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Era la última caja que movían de la sala a la habitación. Jungkook se quejaba porque Tae llevaba mucha ropa, era tanta que tenía que compartir con el armario de la habitación de invitados. Ninguno de los dos sabía de dónde había salido tanta ropa, solo sabían que era del más joven.

Hace más de dos semanas tuvieron el visto bueno para que Tae pudiera mudarse con Jungkook. En el caso de existir rumores, Bang Si-hyuk se encargaría en limpiarlos, él todavía no sabía sobre la relación romántica que mantenían, solo tenía conocimiento de que eran amigos íntimos.

Muy íntimos.

Jungkook acarició la cintura de su novio para moverlo con cariño hacia otro lado y poder acceder al gran armario. El de su habitación de por sí era grande, el de la habitación de invitados apenas le llegaba a la mitad, así que dudaba mucho en que toda su ropa pudiera entrar ahí.

—¿Vas a dividir tu ropa por marca, estilo y color? —burló, viendo cómo tomaba las perchas para introducirlas en el armario y dejarlas sostenidas por la agarradera.

—Ya están divididas por marca, por si no lo sabías —de reojo lo observó, le parecía muy gracioso "bromear" con su pareja porque su cara siempre pasaba de felicidad a confusión.

—¿Qué...? —revisó bien la primera hilera de camisas—. ¡Estas son de Gucci! Kim Taehyung, ¿con quién demonios traficas? Aunque seas un posible multimillonario más en este mundo...

—Era un secreto, pero según la cuenta bancaria que mi abuela me creó, son millones de wones. Así que...

Jungkook le hizo una señal para cortar el tema. Su cabeza empezaba a darle vueltas, no creyendo lo posible porque le parecía imposible.

Era normal, te enteras de la noche a la mañana que tu pareja se hacía el mosquito muerto y que en realidad es multimillonario por la herencia de su abuela. La situación era para crear teorías conspiranóicas del cómo eso pudo suceder, principalmente con su abuela. ¿De dónde sacaba tanto dinero?

No quería ni saber, eso lo tenía muy en claro.

—Solo finge que no escuchaste eso, yo también voy a fingir que no lo dije —carcajeó—. La semana que viene finaliza tu receso, ¿no?

—Sí. Sabes lo que eso significa, ¿verdad? —lo atrajo por su cintura, Tae rodeó sus manos por su cuello—. Taehyungie, ¿tendrías hoy una cita conmigo? Puedo llevarte a un restaurante fino.

—Prefiero que me lleves a comer comida callejera —rio sobre sus labios.

—Disculpe, joven, no quiero que su abuela me jale de las piernas mientras duermo por llevarte a comer tteokkbokki que sé que te encantan mucho, o porque nos tomamos un batido en vez de un buen vino. No, vino no, no quiero que después me seduzcas y me toques hasta el espíritu.

—Van varias veces me has dicho esos comentarios raros. ¿Qué hacía cuando bebía?

—Qué no hacías será. La última vez, con el vino, me tocaste el trasero y mientras dormías casi teníamos relaciones. Obviamente no me iba a aprovechar de ti estando en ese estado —besó con ternura sus labios.

En verdad, Taehyung quería negar los hechos, pero le tocaba aceptarlo porque no fue ni una vez, fueron dos veces y en la primera sus amigos fueron testigos. Solo esperaba que no hubiera ningún video de él haciendo el ridículo.

Amaba vivir de esa manera. Su hogar estaba a su lado, un lugar seguro en donde podría hablar de sucesos diarios y Tae no se cansaría. Le gustaba escucharlo y a Jungkook le gustaba sentirse escuchado por él.

Alguien silencioso siempre necesitará a otro que hable hasta por los codos.

Y ese ser silencioso, quería que ese ambiente con ese ser inquieto perdurara para siempre.

Don't Leave Me; KookTaeWhere stories live. Discover now