Cap 11

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19/09/2010

Miro mi reloj, ya son las dos de la mañana, nunca en mi vida he salido hasta tan tarde. Pero me lo estoy pasando realmente bien. Michael es majísimo. Hemos ido a cenar con Caroline, André y Paoline. Todos han empezado el curso preparatorio para las pruebas de acceso a la universidad con él como tutor. Solo Caroline es más mayor que yo. André y Paoline son Búlgaros y residen en Estados Unidos desde hace solo dos años, pero hablan inglés genial. Me he reído mucho con sus gracias, son divertidos y me han hecho reír como hacia años no lo hacía.

Michael ha sido muy atento conmigo, está en todo momento pendiente de que no me falte de nada, me ha invitado a la cena y me trata como si fuese a romperme. Me gusta que sea tan atento. Pensé que me agobiaría de estar con ellos, pero me he sorprendido gratamente.

Después de cenar en un restaurante italiano, hemos venido a una discoteca. Es más pequeña que el club de Sila. La gente baila por todos lados y bebe.

Yo me pedí dos refrescos. Nunca he bebido alcohol. No sé cómo me afectará.

— ¿Nunca has bebido alcohol? —me dijo André sorprendido ante mi negativa a beber— ¿Ni siquiera Vodka?

Lo negué entre risas, por supuesto.

Al final Michael me ha convencido para pedirme, aunque sea un cóctel suave. No sabía cuál pedirme así que le he dejado elegirlo a él. No sé cuál me ha pedido, porque habla en inglés muy rápido y no le entiendo bien. Pero sabe a coco y me ha gustado tanto que ya llevo tres.

Noto mi cabeza ligera y que me rio por todo, a pesar de que la mitad de las veces no entiendo lo que dicen.

— ¿Bailamos? —me dice Michael, ya es la tercera vez que me lo dice esta noche y no sé si es el alcohol o su insistencia, pero me apetece hacerlo.

Le tomo la mano y me dejo guiar a la pista. Sus manos son grandes, cálidas y muy suaves. Sus dedos entrelazados con los míos me hacen gracia. Cuando nos metemos entre la gente, me da una vuelta bailando que me hace reír y me pega a su cuerpo. Mi espalda apoyada en su pecho y sus manos rodeando mi cintura. Me guía para mover las caderas al son de la música.

Siento como el movimiento me hace soñar. ¿Cuantas veces no bailé así con Vladimir? Recuerdo sus temblorosas manos la primera vez que bailó conmigo en el pub del barrio.

Las manos de Michael en cambio, son firmes. Se nota la experiencia en sus gestos y movimientos.

— Eres muy guapa Bianca —la voz de Michael y su aliento en mi oído me hacen cosquillas.

Sus labios comienzan a rozar el lateral de mi cuello, muy despacio hasta llegar a dejar un beso plasmado. Un beso que me cosquillea la zona. Me gusta ese contacto.

No le respondo, pero sigo bailando con él. Simplemente me dejo guiar por el momento. Me recuerda a esas películas románticas que le gustan tanto a Marlenne y que me ha hecho tragar en las últimas semanas. Sonrío y disfruto del contacto y del momento. Los labios de Michael no dejan de rozar mi cuello, su aliento eriza todos los vellos de mi piel.

Sus expertas manos me giran lentamente hasta ponerme frente a él. Cara a cara. Está realmente guapo y huele tan bien, que coloco mi cara en el hueco de su cuello.

— Me gustas mucho más de lo que pensaba Bianca.

Su voz es melódica, pero de repente su tono se vuelve tan ronco como el que tenía Klaüs cuando me tomaba a la fuerza. Y esa frase, esa maldita frase, me hace apartarme de golpe y empujar a Michael. Veo su cara, un Klaüs enfurecido por haberme ido. Es como si mis pesadillas cobrasen vida de repente. Klaüs está frente a mí.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now