Capítulo 13

716 57 45
                                    

Sidon se encontraba delante de la estatua de Mipha como solía hacer siempre. No paraba de suspirar y sabía que los habitantes de la región se estaban dando cuenta de que algo le pasaba a su príncipe.

Pero no podía hacer otra cosa, el corazón le dolía por aquella incertidumbre. Ni siquiera sabía si Link iba a regresar. Podía tardar semanas, meses o Hylia sabía cuánto. No lo quería admitir, pero se sentía terriblemente frustrado. Su amor por el hyliano no hacía más que crecer y lo había estado ocultando demasiado tiempo como para volver a encerrarlo entre cuatro paredes. Le había declarado sus sentimientos, ¿pero y ahora?

Se había acostumbrado tanto a su presencia aquellas últimas semanas que ahora sentía un enorme vacío que no sabía llenar. Echaba de menos tenerle allí, ir a pasear juntos, charlar. Extrañaba su voz y aquellos ojos azules que tanto adoraba.

De repente escuchó un pequeño alboroto en la entrada y se giró para ver qué ocurría. Como si sus pensamientos se hubiesen materializado, vio a Link acercándose rápidamente a él. Estaba jadeando, como si hubiera estado corriendo durante todo el camino. Sidon se quedó boquiabierto y desorientado por la repentina aparición del espadachín.

—¿Link? ¿Te has dejado algo aquí...?

—Sí —afirmó mientras se detenía frente a él. En su rostro pudo ver una expresión decidida y seria que Sidon no supo identificar—. Ven conmigo. Ahora.

No se atrevió ni pudo decir nada más. El espadachín inmediatamente cogió su mano y empezó a tirar de él como si quisiera guiarlo a algún lugar. El zora se dejó llevar, sintiendo los nervios trepando por su garganta.

Cruzaron el puente que llevaba al Monte del Trueno, dejando el palacio cada vez más atrás.

—¿Dónde vamos...?

—Shhh —le calló el hyliano, dejando más confundido al zora.

Tras un rato caminando, el espadachín se detuvo. Estaban en medio de la naturaleza, sin nadie alrededor salvo por algunas mariposas y pequeños animales. Por unos segundos, fueron inundados solamente por sonido del viento y de los pájaros.

Cuando quiso darse cuenta, el hyliano se había subido a una roca de tal manera en la que podían mirarse a la misma altura.

—¿Link...?

—Quiero comprobar algo.

—¿C-comprobar qué?

Un silencio. Sus nervios haciéndose más grandes. La mirada del rubio fija en la suya.

De un momento a otro, Link agarró sus hombros, lo acercó a él y selló sus labios con los suyos, arrancándole una pequeña exclamación de sorpresa de lo más hondo de su garganta.

Sidon no pudo reaccionar al principio, porque simplemente no podía creérselo. Ni siquiera se atrevió a tocarle por si se trataba de una frágil ilusión que se desharía con su roce. Así que solo optó por cerrar los ojos por instinto, disfrutando cada dichoso segundo de aquel beso. Notó todos los músculos de su cuerpo volverse débiles y su pecho arder. La cercanía de Link llenándolo por completo, transmitiendo esa calidez tan agradable. Su alrededor desvaneciéndose, haciéndole entrar en otra realidad en la que solo existía ese instante, ese beso. Link.

Sus labios eran tan cálidos como siempre había imaginado. Eran suaves y firmes, el lugar perfecto para perderse. Un recoveco donde podía dejarse llevar hasta nuevos terrenos.

Cuando el hyliano se separó, Sidon solo podía escuchar los latidos desorbitados de su corazón. Link estaba rojo hasta las orejas pero lo observaba con una sonrisa.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Where stories live. Discover now