CAPÍTULO 27. EL AMOR

23 5 8
                                    

Los siguientes días, trascurrieron si mayor novedad, mamá se desenvolvía exitosamente en el trabajo, papá también, las cosas entre Joel y yo no podían marchar mejor, de vez en cuando nos toqueteabamos por ahí disimuladamente pero aún no teníamos sexo, era algo divertido.

Esa complicidad era encantadora, de vez en cuando, en las noches, teníamos conversaciones subidas de tono y debo confesar que me toqué un par de veces mientras hablábamos, creo que de cierta manera, esos comportamientos fortalecían nuestra relación, esperaba que cuando pasáramos a los hechos, fuera algo inolvidable.

La boutique iba bien, las ventas eran cada vez mejor y Marian me estaba ayudando para proveer ropa de tallas grandes, quería tener la primera tienda con amplio surtido en ese tallaje, porque en las pocas que se encontraba, era fea y de mala calidad.

Joel me apoyaba en todas mis decisiones, pero me insistía constantemente que les dijera la verdad a mis padres, pero yo no estaba preparada para ello.

La clases de cocina habían regresado a la normalidad, nos pusimos al día con los pendientes y ya no asistíamos los sábados.

Ariel seguía con su romance prohibido, Joel de cuando en cuando seguía escribiendo notas para el.

Una tarde llegamos del colegio, yo me sentía un poco mal y decidí recostarme un poco, estuvo muy atento y no se separó de mi lado.

—Ven, quiero tenerte a mi lado, —Le dije.

Algo nervioso aceptó, acaricié su rostro y su cabello, y lo besé, el me correspondió, podía sentir como la pasión de nuestros besos crecían, quise despuntar su camisa, pero tenía miedo que una vez más me fuera a rechazar, así que esperé que él hiciera algo.

—Hacer el amor, es sentir sin tocar, es amar y extrañar, es decir a alguien que hoy lo extrañaste, hacer el amor es que hoy te escuchen y te digan "apóyate en mi que ya todo pasará"
Sentir ese abrazo que se da con cada amanecer, es desear que las mejores cosas sucedan.

—¿A qué viene todo esto? —Pregunté confundida.

—A que si tú quieres, estoy listo para que hagamos el amor.

—¿En serio?

—Si.

Ambos estábamos muy nerviosos, yo aunque me moría de ganas, sentía mucha vergüenza de mi cuerpo, pero él se encarcargó de amarme de pies a cabeza, tuve miedo de sentir dolor, de sangrar, de arrepentirme, de que él se arrepintiera, de no satisfacerlo... Pero poco a poco todo eso quedó atrás, me entregué a él sin condiciones y el también fue mío.

Luego de terminar, buscó sus pantalones y sacó una carta y me la entregó

—Era difícil decirlo así que lo escribí.

"Gracias por cruzarte en mi camino, el paso del tiempo me ha hecho darme cuenta de que la vida está repleta de sorpresas, de grandes efectos y afectos, pero sobre todo de personas que dan giros inesperados a nuestras historias, como tú, cambiaste mi mundo por completo. 

Ni tú ni yo nos esperábamos, para qué mentirnos. No contábamos con nosotros en nuestra vida. La cuestión es que aquel día nos encontramos. No sé si fue una coincidencia,  o resultado de una fuerza mayor, pero conectamos y no hablo solo de cruzar miradas… Me refiero a esa sensación que irrumpe desde lo más profundo y te embriaga por dentro sin saber cómo, a esa conexión inexplicable. Lo recuerdo perfectamente. Y desde ahí todo empezó a cobrar cierto sentido.
Tú y tu resistencia a mis cortejos, me hicieron enamorarme más, aún así, logré que me dieras el si, ese día fui el hombre más feliz del mundo.

Daba igual a dónde fuéramos, qué hacíamos o de qué hablábamos, desde que te encontré es como si el mundo exterior hubiera dejado de tener protagonismo, ahora tú eras mi mundo. Horas y horas de hablar de nosotros, del tiempo, de lo que nos gustaría e incluso de aquello que a otras personas no nos atrevimos a contar.

LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉWhere stories live. Discover now