Capítulo 18

446 40 25
                                    

- Sí, yo también creo que tengo fiebre - Dije una vez que me miré al espejo del baño.

Alex no dudo en pedirme una pastilla y un té en cuanto me vió, me siento mal pero finjo que nada está pasando.

- Claro que tienes fiebre, y lo sabes desde hace no sé cuanto, así que agarras tus cosas y te vas de aquí - Sentenció serio.
- ¿Me estás corriendo de mi propia empresa? - Pregunté pareciendo divertida.
- Así es, no te preocupes por nada, ya habrá tiempo, cuando te sientas mejor - Aseguró.
- Pero tengo mucho trabajo -.
- Y seguramente una corta vida si no te vas a descansar -.
- Solo es un resfriado - Me quejé.
- Que te puede matar, vete ya ___ -.
- Está bien jefe, me largo - Acepté.
- Pero con cuidado, más tarde iré a visitarte, y espero encontrarte arropada en la cama sin miles de hojas a tu alrededor porque el trabajo te llama - Me advirtió.
- Está bien, está bien - Dije resignada.

Tomé mis cosas y salí de mi trabajo, la verdad es que sí me muero por volver a la cama calientita y dormir más tiempo, maldito resfriado, llegaste en un mal momento.

(...)

Mis ojos se mantenían cerrados mientras trataba de dormir, la realidad es que el dolor de cabeza no me lo permite y me estoy estresando.
Cuando escuché el timbre sonar agradecí que la farmacia haya llegado con el analgésico que pedí, al menos quiero que algo me haga tantito efecto.
Envuelta en una sábana salí de mi habitación y a paso lento baje las escaleras, entonces una voz me hizo detener en el último escalón.

- Con esa pinta asustas a cualquiera -.

Gire la mirada hacia él y entonces lo ví comiendo un delicioso sandwich.

- Mm, no es muy caballeroso de mi parte burlarme de un soldado caído, ¿Qué tienes? - Preguntó preocupado.
- Lo peor que puedes tener cuando todo va bien, un horrible resfriado - Dije.
- Quédate quieta, ya voy yo por lo que sea que pediste - Mencionó.

Le hice caso y esperé a que fuera por la medicina, cuando volvió creí que me la daría pero no fue así.

- Ve a recostarte, enseguida te llevo la medicina y un té, hoy me toca consentir a la señora de la casa - Comentó.
- ¿Hablas en serio? Porque estoy a punto de tomarte la palabra - Advertí.
- Anda, ve a la cama, ya llego -.
- Te vas a ir al cielo, te lo juro - Aseguré.

Le lancé un beso que fingió atrapar y arrastrando los pies volví a la planta alta para poder meterme a la cama, ese hombre merece todo por ser tan amable.

(...)

Cuando Christopher tocó la puerta de mi habitación le dije que podía pasar, y sinceramente me encantó lo que ví.
Me trajo un caldo de pollo caliente, la medicina y un té que se veía delicioso, ni siquiera me di cuenta del tiempo que pasó.

- Jurame que ésto es para mí - Dije.
- A recuperarse se ha dicho -.

Él dejó la bandeja en mis piernas y se sentó a mi lado.

- Espero que te guste - Mencionó.
- Seguramente así será - Comenté comenzando a probar lo que tenía en mis piernas.

Dios, se sentía tan bien ese calor recorrer mi garganta.

- Mm, ¿No quieres el empleo que ofrezco en la cocina? - Pregunté mirándolo con diversión.
- ¿Estás contratando? ¿Por qué no lo dijiste antes? - Cuestionó.
- Porque no me habías preguntado, pero si quieres el empleo es tuyo - Aseguré.
- Lo voy a pensar - Respondió.
- Di que sí - Pedí.
- ¿Tanto así te gustó? - Preguntó.
- Sí, pero no te lo creas tanto -.

Christopher rió y me indicó que me tomara la pastilla, espero que haga efecto pronto.

- El doctor tardará unas horas en llegar porque tiene agenda llena, pero te va a revisar sí o sí - Me aviso.
- Oh, pero estoy bien, no te preocupes - Dije nerviosa.

