Capítulo 31

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Aviso: En este cap hay escena íntima suave no explícita (SFW). Puedes ir directamente al final si te incomoda.


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La Espada Maestra chocó con la lanza de Sidon, creando un pequeño estruendo que pareció retumbar en sus oídos. Link apretó los dientes, algo frustrado. El zora ya había bloqueado varios de sus ataques, y los dos parecían estar igual de condiciones. No sabía que su compañero había mejorado tanto desde la última vez.

Hubo un momento de silencio donde tan solo se mantuvieron a distancia, midiéndose con la mirada mientras jadeaban con insistencia.

—Bazz te ha estado entrenando bien —comentó, jadeando pero sin perder la sonrisa divertida.

El príncipe asintió y sus labios se curvaron hasta crear una expresión desafiante. Entre los dos se había creado una tensión de rivalidad amistosa que empezaba a colmar el ambiente. En sus ojos había desafío, picardía y valentía.

—Efectivamente, así que no te contengas conmigo, querido —susurró el zora en un tono de voz que sonó bastante provocativo. Luego volvió a sostener firmemente su lanza—. Adelante. ¡En guardia!

Habían llegado hasta una antigua zona de entrenamiento que estaba en ruinas. De las construcciones de hace cien años solo quedaban algunas rocas y columnas que ya estaban cubiertas de plantas y musgo. Sidon había propuesto la idea de entrenar allí para liberar tensiones y entretenerse.

Y ahí estaban, enfrentándose cerca de las ruinas, frente al lago y envueltos en una tensión creciente y tentadora.

Link se peinó el cabello hacia atrás con la mano y, con una sonrisa, volvió a lanzarse contra Sidon. El príncipe volvió a bloquear su ataque con una risa eufórica y pasó a contraatacar, lanzándolo hacia atrás. El espadachín trastabilló pero consiguió mantener el equilibrio.

—Qué adorable —dijo Sidon, mirándole con diversión.

Aquello lo sintió como una provocación, y Link no iba a permitirlo. Puede que fuese mucho más bajo y que luciese más delgado, o que llevase meses sin entrenar, pero seguía siendo un gran guerrero. Así que, veloz y ágil como un rayo, lanzó varios ataques engañosos para despistar a Sidon. Luego realizó uno de sus movimientos secretos y consiguió arrebatarle la lanza, la cual salió disparada y se clavó en la tierra.

El zora perdió el equilibrio y cayó sentado al suelo, desorientado. Se quedó con los ojos abiertos mientras veía al espadachín apuntándolo con su espada y con una sonrisa triunfante.

—¿Quién es adorable ahora, príncipe zora? —habló con diversión—. Parece que Bazz no te ha enseñado todos mis trucos.

Sidon se quedó con la boca abierta, derrotado y con una expresión de fascinación en el rostro.

—Por la diosa Nayru... ¡Eres increíble, Link! ¡Eso ha sido grandioso! —dijo con entusiasmo y con ojos brillantes—. Es imposible ganarte.

El hyliano dejó su espada y se sentó al lado de él, con una mirada risueña. Le había venido bien el entrenamiento para liberarse un poco.

—Mira el lado bueno: Luchas mejor que montas a caballo.

El zora le miró con sorpresa y pestañeó varias veces sin saber cómo responder a aquello. Link empezó a reprimir la risa, pero no pudo. No paraba de recordar cuando, hace algunas horas, Fire estuvo a punto de tirar a Sidon de su lomo y el zora empezó a llamarlo desesperado.

—Así que, ¿riéndote de tu príncipe otra vez?

—Sí, ¿algún problema?

—Te vas a enterar, hyliano —contestó, acercándose repentinamente. El rubio soltó una exclamación sorprendida por la impresión.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant