Capítulo 30

364 79 13
                                    

Temores de medianoche

Hyukjae salió de la ducha, viendo el bulto bajo las sabanas que era su ya prometido. Para una alfa sería una vergüenza el asustarse con un pequeño e inofensivo omega pero el lo estaba mas que nada temía de que lo rechazara. Su rostro no era el único que tenia cicatrices y marcas, mientras Donghae era tan perfecto, Hyukjae se sentía como un muñeco roto y deshilachado.

—Iré al estudio, ya vuelvo.—Escucha una exclamación por parte del omega pero no se detiene a averiguar que es. Sale de la habitación, baja los escalones y entra a su despacho, un lugar seguro en donde podrá estar a solas consigo mismo.

Se dejó caer en el largo sofá mientras se preguntaba si dormir ahí sería una muy mala idea. Si se convertía en lobo podía dormir acurrucado sin pasar frío. Dejó salir un fuerte suspiro, sintiéndose avergonzado de si mismo y su comportamiento infantil. En realidad, no había pensado que Donghae quisiera vivir ya con él y eso no le molestaba en absoluto, le ilusionaba en re realidad pero no creyó que iba a tener que enfrentar la intimidad tan pronto. Aquel encuentro que habían tenido cuando Donghae se transformó por primera vez, había estado envuelto en feromonas y celos, no era lo mismo que hacerlo en un día común.

Se puso de pie y fue al cuarto de baño, donde había un espejo, de los pocos que había dejado en la casa. En la que uso en el pueblo no dejo ni una sola superficie reflejante, aquí tuvo la fuerza de dejar unos cuantos espejos, a los que ignoraba de sobremanera. Se acercó hasta el vidrio donde su imagen le saludo, su piel se veía pálida, haciendo que la cicatriz de su rostro resaltara aún más.

Desabotono la camiseta del pijama para ver las manchas rojas de su piel que jamás se fueron después de la quemadura en aquella guerra infernal. Su piel logró regenerarse pero quedó marcada con ese color llameante. Ve la otra cicatriz, donde las puntadas se notan y se ve gruesa e irregular, ve las líneas rosadas a su alrededor y se pregunta si Donghae las recordara de aquella noche, probablemente no. Y quisiera que aún fuera así.

—¿No quieres que este aquí?—La voz de Donghae lo asusto, dio un pequeño salto mientras se gira para ver al joven de pie a un par de centímetros de él.

—¿Qué?—Está sorprendido, no lo espera y no procesa demasiado bien la pregunta.—Sí, yo...por supuesto que quiero—Nota los ojos brillantes al borde de las lágrimas y se siente aún peor porque su miedo lastima a su omega.

—Sino quieres que este aquí, puedes decírmelo—Su voz es baja y suave, se esfuerza por no ser un reclamo ni molestia.

Hyukjae por primera vez puede vislumbrar a su prometido más allá de esa capa decidida y audaz, rasgos encantadores, pero por muy egoísta que parezca algo dentro de él se alegra de saber que Donghae también puede estar asustado, y no es el único. Así es más fácil.

—Pequeño lobo—Camina hasta el y coloca sus manos en las mejillas rosadas, la piel es suave y calida. El aroma a mar y viento es casi saboreable. Por un momento se preguntó como no se dio cuenta de que se acerca sólo para notar que era porque ese aroma ya estaba impregnado en su casa, solo se isntensificaba cuando Donghae estaba más cerca—, estar a tu lado es lo que más felicidad me puede dar en mi vida.

Se inclina hasta darle un beso en la frente.

—Entonces...

Un par de dedos ajenos se deslizan por la piel desnuda de su torso, pasan por la parte de la quemadura que es demasiado sensible.

—Estoy roto—Confiesa mientras cierra los ojos, siente las lágrimas caer por sus mejillas, con el miedo a perder de nuevo a la persona que ama. Una vez lo han dejado, Donghae aún está a tiempo de no casarse con un monstruo, una bestia. Ese momento de inseguridad a media noche le duele de una manera que ñas heridas en su cuerpo jamás lo hicieron.

—También yo—La respuesta del omega viene con un abrazo, las manos se van por debajo de la tela. Se acercan hasta que sus cuerpos se rozan y sus aromas se funden como un día de campo en la playa. Lejos del invierno con el sol sobre sus cuerpos.

—Tú eres perfecto—Hyukjae abraza a Donghae, siente como este esconde el rostro en su cuello, donde la marca de reclamo sigue y seguirá intacta.

—Estoy vacío—Sus palabras son un susurro en medio de la noche que se pierde contra el cuerpo ajeno.

—No quiero que jamás vuelvas a hablar de ti de esa manera.—Hyukjae sostiene a su pareja, le acaricia la espalda mientras las estrellas brillan en la oscuridad.

—Tampoco yo—Donghae se separa, lo suficiente para alzar la vista y sonreirle con tanta honestidad e inocencia que casi le duele el corazón, con ganas de embotellar ese momento y guardarlo para siempre en sus memorias más profundas.—Eres hermoso y perfecto—Donghae se para de puntillas y le da un beso en los labios—, y te amo.

La declaración lo volvió a tomar por sorpresa, se quedó quieto y sintió casi que no podía respirar. Había una calidez demasiado extraña y fuerte le recorría el cuerpo por completo. Era dicha pura.

—También te amo—Las palabras salen con tanta sinceridad que hacen que Donghae sonría aún más, ladeado su cuello y cerrando los ojos, en sumisión y confianza. Hyukjae siente como sus colmillos descienden mientras se inclina sobre la pálida piel.

Quizá no lleven mucho conociéndose, pero hay una parte animal dentro de ellos, cuya intuición jamás se equivoca y esa noche, esas palabras y esas decisiones eran las correctas. Porque cuando hundió los colmillos en la piel de su omega, cuando lo mordió y marco como suyo, se sintió tan bien y perfecto que no había forma de que fuese un error.

Nunca sería un error.

Lee Donghae siempre era y sería, la persona perfecta.

Porque el haría que las flores marchitas florecieran, y que las estériles dieran frutos, haría que hasta las flores crecieran en invierno y aun así sería lo correcto.

Flores de Invierno [Eunhae]Where stories live. Discover now