Capítulo 20

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Sidon lo tumbó sobre la cama con sumo cuidado, como si se tratase de un preciado cristal. Unos zora le trajeron todo lo necesario para curarle las heridas, así como algunas manzanas para que comiese, sabiendo que eran las favoritas de Link. Cuando todo estuvo listo, el príncipe se giró hacia Bazz y Rivan que aguardaban en la entrada.

—Aseguraos de que nadie nos moleste, por favor.

—A la orden, príncipe —dijo Rivan, con seriedad—. Vigilaremos la puerta.

—¡Sé fuerte, Link! —se despidió Bazz, mientras seguía al otro guardia al exterior.

Link le dedicó una pequeña sonrisa que acabó desapareciendo cuando se cerraron las puertas y se quedó a solas con Sidon. Elevó la vista al zora, quien lo miraba con un rostro entristecido y atento. Su pareja le quitó las botas y luego hizo ademán de quitarle la túnica para poder curarle bien las heridas. El espadachín puso de su parte y elevó los brazos mientras dejaba que Sidon le sacara delicadamente aquella prenda. Se sentía muy débil, así que agradecía que le ayudase.

Mientras comía una manzana para recuperar la energía, el zora comenzó a limpiarle con cuidado las heridas. Tenía algunas pequeñas en la cara, pero las peores estaban en sus brazos y en el torso. Soltó un pequeño gemido de dolor cada vez que el príncipe pasaba el paño mojado sobre las heridas para retirar la tierra y la sangre seca. El príncipe le contestaba con un "lo siento" en un hilo de voz y seguía con su tarea.

Estaban en un profundo silencio que el rubio no supo identificar, aunque aquello no duró demasiado ya que el zora habló de repente.

—Link, por la diosa Nayru... No sabes lo preocupado que me has tenido cuando no te encontraba por ningún sitio, y el terror que he pasado al verte herido y a punto de desmayarte. Por favor, no vuelvas a hacerme esto.

—No es para tanto... Estoy bien, en serio, solo son heridas.

—¡Sí qué lo es! Es tu cuerpo y tu vida, Link —le dijo mientras seguía curándolo con cuidado. No lo miraba, pues estaba atento a las heridas—. No los trates como si no valiesen nada. ¡Tienes que tener más cuidado!

No era la primera vez que Sidon le regañaba por llegar herido al dominio zora. Había pasado en algunas de sus visitas durante su misión de derrotar a Ganon, y después de esta, y en todas esas ocasiones el príncipe le había repetido que fuera más cuidadoso y se había mostrado muy alarmado.

En todas aquellas veces, Link había sonreído al ver cuánto se preocupaba por él, pero esta vez se sentía tremendamente culpable. Había notado a su novio temblar mientras lo sostenía entre sus brazos, como si tuviera miedo de perderlo de un momento a otro. Y ahora estaba ahí, sanándole el daño con ojos tristes.

Había sido muy imprudente y, como siempre, un ser querido había tenido que curar sus heridas. En aquellas ocasiones se daba cuenta de cuán importante era él para algunas personas.

—Lo siento, Sidon. Tendré más cuidado, te lo prometo. ¿Estás enfadado?

Esta vez, el zora sí que lo miró. Luego esbozó una sonrisa entristecida y le acunó la mejilla con una mano. Link la acarició con la suya, sintiendo la calidez que emanaba de su piel.

—No lo estoy, pero me preocupo mucho por ti y no me gusta verte herido. Me da mucho miedo perderte —dijo Sidon, acariciándole la mejilla con el pulgar—. Cuéntame lo que ha pasado.

—Unos lizalfos. No suelen ser problema para mí, pero... supongo que no estaba en condiciones para pelear.

—¿Y qué hacías luchando con lizalfos...? ¿Por qué te fuiste tan inesperadamente?

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora