Capítulo 12

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Tras desayunar, Link y Zelda se dirigieron a la entrada del dominio zora para partir de viaje. El espadachín había empaquetado ya sus cosas y estaba listo, aunque seguía sintiéndose terriblemente nervioso. Cuando llegaron a la entrada, el hyliano alzó la mirada para ver a todos los allí presentes. Había algunos zora aguardando allí para despedirse de ellos y desearles un buen viaje.

Entre ellos Sidon, quien destacaba entre la multitud como era normal.

—Link... Espero verte pronto otra vez —dijo él, con una sonrisa apenada—. ¡Buena suerte, amigo mío! Y para ti también, princesa Zelda. Que tengáis un maravilloso viaje.

—Muchas gracias, alteza —contestó su amiga con una sonrisa.

Al ver a Sidon, Link recordó de golpe algo que había pasado por alto en su sueño por culpa de la pesadilla. A su mente regresaron aquellas imágenes de él entre los brazos del príncipe. Abrazándolo. Besándolo. Besándolo.

Había besado a Sidon en sueños. Había soñado con él. Había tenido ese tipo de sueños vergonzosos de los que no se cuentan a nadie.

«Oh, por Hylia, ¿por qué...?», se preguntó. Su rostro empezó a ponerse levemente rojo al recordarlo todo. Parpadeó varias veces, incapaz de procesar nada de lo que le estaba pasando.

Por si fuera poco lo había disfrutado. Su yo del sueño se había sentido tremendamente bien y podía recordar todas las sensaciones agradables que había tenido. ¿Se sentiría igual en la realidad o había sido cosa de su cabeza...?

—¿Link? —preguntó Sidon, arrodillándose para estar a su altura. Zelda y él lo miraban extrañados, quizá porque se había quedado congelado en el sitio con la mente en otro lugar.

—Ah, eh... Sí... Gracias, Sidon... —dijo él, bajando la mirada. No pudo mirar al príncipe, porque se sentía terriblemente avergonzado. Solo podía pensar en esas escenas una y otra vez.

Se estremeció completamente cuando el zora posó su mano en su hombro y le dedicó una sonrisa radiante. Después, él se alejó y se despidió con una reverencia cordial. Link se obligó a girarse y a seguir a Zelda y a los Sheikah por el puente.

Su corazón volvía a latir desenfrenadamente y en esa ocasión no era por la ansiedad.

Tras la despedida, Sidon se fue al balcón del palacio, sin parar de darle vueltas a sus pensamientos. Link había parecido muy incómodo en la entrada. Ni siquiera le había mirado a la cara, y se había empezado a montar historias en su cabeza. ¿Había hecho algo mal? ¿Le había incomodado con algo?

«Ayer besé su mano, pero no puede ser por eso ¿no? Ay no, no debí hacerlo», se empezó a decir el príncipe, dándole vueltas al mismo asunto una y otra vez.

Pero no podía ser. El propio Link había besado su mejilla hacía unos días, aquello no podía incomodarle. ¿O tal vez sí?

¿Y si era porque había descubierto que prefería a la princesa Zelda? Según le había dicho Link en el pasado, ella y él eran tan solo mejores amigos y estaban muy unidos, pero no podía descartar esa opción. Las cosas siempre podían cambiar; quizá había descubierto que le gustaba.

Además ella también era hyliana. Y él era un zora... Era comprensible que Link prefiriese estar con alguien de su misma raza. No podía evitar sentirse un poco celoso a veces por ello, aunque intentaba alejar esas emociones, pues no eran sanas ni razonables.

Después de todo, la princesa Zelda era una gran persona. Su corazón era sincero, puro y amable. Era una mujer encantadora, valiente, fuerte y admirable. Sabía que jamás le haría daño a Link ni a nadie. No iba a verla como una rival, pues después de todo la decisión de con quién estar era de Link. Él ya se había declarado, así que estaba tranquilo en ese aspecto.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora