Capítulo 46

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___'s POV.
Una llamada por parte de la empresa de Christopher me fue pasada, al inicio honestamente creí que era él, pero debo admitir que un atisbo de tristeza me invadió cuando la voz del otro lado era la de Zabdiel y no la de Chris.

- Hola, Zabdiel, ¿Qué tal? - Dije.
- Hola ___, ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? - Preguntó.
- Todo bien, gracias por preguntar, ¿Y tú? -.
- Igual, las cosas avanzan bastante bien - Aseguró.
- Me alegro mucho, ¿A qué debo tu llamada? - Pregunté.
- Bueno, llevamos casi dos años con el proyecto que prospera bastante bien, sin embargo es parte de la disciplina de la empresa que visitemos a nuestros socios para platicar con ellos, para ver cómo va todo, no dudo que de maravilla bajo tu mando, pero espero que comprendas que es política de la empresa, tú sabes, órdenes del jefe - Mencionó.

El jefe, ese jefe.

- Claro, comprendo, por mí está muy bien, no tengo inconveniente en recibirte - Afirmé.
- Excelente, sabía que entenderías, ¿Te parece si puedes recibirme mañana a las nueve de la mañana? - Cuestionó.
- Por supuesto, aquí nos vemos a esa hora - Acepte.
- Perfecto, entonces ya tenemos cita agendada, nos vemos mañana ___, cuídate mucho -.
- Gracias Zabdiel, igual, hasta mañana -.

Corté la llamada y mi cabeza comenzó a pensar en mil cosas.
Zabdiel vendrá mañana, ¿Solo? Estoy segura de que Christopher no piensa pararse por aquí ni de chiste, digo, bien lo dijo Zabdiel, son órdenes que vienen directas de él, si sus empleados pueden hacerlo, ¿Qué tendría que hacer aquí?
No sé del todo si quiero verlo, una parte se muere por ver su sonrisa, sus ojos, a él, pero otra sigue en la negativa de dejar las cosas como están.
En fin, solo tengo que prepararme para ver a Zabdiel y mostrarle que todo marcha bien.

- Santi, ¿Puedes venir por favor? - Le pedí a través del teléfono.
- Claro belleza, ahora voy - Respondió.
- Gracias -.

Acomodé algunos diseños en lo que esperé a que Santi llegara, tengo algunos vestidos que entregar esta semana y estoy ansiosa porque los vean mis clientas.

- ¿Puedo pasar? - Preguntó.
- Adelante Santi -.

Él se acercó a mí y miró lo que tenía en las manos.

- Vaya, nuevos diseños -.
- ¿Te gustan? - Inquirí.
- Son hermosos de verdad -.
- En cuanto terminemos las entregas de esta semana comenzamos con estos, acaban de llamarme de Londres, tenemos una pasarela que atender - Le informe.
- Ay Dios mío, que noticia, ya me emocioné - Dijo con un sonrisa en mi dirección.
- Pero antes tenemos que prepararnos porque Zabdiel de Jesús viene a supervisar como van las máquinas y su funcionamiento - Le deje saber.
- ¿Recibió queja o algo así? - Preguntó preocupado.
- Para nada, es algo de rutina, políticas de la empresa - Dije.
- ¿Y viene solo? -.

Claro que sé a quien se refiere.

- Supongo que sí, no mencionó que vendría con alguien más, así que sí - Mencioné.
- Ok, no te preocupes, tendré todo arreglado para recibirlo - Aseguró.
- Gracias Santi, ya sé que siempre cuento contigo -.
- Ni siquiera lo dudes -.

|Al día siguiente|

Estábamos listos para recibir la visita de Zabdiel, estoy bastante tranquila ya que realmente sé que se irá con buenas noticias para su jefe porque todo está yendo de maravilla.

- ___, Zabdiel ha llegado - Me informó Ximena.
- Gracias Xime, ahora salgo -.

Solté un suspiro y me puse de pie para poder salir de mi oficina y encontrarme con Zabdiel.

- Hola ___, buenos días - Me saludo.
- Hola Zabdiel, buen día - Dije con una sonrisa para posteriormente dejar un beso en su mejilla.
- Que lindo está todo ésto - Mencionó mirando a su alrededor.
- Muchas gracias Zab, me alegra que puedas conocerlo al fin -.
- De verdad se ve genial, ¿Me lo muestras mientras llegamos a dónde está la maquinaria? - Preguntó.
- Por supuesto, encantada, vamos -.

