CAPÍTULO 41. CARLOS

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Esperé que terminara de comer y le invite a salir a la pequeña terraza, aceptó sin problema.

—Yo quiero mucho a Ana, no soportaría que le pasara algo, —le dije.

—Sé perfectamente el vínculo que hay entre ustedes, aunque no he estado presente, siempre estoy pendiente de ella.

—Entiendo, debe ser lindo tener un hermano que te apoye.

—¿No tienes hermanos?

—No, soy hija única.

—No es tan bueno, mas si tienes una hermana como Ana, de verdad puede llegar a ser un dolor de cabeza.

—Puede ser, pero tendría un apoyo.

—Te la regalo, —dijo jocosamente, pude sentir que estaba nervioso aunque intentaba disimular, en lo poco que había visto de el aparentaba ser un hombre duro.

—¿Ya le avisaste a tus padres?

—Si, pretenden viajar pero les dije que yo me haría cargo, confío en que la cirugía salga bien.

—Yo también... —solté un profundo suspiro y no pude evitar mirar al cielo y se me escapó su nombre —Joel.

—¿Joel es tu ex?

—¿Qué? —Pregunté confundida.

—Dijiste su nombre, ¿Es tu ex verdad?

—No es mi ex, jamás terminamos, —dije molesta.

—Voy al baño, ahora regreso, —respondió.

Noté su incomodidad ante mi afirmación,  no tenía derecho a cuestionarme, a penas y lo conocía, estaba muy molesta con Ana por contarle mis cosas.

Después de un rato regresó con café y se sentó a mi lado, la brisa del balcón era reconfortante, estábamos ahí solos, muy pocas personas transitaban a esas horas, era casi media noche.

—Admiro mucho a las personas que logran amar con todo su ser, a mi me cuesta, hace años perdí a una gran mujer.

Me sorprendió su confesión, le miré fijamente para que sintiera que le prestaba atención así que prosiguió.

—En la universidad conseguí a alguien especial, pero siempre me ha costado hablar de mis sentimientos, no soy tierno, no soy atento, no soy cariñoso, no digo palabras bonitas y aunque sé que eso es importante en una relación, no soy capaz de hacerlo.

—Eres tan sensible como una piedra.

—Eso parece, en fin, llevo dos años solo y te soy sincero, me siento bien así, amo mi libertad.

—¿Será miedo al compromiso?

—Tal vez, realmente estoy muy cómodo, me gusta tener amigos, poder salir con ellos sin problemas, no tener que rendirle cuentas a alguien de lo que hago, odio los celos, de hecho, tengo muchas amigas mujeres y dudo que encuentre una pareja que acepte eso.

—Es cuestión de madurez.

—Puede ser, pero no quiero matarme la cabeza tratando de descifrar lo que mi pareja quiere, adivinar que le molesta o a donde quiere ir, eso no va conmigo.

—No todas las mujeres son así.

—¿Son o somos?

—Son. Porque yo si soy así, soy tóxica, celosa y controladora.

—¿De verdad? No lo parece.

—¿Entonces qué parezco?

—Alguien que perdió el norte.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉWhere stories live. Discover now