Capítulo 14

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Habían regresado al hogar de los zora cuando la fuerza de voluntad les permitió hacerlo. Decidieron no comentar nada de su relación por el momento, así que cuando volvieron intentaron disimular que no había pasado nada entre ellos o que no se morían de ganas de tomarse de las manos. No era por el hecho de ser hombres o por ser de distinta raza, sino porque se trataban nada más ni nada menos del príncipe de los zora y del campeón de Hyrule; la noticia sería demasiado llamativa para todo el reino. Para explicar el regreso inesperado de Link dijeron que el espadachín aún no se sentía bien del todo para viajar con la princesa, y que había preferido volver para terminar de recuperarse.

El hyliano había regresado a la habitación de antes y estaba volviendo a colocar sus pertenencias allí para no tener que cargar con ellas. Cuando abrió su alforja, se encontró con la tableta sheikah y una nota con la cuidada caligrafía de Zelda:

"Prunia me ha conseguido otra tableta sheikah a mí así que te la puedo devolver. Sé que le tenías mucho cariño a esta y creo que te puede venir muy bien.

De: Tu amiga, que te quiere mucho.

PD: Hazte fotos bonitas con el príncipe Sidon, ¿eh?"

El espadachín pestañeó varias veces al leer aquella nota, sorprendido.

—¿Cómo ha...? —susurró, sin entender cómo ni cuando había dejado aquello allí.

Su amiga no paraba de sorprenderle, y aquello le sacó una sonrisa al rubio. Cogió la tableta sheikah, la única compañera que había tenido al despertar en el santuario de la vida hace tiempo. La verdad es que tenía muy buenos recuerdos con ella, aunque también algunos más tristes.

Sacudió la cabeza para no pensar en cosas malas, y volvió a ponerse la tableta en el cinto como hacía tiempo.

—¿Link, estás listo? —preguntó Sidon, mirándole desde la entrada.

—Sí. Ahora mismo voy.

El zora le dedicó una sonrisa tierna y se marchó. Un suspiro salió de sus labios por sentirse tan feliz de aquella nueva etapa de su vida.


A la hora de comer, Link preparó unos deliciosos platos de pescado asado con frutos del bosque que Sidon adoró. Durante la comida rieron y charlaron como siempre, pero había ciertos detalles que dejaban ver que entre los dos se había forjado un nuevo vínculo.

Rivan los observaba con una sonrisa enternecida. Podía imaginarse lo que había sucedido y estaba tremendamente feliz por ambos. Ya no solo le parecía que Sidon brillaba más al estar al lado de Link, sino también era obvio que el hyliano se veía más alegre y hablador con el príncipe. Sabía que ambos se complementaban perfectamente.

—Esos dos pasan demasiado tiempo juntos —dijo de repente un voz.

Rivan lo miró de reojo, sin apenas mirarle. Era Muzun, el anciano zora más cercano a la familia real. Nunca lo había admitido, pero no le caía especialmente en gracia aquel anciano.

—¿Algún problema? —contestó con seriedad.

—Que es obvio que ese hyliano es una distracción para el príncipe. No está atendiendo a sus deberes reales ni entrenando como su padre quiere. Voy a tener que hablar con el rey.

Rivan vio como Sidon y Link se marchaban por el puente entonces, dirigiéndose hacia otro lugar. El anciano resopló al verlos, y no vio la mirada recelosa que el guardia le dedicó. Muzun intentó seguirlos, pero el guardia lo detuvo interponiéndose en su camino.

—Con todo mi respeto, no debería meterse en los asuntos del príncipe. Puede que sea un zora joven aún, pero es responsable y sabe lo que hace. Él siempre ha estado muy comprometido con su pueblo y su deber; nunca le ha dado ningún motivo para pensar lo contrario. Ahora, si me disculpa, debo regresar a mi puesto y usted debe volver al suyo.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Where stories live. Discover now