Ambos caminamos mientras yo le enseñaba un poco de lo que es trabajar conmigo y la arquitectura de mi empresa, la que amo demasiado y me hace sentir orgullosa.

- Hola guapo - Dijo Santi con una sonrisa coqueta en cuanto llegamos al lugar donde están las máquinas.

Yo reí viendo la cara de Zab, definitivamente no se lo esperaba.

- Hola, buenos días - Contestó Zabdiel amable.
- Soy Santiago, bienvenido - Se presentó.
- Un gusto, gracias, yo soy Zabdiel - Mencionó con una pequeña sonrisa, claro que su fuerte no es Santi.
- ¿Te parece si entramos Zabdiel? - Propuse.
- Creo que no se va a poder - Mencionó Santi y yo lo mire confundida.

¿Hay problemas y no me dijo? Ay no.

- ¿Por qué no? - Pregunté curiosa.
- Mm -.

Él hizo una seña a mis espaldas y entonces Zabdiel y yo volteamos.
Mi corazón de inmediato comenzó a latir como loco, sentía que en cualquier momento iba a desmayarme, los nervios recorrieron cada espacio de mi cuerpo, simplemente me había quedado fría.

- Buenos días - Dijo Christopher con una sonrisa en cuanto llegó hasta nosotros.
- Buenos días - Respondió Santi ya que yo me había quedado muda.
- Hola bonita - Esta vez se dirigió solo a mí.
- Hola - Contesté con un hilo de voz.

Entonces él besó mi mejilla, madre santa, me voy a morir.

- ¿Te parece si te voy mostrando la maquinaria Zabdiel? - Sugirió Santi.
- Claro, vamos -.

Entonces ambos se fueron dejándome sola con Christopher.

- Te ves hermosa, definitivamente muy hermosa, quise encontrar las más bonitas pero no hay ningunas que te igualen - Dijo extendiendo un ramo de flores hermosas hacia mí.

Quería gritar como loca.

- Y tus favoritos -.

De pronto, y no sé de dónde también sacó una caja muy bonita que contenía mis chocolates favoritos.

- Espero que te gusten, de verdad lo espero -.

¿Qué le digo? Quiero correr y gritar como niña pequeña.

- Gracias, en serio, es un lindo detalle - Mencioné finalmente con una pequeña sonrisa.

Quisiera ser más expresiva pero estoy en shock, no creí que vendría.

- No hay nada que agradecer bonita, me encanta ver esa sonrisa, ¿Quieres qué te acompañe a dejar eso a tu oficina para que después nos reunamos con Zabdiel y Santiago? - Preguntó.

Ay Dios mío, acompañame porque me voy a volver loca.

- Mm, de acuerdo - Acepte un tanto insegura.
- Déjame ayudarte con eso - Dijo tomando las flores y comenzando a caminar conmigo.

Cuando entramos al elevador sentí que el aire me faltaba, sentí que me mareaba, estamos solos.

- ¿Cómo has estado? ¿Qué tal van las cosas? - Preguntó rompiendo el silencio.

Por favor no me mires hombre, deja de verme, pensé.

- Bien, todo ha estado bien, las cosas van mejor para mí, ¿Qué tal tú? - Cuestione.
- No sabes cuánto me alegra saber eso, no mereces menos, honestamente las cosas no han ido muy bien para mí por diversas cosas en mi cabeza, pero espero que mejoren - Respondió.
- ¿Tienes problemas? - Me atreví a preguntar.
- Bueno, sí, algunos, pero será difícil soltarlos - Aseguró.
- ¿Hay algo en lo que pueda ayudar? -.
- No te preocupes, quizá después, no te apures -.

Salimos del elevador y llegamos a mi oficina, dejé la caja de chocolates en mi escritorio y Christopher dejó las flores en una mesita cerca del sofá, ese bendito sofá que no logro sacar de mis pensamientos, mucho menos con él aquí.
Solté un suspiro antes de girarme a verlo, entonces lo encontré mirando hacia la ciudad por el gran ventanal, justo delante del sofá, que no dudo ni un segundo que también está siendo parte de sus pensamientos.

|Mitad mentira, mitad verdad| Christopher Vélez Where stories live. Discover now