CAPÍTULO 44. ABIERTA A LAS POSIBILIDADES

19 3 6
                                    

Mamá insistía mucho en el tema...

"Debes salir y conocer gente, darte una nueva oportunidad"

Era tan difícil... Y me daba tanta rabia que no lo entendieran, tener una pareja, definitivamente no estaba en mis planes.

Sin embargo, desde niña había soñado con tener una familia, casarme, tener hijos... Por un tiempo, ese sueño había quedado en el olvido, pero al conocer a Joel, todo ese sentimiento regresó con mucha mas fuerza que antes, sentía que con él, cumpliría ese hermoso sueño.

Pero todo cambió, aquí estaba casi 4 años después, sin nada de eso, sin una familia, sin su compañía, sin su amor, lo perdí todo y solo queda en mi corazón el dolor de haberlo perdido, culpándome cada día de mi vida, llorando su ausencia cada noche, extrañando sus abrazos, sus susurros, olvidando su voz... Buscando en cada desconocido en la calle sus ojos, su sonrisa...

No lo había superado ni lo superaría jamás, el fue, es y será el amor de mi vida.

Estaba aburrida de los sermones, de las interminables charlas con mis padres, de las malditas terapias, todo, desde mi punto de vista... Inútil.

Entré en crisis de nuevo, salíamos de clases y Ana lo notó; salí toda prisa en mi auto, bastante alterada, me pase un par de semáforos en rojo, esperaba chocar y morir de una vez.

Pero no fue así, llegué al mirador...

Estaba demasiado alterada, destapé una cajetilla de cigarros, iba por la mitad y de nada servía, estaba intranquila, mi corazón cada vez más acelerado, mis manos sudaban y temblaban y lo decidí, me tiraría desde el mirador al vacío.

Regresé al auto y dejé en él una pequeña nota que decía:

"Lo siento, pero no pude más"

Regresé dispuesta a ponerle fin a mi vida, era muy fácil realmente, incluso, estando en casa, con toda la familia, podría suicidarme en menos de 5 minutos y probablemente tardarían un buen rato en encontrar mi cuerpo.

Trepé la baranda y cuando estaba a punto de saltar alguien me agarró y no me dejó caer.

—¡Alexandra! ¿qué haces?

Era Carlos...

Al ser más alto que yo, de un solo tirón me subió por encima de la baranda, me revisó por todos lados.

—¡Déjame y lárgate! Le grité.

—Ni loco, ya hago parte de esto, ¡nos vamos ya! -gritó.

No pensaba cederle, ya había tomado una decisión y no permitiría que él me lo impidiera. Quise trepar de nuevo la baranda pero no me lo permitió, la verdad es que tenía mucha fuerza.

Me llevó a rastras al auto y a la fuerza me metió en él.

—Ana me dijó que saliste muy alterada de la universidad y supe que estarías aquí, tomé el primer taxi que encontré.

—No tienes derecho a estar aquí.

—Claro que lo tengo, no puedo permitir que alguien a quien aprecio se hunda frente a mi.

—¿Aprecio?

—Como lo escuchaste, en este tiempo te he tomado mucho cariño, además, mi hermana te quiere mucho y no quiero que sufra por tu ausencia, sé que tus padres querrían morir contigo si algo te sucede.

—En este punto no me importa lo que piensen o sientan los demás, solo quiero acabar con mi dolor, además, ellos están cansados de mi "show".

—No es así, simplemente no saben cómo manejar este asunto, ellos también deben estar desesperados al ver que cada día estás peor, sufren al ver que te están perdiendo en sus narices y no lo pueden impedir.

No sé por qué lo hice, pero me tiré a sus brazos, lo besé y el me correspondió.

Regresamos al auto y él decidió conducir, ya que yo no estaba en condiciones de hacerlo.

—¿A dónde te llevo?

—No lo sé, no quiero ir a casa.

—¿Tienes afán?

—No.

—Bien, entonces, hablaré con Ana para que sepa que estás conmigo, por favor, avisa a tus padres que estás bien.

Así se hizo, mamá se alegró de saber que estaba en compañía de Carlos.

Me llevó a un pueblito muy bonito, tantos años aquí y jamás lo visité, era como viajar en el tiempo, un sitio de calles empedradas y edificaciones coloniales, absolutamente hermoso.

Poco a poco me sentí cómoda con su compañía, era un hombre muy tranquilo, me daba paz, la que hace mucho no tenía, después de todo, no era tan mala idea darle una oportunidad.

Durante tres semanas estuvimos saliendo esporádicamente, sin ninguna clase de compromiso, mis padres y Ana estaban felices, yo, me estaba encariñado con él, no lo niego, pero amor... Solo por Joel.

Un día, de la nada, me pidió oficialmente ser su novia, acepté, con miles de dudas pero lo hice, creí que con el tiempo llegaría a amarlo.

Nuestros planes juntos jamás fueron improvisados, el siempre calculaba todo, cosa que para mí, le quitaba la emoción al asunto, tenía su itinerario bien definido, era un poco cuadriculado y estricto y debo aceptar que eso me desagradaba un poco.

Fumaba, cosa que no me permitía a mi dejar de hacerlo también, ocasionalmente bebía pero nunca a emborracharse.

La primera vez que tuvimos intimidad, fue muy difícil para mí, porque por más que lo intentaba, no podía sacar de mi mente a Joel, esa mezcla de ternura y picardía lo hacían perfecto, mi hombre sensual y aventurero... Era imposible no compararlos; Carlos era más tranquilo, más básico diría yo, casi no llego al clímax y es que no lo deseaba.

Aún así, decidí continuar la relación, en un momento se me pasó un año de mi vida a su lado, pero con el recuerdo de Joel más vivo que nunca.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉWhere stories live. Discover now