Capítulo 31: Tocado y hundido

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El frío del asiento logró traspasar a todo mi cuerpo. El olor de aquel lugar era áspero y neutro. No como el olor de un hospital. No como ese aroma a antiséptico, pero sí como un olor a excesiva limpieza unido a la dureza de un edificio como este. Estaba en comisaría. Sentada en uno de los sillones entrelazados de una solitaria banca de hierro negro. Enfrente podía ver diferentes escritorios. Distintas personas uniformadas estaban tras ellos. Quizás pretendiendo estar ocupados en algún quehacer nada trascendental o quizás realizando alguna tarea con verdadero significado relevante.

Parpadeé numerosas veces y tragué saliva otras tantas. No creí jamás que pudiera encontrarme en una situación así. Después de todo lo que había sucedido. Después de todos aquellos años escondiendo secreto tras secreto y traspasando innumerables veces los límites de la legalidad. No podía entenderlo. Me hallaba rodeada de personas que conformaban la entidad que había pretendido esquivar todo este tiempo. Y lo peor: Alejo formaba parte de ella. ¿Cómo no pude darme cuenta?, ¿cómo no pude verlo? Su insistencia constante en mi pasado, sus saberes a veces extraños sacados de manual, su entendimiento con las leyes y la legalidad, que le pareciese gracioso alguna vez que otra en la que le amenacé con la policía... No. No debía echarme las culpas, pero lo hice. Yo no podía saberlo. No podía ver todo el camino de pistas que se creaba ante mí.

Mi respiración era pausada. Nunca me asustó tener una situación así. Cuando vives del modo en el que yo lo hice, te das cuenta de que sentarte en una comisaría casi es el mejor de tus destinos. Había tantas cosas que quería saber. Necesitaba hablar con Alejo y a la vez solo quería repudiarle.  Mi pecho se hinchaba y se desinflaba cada vez con menos frecuencia. Esperaba que así se pudiese relajar mi cuerpo entero. Sin embargo, fue un acto que no desembocó en ningún beneficio. Aquello solo hizo parecer fría, inerte, sin conocimiento, sin entendimiento... Esperé tranquila a que me nombrasen para entrar en la sala y esperar pacientemente a que expusieran todo lo que sabían de mí. Todo lo que hice.

—Debería ir al baño antes de entrar a la sala. Tardarán bastante y una vez entre no podrá salir hasta el final del interrogatorio.

Asentí a aquel policía casi sin pensar en una contradicción. No recuerdo que las ganas de ir al servicio me llegasen previas a aquellas palabras. Pero cuando salieron por su boca sí sentí la necesidad en mi vejiga. Caminé hasta el lugar que aquel hombre me indicó y entré en un servicio amplio que separaba por un muro el espejo y el lavabo del retrete. Cerré con pestillo y me dirigí hasta el lavamanos. Me miré en el vidrio helado y casi vi mi rostro distorsionado. La vista parecía querer jugármela. Levanté la cabeza algo más de la cuenta y estaba completamente segura de que aquello no podía ser.

Una silueta se alzaba impertérrita tras de mí. Noté cómo mi rostro se fue volviendo aún más apagado de lo que ya estaba y como mis mejillas se dejaban guiar por la gravedad. Los vértices de mis labios formaron un ángulo convexo y pensé que sería capaz de desplomarme contra aquel suelo de losa gris dañada por el tiempo. No pude moverme. Quise gritar, aunque no fui capaz de hacerlo. Su amplia mano se aferró a mi boca como si nunca antes lo hubiesen hecho. Se apropió de ella apretando tan fuerte que noté su pulso en su pulgar. Me agarró como si sus manos nunca antes lo hubiese hecho, como si el tacto de mi piel y de mis labios le fuesen completamente desconocidos. Su cabeza se posicionó junto a mi perfil, obligándolo a acercar su cuerpo al mío. Su boca se pegó a mi oreja y su respiración se perdía como un eco infinito atravesando mi oído.

—No grites, por favor. Por favor. Por favor. Quiero explicártelo. Déjame hacerlo. No grites. Voy a quitar mi mano, pero no grites, Eva. Te lo ruego.

Asentí leve pretendiendo zafarme de su unión lo antes posible. En cuanto me soltó me giré y pegué la parte baja de mi espalda contra la parte sobresaliente del lavabo.

Ante tus ojosWhere stories live. Discover now