comienza a subir por mi muslo hasta llegar a rozar mi pubis desnudo bajo la enorme camiseta— ¿Sois todas tan guapas?

Cierro el portátil de golpe y le miro lascivamente, porque está tocando todas las teclas para ponerme con ganas de follar. Algo a lo que me estoy haciendo adicta.

— No, soy la más guapa. Tienes suerte.

Me siento a horcajadas sobre él en la silla en la que está sentado y restriego mi pubis empapado contra su miembro ya erecto bajo el bóxer.

— Sí que tengo suerte, sí —susurra sensualmente.

Con mi mano saco su pene del bóxer y lo masajeo. Veo que sobre la mesa hay varios preservativos que ayer por la noche no llegamos a usar después de una maratón de sexo en la cocina. Le pongo uno y le meto en mi interior.

Cierro mis ojos y veo los ojos verdes de Gabriel, como siempre me pasa. Me imagino que bajo mi cuerpo está él. Pero algo falla cuando las manos de finos dedos de Michael recorren mi espalda.

— ¡Dios Lina! Eres una puta diosa. Te amo, ¡Joder! ¡Joder! Voy a correrme.

No le respondo, nunca lo hago. Es otra de sus manías mientras follamos. Habla mucho. Dice guarradas y siempre acaba diciendo que me ama. Y yo nunca le respondo. No le amo, no sé qué se siente realmente al amar a alguien, pero seguro que no es esto.

Le tengo cariño, me cae bien, me río con él. Pero, no tengo esa conexión que tengo con Gabriel durante el sexo que me hace explotar de esa manera. Y sobre todo, no me conoce. Quizá si lo hiciese me daría la espalda.

Sería lo normal. Imagino.

— Nunca he conocido una mujer cómo tú —me susurra cuando hemos terminado evitando que me levante de su regazo.

— Lo sé —le doy con mi dedo en su nariz, luego un suave beso en los labios y me levanto—. Tengo que irme. Hoy tengo cosas que hacer.

— ¿No vamos a repasar? Mañana es tu primer examen.

— Si quieres repasamos esta noche —le susurro y me voy a la ducha.

Después de la ducha, me cambio y salgo dispuesta a irme. No veo a Michael por ningún lado, no está en el cuarto, no está en el salón y en la cocina nada, pues está unida al salón. De repente reparo en que la puerta de la calle está abierta. Recojo mi portátil, el celular y me cuelgo el bolso para irme. Salgo por la puerta y cierro tras de mí. Imagino que habrá bajado a pedirme un taxi.

Llegué a un acuerdo con Gabriel de que podría ir en taxi si me los pedía Michael. Accedió a regaña dientes, pero lo hizo.

Llamo al ascensor y doy dos pasos atrás. De repente siento cómo mi zapato se escurre en el suelo de mármol. Miro al suelo y una mancha roja está en el suelo.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora