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Cuando Jungkook tenía nueve años, su padre dejó de comprarle juguetes porque su propio hijo le había dicho que quería una batería. Su padre, no pudiendo creer lo que decía su hijo, dejó de cumplir sus caprichos bien ganados con excelentes notas.

A los trece años, Jungkook ganó su primer salario por ayudar a su madre con un manuscrito. Ella, observando las capacidades de su hijo, siempre lo elogiaba por lo bueno que era, así que en recompensa le compró lo que en años anheló.

A causa de que su madre le compró una batería, tuvo una discusión con su padre, pero siempre había alguien de por medio, y ese era su hermano mayor. Dos personalidades completamente distintas con una sola semejanza.

Llevaban el mismo apellido, pero uno era más alborotoso que otro. Uno era más controversial que el otro. Uno siempre fue una marioneta y el otro nunca se dejó.

Por lo tanto, cuando Jungkook decidió irse de casa, su padre le había repetido que no pisaría más nunca ese lugar, porque ya no iba a ser su hogar. Así que, de las veces que se veía con su madre, siempre eran fuera de casa o sino en el hospital, su hermano era el que cubría a ambos.

Él nunca supo cuándo fue el momento que decidió preocuparse más por los demás que por sí mismo. Tal vez sea porque quería darle a los demás lo que solo una sola persona le dio, o quizás, porque deseaba que los demás estuvieran conformes.

Nunca lo supo.

Nunca supo cuál sería la respuesta ante tales acciones.

Al volver en sí, miró de reojo a Taehyung, parecía querer remangar su camisa y volver a rascarse. Por acto reflejo y mirando hacia delante para no chocar ningún carro, acarició sus manos.

—Me dijiste que no tenías tanta picazón, ¿te estás volviendo un mentiroso?

—Cuando te dije eso, no tenía tanta, ahora sí. ¿Qué le echaste a este carro? Me pica demasiado el cuerpo.

Jungkook sonrió.

—No le eché nada, es tu cuerpo el que está mal.

—No, yo ya estoy bien. No pongas palabras en mi cuerpo cuando no es así. A todo esto, ¿por qué viniste conmigo? Solo voy a dar mi reporte, nada del otro mundo.

—Pero después vas con mamá. Yo también quiero visitarla, así ella tendría sus dos ratitas de laboratorio favoritas juntas. Es como si ya te adoptara.

—Bueno... La otra vez me dijo que ya soy parte de la familia, pero no quiero tomar tanta confianza.

—Eres mi novio, Taehyung. Es obvio que ya eres mi familia.

Mirándolo, Tae podía visualizar la sonrisa que tenía su novio mientras conducía. Era acogedor. Estar con él era acogedor y extrañaba estos momentos.

¿Por qué debemos volver a lo que éramos antes cuando nuestra vida actual mejora? Una vez estamos en bienestar, es extraño volver al malestar, al dolor, a la soledad y al sufrimiento.

Es por eso que Kim Taehyung nunca más volvió a sentirse solo porque siempre tendría a sus amigos, a su novio y a personas a su alrededor que lo querían.

Llegando a la galería, el primero en bajar fue Tae, ponía mucho esfuerzo en no rascarse la piel, siéndole casi imposible al sentir el viendo chocar su piel. Con un suspiro, emprendió caminata hacia la entrada. En medio camino, se detuvo y miró hacia atrás, viendo que Jungkook no tenía intenciones de caminar.

—¿Vienes o te quedas?

—Voy —corrió hacia él, viendo su espalda, pensó en algo—. ¿Puedo tocar tu trasero?

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⏰ Last updated: Apr 10 ⏰

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Don't Leave Me; KookTaeWhere stories live. Discover now