Capítulo 8: Un paseo

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Aylen

Tres días han pasado desde la última vez que hablé con Adrien. Tres días en los que solo lo he visto una vez cuando él y mi hermano se fueron a quién sabe dónde, cosa que sucedió hace unas horas, ni siquiera entiendo su indiferencia hacia mí. ¿Hice algo mal? ¿No le agradó suficiente el paseo? Oh... ¿fue porque casi nos besábamos? Oh bueno, eso creía yo, siempre pensando en cosas que nunca van a pasar. Absurda.

Sea lo que sea, no hay necesidad de ignorarme como lo hizo cuando lo saludé antes de irse con Aidan.

Bufo cerrando el libro en mis manos y bajando los audífonos a mi cuello. Mi turno en la cafetería terminó hace casi tres horas, vine directo hacia mi casa para darme una ducha y tumbarme sobre el cómodo puf en mi habitación mientras como chucherías que Verónica me trajo hace un rato.

Ellie se encuentra tumbada en mi cama viendo una serie, seguramente uno de sus K-Drama.

Sus mejillas se mantienen sonrojadas, como siempre, el cabello atado en dos trenzas y los ojos bien concentrados en la pantalla de su laptop.

—Awww, quiero un novio coreano —me mira con un puchero adorable —. Aylen, llévame a Corea.

La miro con una ceja arqueada, esta es una de las razones por la cual no me gusta ver series o películas con ella. Siempre vive quejándose y hablando todo el tiempo, y si ya la ha visto no se contiene en hacerte un spoiler que te jode la diversión. La amo, pero en eso trato de evitarla al menos que le cosa la boca o le ponga cinta en ella para que no lo haga.

Acaricio el pelaje de Blau a mi lado, este mueve su cola entusiasmado con la caricia. Se ha adaptado muy bien aquí, mis padres se encargaron de investigar y no tiene dueño, por lo que ahora este hermoso cachorro de ojos azules me pertenece.

—Si me llevas en tu maleta, por supuesto —le respondo a mi amiga y ella sonríe.

Ellie ama las series coreanas, por ende, vive enamorándose de todos los chicos que aparecen en ellas, queriendo tener un amor como el de los protagonistas.

—Trato hecho.

Me pongo de pie y dejo el libro en mi mesita de noche para luego leerlo más tarde.

—¿A dónde vas? —me pregunta al ver que camino hacia la puerta con Blau siguiéndome.

—Iré a jugar un poco con Blau. ¿Vienes?

Hace una mueca y señala la pantalla.

—Quiero terminarla hoy.

—Pero si empezaste a verla hace hora y media.

—¿Y?

Pestañeo varias veces y sacudo la cabeza.

—Nada, bueno, pásatelo bien. Nos vemos en un rato.

Sacude su mano en mi dirección.

—Chaito.

No hay nadie en casa a demás de nosotras y los guardias, mamá llega más tarde y papá también, Vero debe de estar en la casa que tiene cerca del lago.

Mi padre la mandó a construir para ella especialmente, para que se sienta cómoda y tenga su propio espacio, es una bonita casa con dos habitaciones, un baño, cocina y sala de estar. Todo está rodeado de plantas que ella misma se encarga de plantar, haciendo el lugar aún más hermoso.

—Vamos, Blau —lo llamo.

Salgo por la puerta trasera, y en eso encuentro uno de sus juguetes en el camino, rodeo el jardín hasta llegar a un espacio amplio para poder entretenernos a ambos.

Conquistándolo [Libro 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora