Capítulo 16

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Los días se sucedían sin descanso y todo transcurría en paz en la región de los zora. O casi todo.

Link seguía siendo víctima de las pesadillas recurrentes y los aterradores flash-backs, y el hyliano estaba haciendo todo lo que podía por mantenerse bien y no preocupar a Sidon. Al menos, cuando no llovía, estaban yendo juntos a mirar las estrellas y eso hacía que odiara menos el llegar de la noche. Juntos compartían cientos de historias, anécdotas y algún que otro beso a escondidas bajo la eterna mirada del cielo nocturno.

Cuando Sidon se iba a su respectiva habitación, el héroe se quedaba en la cama de agua pensando en el príncipe, recreando escenas junto a él o imaginándose muchas otras. Todo ello para no pensar en cosas malas o tristes, pues el silencio era su peor enemigo últimamente. Alguna que otra noche había logrado dormir unas cuantas horas, aunque otras había decidido salir fuera y aguardar a que amaneciera. Estaba acostumbrado de todas formas: durante aquella aventura pasada se había pasado noches enteras sin dormir frente a las hogueras, tan solo descansando hasta que el sol salía.

Sin embargo, fue cuestión de tiempo que el príncipe empezara a notar lo cansado que estaba cada día por no dormir bien. Eso hizo que se preocupase por él, cosa que Link no quería. No deseaba preocupar a nadie con sus problemas. Aunque le hubieran dicho que podía dejar que le ayudasen, él aún sentía que iba a ser una carga para los demás. Estaba tan acostumbrado a ser todavía el héroe que no debía temerle a nada, que simplemente no podía dejar caer aquella máscara.

No pasaron desapercibidas para el espadachín las miradas recelosas de Muzun, a quien muchas veces había pillado observándoles. Link empezaba a sentirse un poco incómodo con ello, e intentaba no acercarse tanto a Sidon mientras estaban rodeados de gente. El anciano, para colmo, pareció encargarle más tareas que de costumbre al príncipe, como si quisiera verlo trabajar más. Link no sabía a qué se debía, si era normal o no, pero intentó mantener la calma. Demasiado tenía ya con sus propias preocupaciones.

Aquella noche, se encontraban tendidos en el césped de los alrededores mientras observaban las estrellas. Llevaban un rato ya en silencio y cuando quiso darse cuenta, el zora se había quedado dormido. Se quedó observándolo durante un rato, ensimismado por aquella profunda paz que expresaba su rostro. Pero sobre todo por esas escamas luminiscentes de su cabeza y hombros que le otorgaban una imagen casi mística, como sacada de un sueño demasiado bello. No se lo había dicho, pero le parecían más interesantes que las mismísimas estrellas.

No podía dejar de pensar en que cada vez adoraba más a aquel zora.

Se acurrucó junto a él, sintiendo su suave respiración y el vaivén de su pecho. Parecía agotado, y no pudo evitar sentirse culpable. Había estado todo el día con sus deberes de príncipe y aún así había venido allí con él por muy agotado que estuviese. Todo por culpa de sus pesadillas y traumas. ¿Se merecía que hicieran tanto por él? A veces lo dudaba.

No pudo evitar pensar que, después de todo, estaba siendo una carga para Sidon.

—Sid —le susurró, mientras le acunaba el rostro con sus manos.

Sidon abrió los ojos y lo miró un poco desorientado. Link acarició sus mejillas con los pulgares y le dedicó una sonrisa.

—Oh... ¿me quedé dormido?

—Sí. Vete a descansar, ya es muy tarde.

—¿Seguro? —preguntó el zora con una voz adormilada que le provocó mucha ternura. Link asintió, intentando sonreír y mostrar seguridad.

—No quiero que te desveles tanto por mí —dijo suavemente, mientras hacía ademán de levantarse de allí—. Volvamos.

De repente el zora se giró hacia él y lo atrapó entre sus brazos, impidiendo que el hyliano se levantase. Link dejó escapar un quejido de sorpresa pero no dijo nada. Solo se quedó ahí, sorprendido y con el corazón latiendo deprisa. No se atrevió —ni quiso— moverse. Estaba tan cómodo, tan seguro en aquellos brazos, que todas las anteriores preocupaciones empezaban a pesar un poco menos. Como si Sidon tuviera la cura para todos sus males. Como si fuese su luz en toda aquella inquietante oscuridad.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Where stories live. Discover now