CAPÍTULO 22. SECRETOS Y MENTIRAS.

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Al fin viernes pensé, ya había amanecido mucho mejor, era fácil disimular la leve cojera que me aquejaba.

Mamá tenía listo el desayuno y estaba dispuesta a renunciar, yo la apoyé.

—Mamá, divinamente puedes demandar a ese señor.

—No me voy a poner en esas, a ver quién le trabaja por tan poco.

—Pues si, además, tu conoces el manejo de ese local al derecho y al revés, no creo que encuentre fácilmente a alguien que haga todo lo que tú; ya verás que algo mucho mejor te va a salir.

Se marchó dispuesta a enfrentar a su jefe mientras tanto yo, terminaba de alistarme en lo que llegaba Joel.

Para mi sorpresa, llegó en taxi.

—Hola, ¿y el auto?

—Ah, algo le pasa, llevo días escuchándole un ruido extraño, por eso me fui temprano ayer, para llevarlo a revisar, me lo entregan en la tarde.

—Oh, entiendo, ojalá no sea nada grave.

—No creo, pero tampoco me voy a poner a experimentar con él, mejor que lo revise alguien que sepa, es lo mejor.

—Si, eso es verdad.

—Y tu, ¿cómo sigues?

—Oh, mucho mejor, el dolor es mínimo, la inflamación ha bajado y casi no cojeo ya.

—Excelente noticia, ya te puedes inscribir a la maratón entonces.

—Siii claro, —respondí escéptica, —¿tu piensas participar?

—Obvio, y los chicos también.

—Excelente, yo les haré barra, especialmente a ti.

—¿Te vas a vestir de porrista?

—No pidas tanto.

—Ok, ok, entiendo.

Llegamos al colegio unos minutos antes y entramos con calma, ya no cojeaba tanto y podía caminar sin mayor dificultad.

—¿Cómo va lo de la boutique?

—Hablé con Marian, en la tarde iré a hablar con ella a ver que se solucionó.

—Se ve que es muy eficiente, creería yo que ya tiene todo organizado.

—Si, tienes razón, además, si no lo fuera, Lola jamás la hubiera contratado.

—A todas estas, ¿tu mamá fue a trabajar hoy?

—Mas o menos, se fue a encarar al viejo explotador ese y a renunciar.

—Perfecto, que mire donde consigue alguien tan eficiente como tu mamá.

—Eso le dije yo esta mañana, además, por un pago tan bajo.

Ingresamos al salón, pero Joel se quedó en la puerta como si esperara a alguien, imagino que a sus amigos, llegó Marcos, cruzaron apenas un par de palabras y este entró, detrás llegó Ariel y salieron hacia el corredor para hablar, tal vez me equivocaba pero podría jurar que discutieron.

Finalmente ambos entraron al aula, quise preguntar si algo sucedía pero lo vi muy molesto así que no abrí la boca.

La primera parte de la mañana pasó rápido, yo me quedé en una silla que hay bajo un árbol en uno de los jardines del colegio mientras Joel salió a prisa para la cafetería.

Mientras lo esperaba, Marcos se me acercó.

—Alexa, ¿dónde está Joel?

—Fue a la cafetería.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora