Capítulo 2

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La flor marchita

Hyukjae miraba a su hermana caminar de un lado a otro, con tanta energía que le mareaba. Sora lo había dejado en una casa en el pueblo y cuando regreso a visitarlo el ya estaba en la casa a las afueras. Con todas las cajas de la mudanza esparcidas en la sala.

-¿En serio?-Pregunta la mujer mientras mira alrededor. Sabía que a su hermano le costaría trabajo adaptarse al lugar, pero no creyó que tanto. Duró bastante para superar el estrés postraumatico de la guerra, pensó que rodearse de personas le haría bien, no que lo iba a alterar hasta el punto de huir a la soledad del campo. A media hora de los demás.

-Me llaman "The beast"-Dice con simpleza mientras lleva el pastel de zanahoria a sus labios. Como si con esa frase resumiría todo-, es un favor para ellos y para mí.

-Son unos idiotas-Sora camina a la cocina, abre el refrigerador y resopla al encontrarlo casi vacío.-Lo que debes de hacer es una vida normal, no encerrarte en estas...-Sus palabras se detienen, mueve la nariz en el aire y se acerca hasta él perchero a un lado de la puerta. Olfatea el saco y rebusca entre sus solapas hasta sacar los guantes, los huele y después lo mira con esa sonrisa que solo significa problemas.

-¿Qué?-Pregunta mientras frunce el ceño. Jamás le ha gustado el entusiasmo de su hermana por él, lo encuentra innecesariamente molesto. A pesar de que a veces le deja cálido el corazón, pero no se lo diría.

-Tus guantes tienen el aroma de un omega-Ladea la cabeza con demasiado interés.

-Fui a comprar al pueblo, había mucha gente-Aparta la mirada pero su hermana no deja ir la conversación. En realidad se ve aun más interesada.

-Sí alguien estuvo tan cerca de ti, quizá debas de dejar de ahuyentar a todos-Dio un par de olfatear más antes de dejar los guantes de nuevo en su lugar.

-Se ahuyentan solos al ver mi rostro-Rueda los ojos, y sigue comiendo con calma. Sora camina y rebusca entre las cajas, hasta dar con él correo. Deja caer una y otra y otra carta, haciendo más desorden del que hay, hasta que aparece una que llama su atención.

La abre y lee sin siquiera pedir permiso, sus ojos se mueven por el papel casi como un rayo, cuando termina hay una enorme sorpresa en su rostro.

-¿Estas comprometido?-Pregunta con el aire abandonando sus pulmones.

-Ahhh, eso-Dejó su taza y el pastel en la mesilla a su lado. Se puso de pie sin mucho ánimo y camino hasta su hermana. Le sonrió, tomó la carta y se dio la vuelta sin decir una palabra.

-¿Eso?-Pregunta incrédula ante la indiferencia de su hermano. "¿Eso?" Nadie decía algo tan simple ante semejante acontecimiento.

-No creo que el chico quiera casarse conmigo, es demasiado joven y...-Un suspiro sale de sus labios. Se dirige a las escaleras pero su hermana le pisa los talones.

-¿Por qué no? Puede que al principio esté...pero luego te conocerá....-Se mueve a su alrededor como un molesto mosquito en busca de donde picar, sus manos se agitan mientras habla tan rápido que se atraganta con su propia lengua.

-Es estéril, no puede tener cachorros. Sentirá que solo merecería a alguien como yo y no un alfa normal-Hay una sonrisa amarga, le da la espalda y sigue su camino, nuevamente no es abandonado.

-Tú eres un alfa normal, unas cuantas cicatrices y...

-No deseo casarme-Se pone de pie y se dirige escaleras arriba. Sus pasos son pesados pero firmes. Ni siquiera la voltea a ver, desapareciendo en el segundo piso.

-Mentiroso-Susurra entre dientes, más bien vocaliza pero no deja que su hermano las oiga.

A Hyukjae siempre le hizo ilusión casarse pero no quería tener hijos, eso hizo que le llamara la atención la propuesta de los Lee. Pero el chico se merecía a un alfa que no estuviera marcado, fuera un asesino de guerra y tuviera pesadillas que lo llevaban a transformarse en lobo. Las primeras veces despertó a tres horas de su casa.

El alfa se quito el saco y arremango las mangas de la camisa, tomó asiento en su escritorio, tomó una pluma y se preparo para escribir el rechazo de la propuesta de compromiso. Hasta que la voz de la razón, o mejor dicho de Sora le hablo a través de la puerta.

-Es joven, estéril y no puede transformarse en lobo ¿Crees que se sentirá mal porque un soldado de guerra lo corteja? O ¿lo rechaze?-Su hermana suena difícil de persuadir.

-Es mucho más joven que yo...

-¿Y?-Pregunta, marcando demasiado la respuesta. Puede ir la desesperación en su voz y las ansias por hacerlo entrar en razón. -Para el amor no hay edad, llévalo a ver toda tu propiedad, dale joyas, dulces, flores, libros, cenas, lo que sea o todo. Hazle saber que contigo será feliz-Su hermana da pequeños saltos desde afuera. Puede oir sus pies golpear la madera.

-Sora...-Suspira, no esta seguro de nada. Ve las hojas esparcidas por el escritorio y la duda comienza a apoderarse de él. ¿Qué debería de hacer? Tenía casi treinta y seis años, la oportunidad del matrimonio cada vez se volvía más lejana y oscura, podría al menos conocer al chico y preguntarle si quería que lo cortejara, que dependa de él ¿Lo peor que podía pasar? Que dijera que no.

-¿Llamo a los Lee?-La voz de su hermana era tan entusiasta y llena de felicidad, incluso parecia que era ella la que iba a casarse.

-No, iré personalmente. Si siguen interesados, claro.

Un grito es lo que obtiene como respuesta por parte de su hermana. Parecía una niña pequeña a la que le acababan de prometer todos los dulces de Halloween.

-Te buscaré ese traje, el azul marino, el negro o mejor el...-Escucha sus pasos alejarse con rapidez antes de que tropezara. Se levanta sin inmutarse y vuelve a hablar como si la vida se le fuera en ello. Hyukjae no puede evitar que una pequeña sonrisa apareciera en la comisura de sus labios.

Recuerda los ojos castaños y brillantes, el cabello casi blanco y ese rostro lleno de inocencia. Ese chico se merecía el mundo entero, no a él. Pero su hermana tenía razón, no era sólo su decisión a pesar de que sabía cuál sería esta.

Flores de Invierno [Eunhae]Where stories live. Discover now