CAPÍTULO 39. RECUERDOS

34 6 8
                                    

Joel siempre había sido tan especial y atento, su corazón destilaba nobleza y amor por quienes lo rodeaban, a pesar de su aspecto de chico malo, logré conocer al verdadero, me confió sus sueños, sus miedos, sus vicios...

Se mostró tal cual era ante mí, tuvo muchas facetas que no le enseñó a sus amigos y mucho menos a su padre, solamente lo hacía con la gente correcta, un poco con mis padres, pero solo transparente y sincero conmigo.

Ese ser que perdió a su madre cuando a penas era un niño, creció prácticamente solo, con el amor de la nana, que aunque fue muy buena y amorosa, nunca pudo reemplazar a su mamá.

Él siempre deseó el apoyo de su padre, solo necesitaba aliento para seguir hacia adelante y no derrumbarse más de lo que ya se encontraba, pero no fue así, encontró rechazo de su parte, imposiciones y un trato déspota. Me queda el consuelo, que de nuestra parte, lo acogimos con amor y lo hicimos parte de nuestro hogar.

—Hola —murmuré con la voz quebrada, en el lugar de siempre. —Quería contarte que al fin me animé a salir, con Ana, me insistió mucho para que fuera, el lugar y el ambiente se parecían a la casa de Manuel y fue como regresar en el tiempo, tenía la esperanza de verte bebiendo en algún rincón, peleando con alguien por defenderme... Te extraño tanto.

Allí era el único lugar donde podía llorar tranquila, asistía tres o cuatro veces por semana, solo ahí lograba desahogarme un poco.

—La universidad va bien —proseguí, —sabes que siempre he sido aplicada y aunque es mucho trabajo, cumplo con todo como debe ser. El negocio va bien y ya hemos puesto dos sucursales mas, la nueva casa ya está totalmente terminada, —suspiro lento intentando detener las lágrimas, —quisiera que estuvieras aquí para verlo.

Intenté no llorar más, pero me derrumbé por completo, fue inevitable.

—Estoy tratando de vivir sin ti, pero creo que estoy perdiendo la batalla. Siento que todo esto es inútil, sin ti nada tiene sentido, necesito culminar lo que nos prometimos, tengo un enorme vacío, teníamos todo planeado y aun con el pasar de estos años, sigo esperando volver a verte y cumplir juntos todo lo que soñamos.

Para mi ha sido imposible superarlo, vivo en el pasado, en lo momentos lindos, los graciosos, incluso en los malentendidos... Me quedé ahí, no quiero salir de su recuerdo, no quiero avanzar, quiero regresar el tiempo y detenerlo en ese instante donde se marchaba, no dejarlo ir, aferrarme a él, al calor de su pecho que siempre sentí como mi lugar seguro y que ahora no lo tengo, duele tanto su ausencia, duele tanto no escuchar su voz, duele tanto...

No hay un solo día en que no llore por él, siento que me abandonó, que no luchó lo suficiente por este amor, que no me amaba tanto como me dijo, porque si así fuera, estaría a mi lado, me destruyó, me rompió el corazón y es imposible de reparar.

Cubrí mi rostro con mis manos e intenté ahogar los sollozos que cada vez eran mas fuertes, me estaba doliendo, seguía doliendo como el primer día estaba volviendo a recordar todo una y otra vez, pero había algo que me faltaba, algo que estaba olvidando.

—Olvidé tu piel, ya no recuerdo lo que se siente una caricia tuya y eso me está matando.

Me abracé fuerte y dejé salir el llanto sin miedo, sin importar que alguien estuviera viéndome.

Me hacía hecho tanta falta, quería compartir mis logros con el, quería que se sintiera orgulloso de mi, quería acompañarlo en su restaurante, quería planear nuestra boda, quería una vida a su lado...

Mi corazón dolía, demasiado, mi alma estaba rota, quien no ha vivido una perdida no puede dimensionar lo que genera en nuestro ser, un sentimiento de pérdida, es lo más doloroso...

Dicen que es bueno llorarle a una persona fallecida, pero, yo realmente no tengo la certeza de que esté muerto... Jamás vi su cuerpo, por eso ha sido tan difícil hacer mi duelo, pero nadie entiende eso.

Elevé mi vista al cielo, intentando calmarme, respiré profundo y me puse de pie para marcharme.

—Adiós mi amor. —Dije al viento, esperando que donde quiera que esté, logre escucharme.

Regresé a casa, debía organizar todo para el servicio social.

Empecé a recibir mensajes de Ana preguntando si tenía todo listo, estaba demasiado intensa, solo le escribí que ya sabía que era a las 3:00 pm y que estaría puntual en el lugar, nada mas.

Todo lo que llevaría, estaba listo en el auto, tomé una ducha, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, hice lo posible por disimularlo con maquillaje, pero de todas formas se notaba.

Pasé primero por la boutique, mamá había comprado algunas cosa para llevarle a los ancianos.

—¿Estuviste llorando de nuevo?

—Sabes la respuesta, no preguntes.

—Algún día tendrás que superarlo.

—Cuando sepa donde está su tumba, tal vez pueda iniciar una sanación, antes no.

—¿Otra vez con lo mismo?

—Mamá, sin cuerpo no hay muerto, no tenemos la certeza que eso sea cierto.

—Si así fuera, ¿por qué no te ha buscado?

No supe que decir, tomé las cajas, las metí al auto y me marché.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum