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De camino al trabajo, Taehyung realizó unas cuantas llamadas importantes para recolectar información. No iba en broma cuando le dijo a Jungkook que era él quien haría algo con respecto a la situación.

Cuando ayer llegó al apartamento, Jimin fue se acercó y disculpó, temiendo por lo que el menor podría decirle. Y no, nada de eso ocurrió. Taehyung solo extendió sus brazos, incitándolo a que lo abrazara. Esa misma noche, también arregló sus pensamientos, teniendo una meta en clara de lo que haría después.

Estaba dispuesto a alejar a todo el mundo que le hiciera daño y a los de su alrededor. Y si hacía falta, haría lo que menos todos se imaginaban para poder restablecer el orden.

Cuando llegó a la galería, se esperaba que todo el personal le diera la bienvenida, que inclusive Yeonjun le diera poco trabajo a lo que currentaba hacer. Eso llegó a generarle sospechas.

Quería creerle, quería volver a confiar, y simplemente no podía confiar y creer cuando había visto acciones en él para nada normales.

Lo mejor era no pasar más palabras con él.

Después de trabajar unas horas en la galería, partió hacia la empresa. La monotonía de su vida se volvía cada vez más pesada, aún siendo una monotonía, sentía que debía hacer algo para poder romper con el mismo ciclo de todos los días.

Sobre todo, empezaba a incomodarse cuando Yeonjun estaba a su alrededor. Cuando lo rozaba, cuando le hablaba... Cualquier movimiento de él le provocaba incomodidad. Era definitivo que algo se traía detrás de la espalda.

Cuando llegó a la empresa, buscó la sala de ensayos en donde estaría Jungkook. Tenía la certeza de que al menos lo vería antes de poder empezar a trabajar. Quería al menos poder tocarlo, o darle un pequeño beso en la mejilla. La situación era tan decepcionante, tan indignante, que pensaba que nada podría arreglarlo.

Nada.

Nada.

Nada...

De todos ellos, Kim Taehyung era el único capaz de poder arreglar esa situación.

Abrió la puerta del salón de ensayo, su rostro de iluminó cuando vio a Jungkook tomar leche de platano de la botella. Cuando el tatuado vio a su pareja, sonrió enormemente. Pensaba que no lo vería hasta tal vez en la noche, o quizás al día siguiente.

Taehyung estuvo por pasar más de esa puerta. Estuvo decidido a romper con esa barra. Lo estuvo, no lo pensó, y se detuvo.

Aquellos pasos pesados que todo el mundo podía escuchar a una lejanía sorprendente, eran los mismos que provocaron que la relación entre Taehyung y Jungkook se viera en un fino hilo. Giró a su lado, vio al CEO pararse a su lado, ladeando su cabeza hacia el interior del salón. Esa mirada bastó para que los chicos se pusieran en sus posiciones y empezarán a hacer pruebas de sonido.

Su corazón se apretó.

—A partir de hoy me entregarás un cuadro diario. No quiero que andes detrás de estos cinco todo el tiempo. Haz tu trabajo y me ahorraré de tener que sacarte de aquí. ¿Entendido?

Nunca en su vida había sido humillado como esa vez. Nunca se sintió tan pisoteado como si fuera una simple hormiga. La hormiga era trabajadora, ella luchaba, Taehyung era igual, pero su trabajo no era más que una simple basura llamado arte, según el CEO.

Si era así como debía luchar, utilizaría todos los medios posibles para poder sobresalir.

—Mañana y los demás días tendrá un cuadro nuevo.

Se podía palpar la tensión. Se podía saber que Taehyung solo era un peón insignificante que pronto saldría del juego. Lo que nadie sabía, es que Kim Taehyung estaba por explotar, especialmente cuando miró por última vez a Jungkook y desvió su mirada.

Don't Leave Me; KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora