☽ Min Yoongi ansiaba venganza. Como único y último heredero del legado de las tribus del norte y lobo de viento, deseó imponer justicia desde el instante en el que un ataque inesperado rompió su rutina, su naturaleza amable, su familia, su amor y su...
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"Siento las sombras arrastrándose hasta el techo. Un soplo en mi nuca y mi torrente sanguíneo se está congelando. Me escapé al infierno y volví. Me siento como un maníaco, me cazan." —Monsters In My Mind (Cloudy June)
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Hoseok recorrió con la mirada los campos de Casiopea que al fin habían comenzado a estar libres de cenizas y negrura. Los intentos por devolverle la fertilidad a las tierras que habían pasado por los incendios provocados antes de la guerra entre Lunas Rojas y Lunas Azules, habían sido constantes a lo largo de todo un año pero los progresos… Simplemente parecía no haber progresos.
—¿Cómo lo llevas?—el guardián se acercó hacia la zona en la que Jimin se mantenía agachado, revolviendo la tierra con una pequeña paleta de jardinería mientras Taemin llenaba cubos a varios pasos de distancia—. Tus servicios comunitarios están a punto de cumplirse. Un mes más y tú y tu madre seréis libres. También ese mestizo tuyo al parecer.
Jimin alzó la mirada y tras apartar la leve capa de sudor que le perlaba la frente, llevó los ojos hacia Taemin. Nadie le había pedido que los acompáñase y mucho menos lo habían obligado a hacerlo tras su buen inicio como mediador entre mestizos y lobos, pero él estaba ahí y trabajaba tan duro como cualquier otro. Llevaba ahí el mismo tiempo que ellos, cada día cargando y descargando cubos repletos de tierra fértil de otras zonas de la montaña, conduciendo un coche repleto de semillas, herramientas y productos para trabajar en los cultivos, bajando a comprar en el poblado humano cuando los recursos se le agotaban en la montaña y ante todo manteniendo arriba los ánimos de los lobos que habían sido destinados a realizar trabajos comunitarios tras la batalla.
Y eso hacía que Jimin lo admirase a diario. Cada sus sentimientos por ese mestizo crecieran incluso si ninguno de los dos parecía ser capaz de atravesar la línea del tonteo. Se habían acostumbrado a tontear y compartir momentos juntos, ahora que el omega no tenía a su mejor amigo estaba apoyándose en el mestizo más de lo que jamás pensó que llegaría a hacerlo.
—Creo que le gusta esto. Nadie lo ha obligado a venir pero desde que empezó como voluntario hasta ahora parece tomárselo con una energía que yo no logro encontrar por ningún lado. ¿No es realmente admirable? Nunca parece cansarse de cargar con todos esos cubos de tierra.
Hoseok se acuclilló a un lado de Jimin. Generalmente eran otros quienes se encargaban de las guardias que comprobaban el que los lobos condenados a servicios comunitarios por delitos menores cumplieran con aquello que se esperaba de ellos pero de vez en cuando él dejaba que su hocico se asomase por la zona para comprobar el estado general de la zona de cultivo que se pretendía restaurar, quizás con la absurda esperanza de ver algún tipo progreso.
Esa tarde había decidido ocupar su tiempo con una visita a Casiopea mientras el consejo territorial decidía cuál era la mejor forma de permitir que Yoongi fuera translado con sus cachorros desde el hostal hacia otra casa sin que a muchos les pareciese que estaban perdonando a un prisionero. La justicia debía ser igual para todos y se arriesgaban a que el pueblo pensase que las decisiones del consejo se apartaban de la equidad. Su papel era importante y requería tomar decisiones con un tiempo de debate previo.
