CAPÍTULO 31. 18 AND LIFE

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Este ha sido el momento más difícil de mi vida, en tres meses casi me mato sola. Trataba de lidiar con esto, un día a la vez...

Se llegó el dìa 31 de octubre... Mi cumpleaños... No sé si la palabra desastre quepa para describir todo lo que pasó

No recuerdo con claridad cuándo empezó el descontrol, pero siento que ha sido desde siempre. Odiaba mi cumpleaños, odiaba ser el foco de atención,  Me parece una complicación innecesaria. Si todos los años me acostara a dormir el 30 de octubre y me levantara el 1 de noviembre sería muy feliz. 

Esta fecha no suele emocionarme en particular, excepto porque es Halloween, cuando chiquita me adelantaban el cumpleaños o me lo atrasaban, porque ¿quién demonios se aparecería a una piñata el día de halloween?

Hasta los 12 años el día de mi cumpleaños se celebró, después de eso, desistí y rogué que no lo hicieran más, mis padres me complacieron al respecto.

Al poco tiempo la cosa evolucionó y al cambiar de colegio, evitaba decir cuando cumplía años. Más bien me encargaba de disfrutar al máximo las fiestas de disfraces, esas si las amaba.

Pero no crean que era una maravilla, no faltaban las riñas de los que se pasaban de copas, los tipos que salían con pañal a la calle y las chicas que salían semidesnudas... Tal vez, a estas últimas les tenía envidia por no poder hacer lo mismo.

Este año, después de varios sin celebrar, con todo lo que había sucedido en los últimos meses, a papá se le ocurrió celebrarlo, con algunos compañeros de colegio y amigos de la familia de confianza, quise algo tranquilo y  me entendió, por las inevitables presiones que la vida ejerce sobre un ser complaciente como yo, acepté la dichosa fiesta.

Insistió en intentar celebrar mi cumpleaños, siento yo que más para agradar a los que querían verme celebrar, a los que creían en mi "triunfo" sobre la bulimia, que porque yo misma quisiera una celebración.

Y es que siempre era un dolor de cabeza y, usualmente, una decepción. Llegaban menos de un cuarto de los invitados, llegaba uno o dos amigos de cada parche y entre parches no se conocían; tocaba juntar la celebración con la familia y la celebración con los amigos y aunque amo profundamente a unos y a otros, decir que era incómodo para todos pero en especial para mí sería ponerlo de forma demasiado amable.

A último momento, cambié los planes, que se acordaron de mi cumpleaños.
Cedí a todas las pretensiones de mis padres y de Joel, invitamos a media escuela, incluyendo maestros, alquilamos un sitio especial para el evento. Joel se encargó de los contactos, la decoración, todo... Y sería por mi única condición, de disfraces, quería "cumpelloween" así lo nombré.

Yo era la mujer maravilla... Joel, Batman.

Me valió cinco la vida, bailé, me emborraché, vomité, seguí bebiendo... 
Todos estaban felices, disfrutaban conmigo, Joel estaba muy atento a todos mis movimientos.

—Si algo te pasara, mi vida terminaría, no sabes todo el amor que te tengo.

—Lo sé, nadie que no ame con el alma, aguantaría tanto.

Me abrazó muy fuerte, bailamos, nos besamos y nos escabullimos...

—¿A qué me traes aquí? —preguntó confundido.

—Quiero mi regalo de cumpleaños.

—Lo siento nena, está en el auto.

—Creo que no me estás entendiendo, —Dije mientras ponía mi mano en su entrepierna.

—Nena, hay mucha gente.

—¿Y? Están concentrados en sus cosas.

—No sé.

—Vamos, un rapidito ¿Si?

—Está bien.

Nos escabullimos y estábamos entrando en calor cuando se abrió la puerta de golpe...

¡Era mi mamá!

—¡Por Dios! ¡Vayan a un motel!

—¿Qué? —pregunté.

—Ay niña, ¿crees que no sé que ustedes tienen sus quereres?

—Mamá...

—Vayan a un motel, eso sí, no quiero nietos aún.

—¿Me das permiso?

—Si si, vayan.

Esperaba el sermón de mamá, pero no, me sorprendió su actitud, tal vez era cosa de tragos.

Le hicimos caso y nos fuimos a un motel, no a cualquiera, a uno con habitaciones temáticas y aprovechando nuestros disfraces, elegimos uno de súper héroes, apenas estuvimos un par de horas, por los afanes, pero fue espectacular, definitivamente el alcohol me ayudó a soltarme mucho.

Regresamos al lugar y mis padres no estaban por ningún lado, saqué mi celular y tenía un mensaje suyo...

"Me fui a entretener a tu papá"

No quería saber cómo la verdad, pero lo imaginaba.

Disfruté mi cumpleaños, como nunca, eso no quiere decir que esté finalmente en paz con esta fecha. Otra razón para odiar mi cumpleaños es que de un tiempo para acá me da pavor envejecer. Jamás me imaginé ser de las personas que sufriera por la edad. Pero lo soy. Otra de las consecuencias de mis inseguridades. Todas las mujeres tenemos muy clarito que si la sociedad nos valora por encima de todo por la forma en que nos vemos y cada día nos vemos menos lozanas, menos guapas, menos tonificadas, pues qué más esperaban. Pero aunque este sea una parte del problema no es todo el problema, ni siquiera la parte más importante del problema. Cuando siento que detesto ese número que aumenta cada 31 de octubre, no pienso en arrugas, celulitis, canas o tetas caídas. Pienso en que “ya tengo tantos años y todavía no…” Todavía no soy famosa, todavía no soy doctora, todavía no me he comprado nada significativo con mi propia plata...

Y todos esos “todavía” me recuerdan que aunque apenas tengo 18, la vida pasa muy rápido,  que en un abrir y cerrar de ojos tendré 30, 40, 50...

Y me da pavor no ser dueña de mi misma...

Hago cada año una lista de las cagadas que hicr y de porqué diez años después esto no puede volver a pasar, porque se supone que ya aprendí la lección y ya maduré. Me doy consejos como si fuera sabía y experimentada, para que ese yo del futuro crezca en una realidad paralela sin los sufrimientos, ni  inseguridades que he llevado conmigo siempre.

Cuando pienso en esos “todavía” me doy cuenta que mi yo de 18 no necesita nada de eso. Mi yo de 18 debe imaginar, sin un ápice de duda o ironía, que a los 28 ya tendré casa propia, carro propio...

Así que hoy empiezo por celebrar a mi yo de 18 años en su inocente coraje y su valiente descaro ante la vida. Cuando la absoluta misoginia de nuestra sociedad se expresa por medio del desprecio hacia la adolescencia femenina, yo me empoderaba en mis 18 años. Sin saberlo, en ese  instante, ya era sabia, poderosa, imparable.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉWhere stories live. Discover now