Capítulo 40: Traiciones que duelen

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Había dicho que preparen sus bates, pero también pueden buscar algún pañuelo.

Aylen

Las manos de Adrien se entierran con fuerza en mi cadera cuando su lengua se enreda con la mía y nuestras respiraciones aumentan. Estoy sentada sobre su regazo, sintiendo el calor que emite su torso desnudo gracias a la ducha que se dio hace unos minutos.

Enredo mis dedos en su cabello húmedo y tiro de él cuando me besa con fuerza.

En un movimiento que no espero, nos gira haciendo que mi espalda choque contra el colchón de su cama. Su cuerpo se acomoda sobre el mío, con cuidado de no aplastarme y vuelve a besarme desesperado. Una de mis manos se queda en su cabello y la otra en su pecho, ahí cerca de la cicatriz casi blanca que varias veces le he visto.

Sus labios barren los míos queriéndose fundir en ellos y me estremezco.

—Adrien —suplico con el corazón martillándome. Quiero más.

Se aleja de mi boca y me mira a los ojos. El color castaño casi sustituido por el negro.

—Necesito que lo digas en palabras, Hübsch —dice como si leyera mi mente, escaneando cada parte de mi rostro.

Me relamo los labios.

Tomo su rostro y vuelvo a besarlo, esta vez más despacio.

—Quiero tus dedos en mí... otra vez —digo viéndolo directamente a los ojos, sintiendo mis mejillas quemar.

No dice más nada, solo sonríe de medio lado antes de repartir besos por mi mandíbula, garganta y detrás de mi oreja con lentitud.

Mi espalda se arquea al sentir sus dedos pasar por en medio de mi vientre hasta llegar al borde de la pijama, juega conmigo, tomándose su tiempo de volverme loca.

—Adrien —gruño tirando de su cabello.

Se ríe contra mi piel sensible.

—¿Desesperada? —pregunta volviendo a mis labios otra vez.

Tiro de su labio inferior con un poco de fuerza, pero él ni se queja.

Termina con mi sufrimiento cuando por fin su mano encuentra mis bragas y acaricia por encima de la tela. Jadeo.

Su mirada está siempre en mí, atento a cada una de mis expresiones. Le devuelvo la mirada, pero al rato dejo de hacerlo cuando mis ojos se cierran al sentir su mano dentro de mis bragas y palpar la humedad en mi centro.

Scheiße —gruñe. «Mierda»

Me muerdo los labios cuando su pulgar presiona ese botón tan delicado que envía una corriente de sensaciones nerviosas a todo mi cuerpo haciéndome gemir sobre su boca. Lo frota arrastrando mi humedad hacia ese punto para facilitarle más la tarea. De mi garganta empiezan a salir jadeos cuando dos dedos se presionan en mi entrada, esperando que rechace el contacto y me arrepienta. ¿Cómo podría hacerlo? Si desde lo que pasó en la casa de la playa de los padres de Nick he querido volver a tenerlo así como ahora.

Escondo mi rostro en su cuello cuando el primer dedo se sumerge en mi interior, lo escucho respirar con dificultad al igual que yo.

El siguiente hace que tenga que llevar su otra mano a mi boca para poder silenciarme y que no nos escuchen. Mierda. Se me había olvidado que su tía y abuela están en sus habitaciones.

Empieza a moverlos dentro de mí, esta vez, a diferencia de la otra noche, más rápido.

—Te sientes demasiado bien, Hübsch —aprieto mis párpados con fuerza cuando aumenta la velocidad, haciendo que el sonido de sus dedos contra mi piel mojada suene en medio de nosotros.

Conquistándolo [Libro 1 & 2]Where stories live. Discover now