Capítulo 34

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La brisa de la plenitud

Una rutina puede llegar a ser algo aburrido y soso, hasta que se vuelve parte de tu vida y cada esencia de ella te hace feliz. Como despertar sintiendo un peso a tu lado y el calor de alguien más, que esa persona sea el amor de tu vida. Vivir juntos fue algo confuso al principio, acostumbrarse al otro especialmente Hyukjae que llevaba años viviendo solo, pero descubrieron con rapidez que al alfa le encantaba la compañía de Donghae.

Este no podía dejar de sonreir por la sensación de felicidad tan plena y abrumadora. Estaba descalzo, un pantalón de tela y una camiseta enorme era lo que lo cubría de la desnudez. Se encontraba de pie en la barra comiendo un tazón de fresas, las había encontrado en el refrigerador. Le había dado hambre después de limpiar la casa, o mejor dicho recoger después de que Hyukjae limpio exhaustivamente, tenía una rutina muy marcada para ello y el no iba a intervenir.

Toma el tazón mientras va al enorme sofá, se deja caer pero en cuanto su trasero toca los suaves cojines gime de dolor. Se gira cayendo al suelo y tratando de que la fruta no se riegue por la madera. "¡Auch!" Le duele, había olvidado eso, sentía algo más, el cansancio pero el dolor se había disipado un poco. No estaban recién casados solo porque no habían firmado papeles pero casi era así, especialmente por las noches que pasaban en vela entre las sabanas.

Coloca los antebrazos en el suelo aún sin soltar el tazón, apoya las rodillas y alza el trasero en el aire, estaba a punto de impulsarse hacia arriba para quedar de rodillas cuando una mano se poso en uno de sus glúteos. Sus mejillas se incendiaron y el calor lo invadió por completo. Una sonrisa fácil apareció en sus labios.

—¿Qué haces?—El alfa se agacha, arrodilladose a su espalda, colocando una mano en su pecho y la otra en su abdomen, jalándolo hacia sí y ayudándolo a incorporarse. Cayendo de espaldas sobre el pecho de su prometido.

—Buenos días—Un beso en el cuello, cerca de la marca, le eriza la piel y lo hace sacudirse con una sonrisa boba. Sus ojos brillan azules como el cielo pero no puede verlos. Su lobo interior, sus instintos revolotean a flor de piel.

—Buen día—Responde a la vez que toma una fresa, dándole una pequeña mordida. Saborear el dulzor de la fruta junto al aroma de su alfa era algo exquisito.

—¿Cómo te sientes?—Cuestiona a la vez que le besa la mejilla, cuela las manos bajo la ropa y sigue pasando los labios por su piel sensible.

—Maravilloso, como si por primera vez fuese yo—Cierra los ojos, disfrutando del tacto, esta recostado contra el alfa, rodeado de ese dulce olor.

Siempre había escuchado como las personas hablaban sobre tener una pareja, como se enlazaba su vida y todo era perfecto. Debido a su oficio creyó que eso jamás le pasaría a él, que simplemente un compañero de vida no le sería posible por no poder tener cachorros ni convertirse en lobo, y se autoconvencio de que ese concepto solo era una tonta y boba idea cursi. Al menos logro una de esas cosas.

Pero vaya que fue posible, aquel hombre discreto y sobrio de mirada cautelosa se había abierto a él en cuerpo y alma. Dos seres rotos que se complementaron, convirtiéndose en uno solo. Como una taza rota que vuelves a unir, jamás será como antes y eso es lo bello de eso.

—He estado pensando que la boda podría ser en primavera, un poco antes de que llegue. Cuando la nieve se esté descongelando y toda la vegetación vuelva a florecer en un verde vivaz y colores brillantes.—Le besa la mejilla, estrujandolo aún más contra su cuerpo donde incluso estar solo abrazados no es suficiente.

—Me gusta la idea, mientras debamos esperar menos es mejor—Cierra los ojos, disfrutando de ese pequeño y especial momento solo para ellos dos. Trata de imaginar la boda, quizá en el bosque al aire libre con su familia y amigos donde puedan por fin unirse y ser esposos, de por fin estar legal y espiritualmente unidos como uno solo.

—Hay que poner fecha—Sentencia Donghae con voz decidida, deja el tazon de frutas en la mesilla y se gira entre los brazos de su prometido, abrazándose a su cuello. Le da un beso en la mejilla, donde la línea blanca de la cicatriz le atraviesa.

—Mhmm catorce de febrero—Besa a Hyukjae en los labios, cuando el alfa asiente con una sonrisa salta feliz. Por fin había una fecha, ya no era un evento que quiza pasaría, si no uno que realmente iba a pasar.

—Entonces el catorce de febrero nos casamos—Se besan, esta vez dejando que sus lobos emerjan sin contener su felicidad y plenitud. El lobo blanco sale corriendo con el lobo negro pisandole los talones.

Y a pesar de que el invierno se iba, también había tormentas en primavera.

Flores de Invierno [Eunhae]Where stories live. Discover now