En estos casos yo sé lo que los médicos recetan para que se te quite más rápido el dolor.

- No ___, no estás bien, y te dará algo más fuerte para que te sientas mejor - Aseguró.
- Sí claro, una inyección - Mencioné poniendo los ojos en blanco, aunque la verdad me dolió la cabeza con esa acción.
- ¿Y les temes? - Preguntó burlón.
- Pues claro, tú lo dices tan divertido porque estás lleno de tatuajes, pero un alma como la mía no está lista para eso, quiero llorar y eso que todavía no me revisan - Dije afligida.

Las enfermedades siempre suelen pegarme más en las emociones.

- Tranquila pequeña ___ - Dijo con una sonrisa - Tal parece que ese lado infantil tuyo no lo conocía -.
- Y haré una rabieta si no dejas de burlarte de mí y mis miedos - Amence.
- Y no me burlo, no lo haría, al menos no contigo enferma - Dijo levantando sus manos en forma de rendición - Pero si te receta inyecciones, yo estaré aquí para tomar tu mano - Afirmó.
- Y me verás el trasero - Mencioné.
- Que privilegio, ¿Verdad? - Dijo con una sonrisa que me contagio.
- Vaya gozadera que te das teniéndome cómo esposa -.
- Pues ya ves, las maravillas de la vida -.
- Bueno, pero no me veas de manera morbosa - Pedí.
- Oye, era lo primero que planeaba hacer - Se quejó.
- Pues entonces tendré que obligarte a mirarme a los ojos -.
- Ay, agua fiestas - Me miró mal.
- Solo cuando me siento tan terrible como hoy -.
- ¿O sea qué cuándo te sientas bien si puedo mirarte morbosamente? - Preguntó fingiendo emoción.
- Ya veremos - Dije nada más aguantando la risa.
- Eres mala, muy mala -.
- Poquito, pero solo a veces -.
- Agradece que ya te quiero y voy a cuidarte aún así - Dijo.
- Ay tan lindo Chris, gracias por eso - Respondí y de pronto sentí su mirada intensa en mí.
- ¿Chris? Llámame cursi o fijado pero en todo el tiempo que llevamos de conocernos y casados, esta es la primera vez que me dices Chris - Mencionó con una pequeña sonrisa - Hasta llegué a creer que definitivamente te caía mal -.
- ¿Caerme mal? Pero si eres un sol, más cuando haces estos detalles, lo que pasa es que me dabas una apariencia de Christopher el rudo y firme hombre de negocios, pero ahora ya te conozco como Chris el sensible, risueño y cariñoso hombre que está detrás de esa formalidad que también te hace lucir, ¿Te gusta que te llame Chris o volvemos a lo convencional? - Pregunté.
- En realidad me gustaría más que me llames mi amor, pero está bien, voy a conformarme con Chris, solo por ahora - Advirtió.

Definitivamente aquello me había hecho reír, y mucho.

- Tú sí que eres exigente hombre, recién me atrevo a llamarte así y ya quieres que te diga mi amor -.
- Ya me lo merezco, estaré esclavizado a ti hasta que te sientas mejor - Comentó.
- Quisiera creer que eso va en serio -.
- ¿Y por qué no? Unos días de descanso no nos caen mal - Aseguró.
- ¿Y no tendrás problemas en el trabajo? - Pregunté.
- ¿Recuerdas que somos los jefes? -.
- Es cierto, me auto concedo unos días, ¿Qué opina tu jefe? -.
- Que también me auto concedo unos días, así que alistate, porque tú y yo vamos a pasar mucho tiempo juntos en estás cuatro paredes - Me advirtió.
- ¿Dormirás conmigo? - Pregunté divertida sabiendo que diría que no.
- Claro, un enfermero tiene que estar pendiente de la paciente - Dijo obvio.
- Y necesita dormir - Le hice ver.
- Por eso me harás un espacio en esa gran cama -.
- No hablas en serio - Dije.
- Yo creo que sí - Aseguró.

|Mitad mentira, mitad verdad| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora