Cap. 37

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25/01/2011

Hoy es mi cumpleaños. Y por primera vez estaba deseando que llegase. Despierto cuando siento cosquillas en mi espalda. Los dedos de Gabriel recorren mi desnuda piel haciendo que sufra continuas descargas eléctricas. Anoche se presentó en el piso. Me llevó a cenar a un restaurante, luego me compró una tarta y nos vinimos a casa. Estuvimos toda la noche haciendo el amor. Porque no tiene otro nombre. Ha sido dulce, pausado y tierno conmigo. Mi mejor regalo de la noche.

Me visto y preparo un desayuno ligero.

— ¿Podemos quedarnos aquí todo el día? —le digo a Gabriel.

— No —me da un beso en el cuello mientras termina de abrocharse la camisa—. Sila tiene un regalo para ti.

— ¿Un regalo?

— Sí, creo que te puede gustar.

— ¿Qué es?

— ¿Qué clase de novio sería si te dijese cuál es tu regalo?

— ¿Eres mi novio? —me aproximo a él y rodeo su cuello con mis brazos.

— Soy lo que tú quieras que sea.

Nos besamos durante algunos minutos más. Terminamos de vestirnos y Gabriel me lleva hasta el club. Estoy nerviosa. ¿Sila tiene un regalo? Desde hace unos días, me mira extraño y no estoy segura de ser de su agrado. Quizá porque sabe que hay algo entre Gabriel y yo. O igual estoy equivocada, no sabe nada de nosotros y me aprecia de verdad.

Llegamos al club y las chicas vienen directas hacia mí. Me besan y me felicitan, así como algunos de los camareros, el gerente y algunos de seguridad.

Me hacen reír mientras Gabriel se dirige al despacho. Después de varios minutos hablando con todos me dirijo al despacho yo también.

Sila está sentada en su silla de cuero con Gabriel tras ella.

— Bianca —me sonríe—. Tengo un regalo de cumpleaños para ti —ella me habla mientras se levanta y se apoya en su mesa del despacho con un traje de diseño, su porte y ese perfume a rosas que siempre tiene. Tan poderosa, tan oscura. La dueña de todo esto.

— ¿En serio? Ya me has dado muchos regalos en este tiempo —. La verdad es que no necesito nada. Pero me intriga.

— Créeme. Este regalo es especial. ¿Gabriel? — Mira hacia atrás.

Gabriel le asiente. Están como conectados y la entiende solo con la mirada. Solo parece desconectar de ella en las noches que se refugia entre mis brazos, olvidando por un momento quien es y a quien le pertenece. Porque, aunque Gabriel lo niega sé que jamás me pertenecerá a mí. Es exclusivamente de ella. Y es algo que debo digerir y con lo que debo convivir.

— Sí, mi señora —Gabriel se inclina hacia ella.

— Vamos a bajar al sótano. Lo quiero todo listo.

— Bien —y él comienza a teclear en el teléfono.

— Bianca, vamos a bajar juntas —. Se levanta con su largo pelo rubio suelto. Tan liso, tan brillante. Parece un ángel. Mi ángel salvador. Le debo la vida. Pero a la vez, la veo como la mujer que puede acabar conmigo cuando le plazca. Y amo a su hombre. Lo que me hace poder estar en el punto de mira siempre.

Salimos del despacho por una puerta oculta y la sigo. Entramos en un ascensor, nunca había usado este ascensor. Es algo tenebroso y parece anticuado. Sólo se accede a él a través de las dependencias privadas de la dueña o con una llave especial que obviamente yo no tengo. Cuando el ascensor pita indicando que hemos llegado, las puertas se abren. Entramos en un pasillo oscuro, muy mal iluminado. No hemos bajado a un sótano cualquiera. Hemos bajado a la planta menos tres. La última. Huele a humedad y la limpieza en este lugar parece brillar por su ausencia. Esperamos en una especie de recibidor.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora