Capítulo 41

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Ambos continuaban el trayendo en un silencio inquebrantable, descendiendo por las colinas. Sidon observaba de vez en cuando a Link, quien tenía la mirada baja y un rostro pensativo. Era como si no estuviera en su propio cuerpo, sino en otro universo. El zora había querido darle su espacio aquellos días para que pudiera estar junto a sus parientes, y no podía negar que le había extrañado muchísimo. Aún seguía haciéndolo, de hecho.

El rubio seguía distante, por eso al principio el príncipe no se atrevió a molestarlo, pero llegó un punto donde necesitaba comprobar que estaba bien, así que le indicó a Fire que se acercara a Kai para poder estar junto a su hyliano. Tras eso, se inclinó y le acarició la cabeza a Link con delicadeza.

—Mi perla... —susurró. El espadachín se sobresaltó pero por fin pareció regresar a la realidad.

—Lo siento, me quedé en las nubes —se excusó, mirándole. Aún con sus ojeras y cicatrices, Link le parecía el hombre más bello del mundo a Sidon—. No pretendía ignorarte.

—Lo sé, no te preocupes. ¿Estás bien?

—Sí. Es solo que... tengo que asimilarlo aún —contestó mientras dibujaba una sonrisa. Verle sonreír alivió su preocupación, así que el príncipe le devolvió el gesto.

—Te eché de menos —dijo sinceramente. No quería ser un novio demasiado pegajoso porque sabía que Link era alguien que necesitaba su espacio de vez en cuando, pero no pudo evitarlo. Dolía estar lejos de él, sobre todo sabiendo lo vulnerable que estaba el rubio—. Y también dormir junto a ti. Me había acostumbrado...

—Yo también, Sid —contestó él con voz suave. Parecía que le costaba hablar—. ¿Te aburriste mucho?

—¡Al contrario! Zelda y yo conversamos bastante y fue verdaderamente agradable. Hablamos de Mipha, de nuestros padres, de Hyrule, y temas por el estilo; y también me dio consejos de equitación —contó, alegre, mirándole con ojos brillantes—. Ha sido un honor haber podido conocerla más, pues es encantadora. Y tiene muchos conocimientos sobre caballos, aprendí mucho.

—Lo sé... Nunca te aburres con ella —dijo con una leve sonrisa.

Luego Link volvió a bajar la mirada mientras acariciaba la crin de Kai. Sidon sintió la necesidad de hacerle sentir mejor y alejarlo de toda aquella tormenta de pensamientos que parecía estar atormentándolo. Decidió tantear el tema y hablar sobre los hijos de su hermana.

—Parecían personas honradas, me alegra que hayas podido reunirte con tus parientes, Link. ¿Cómo te sentiste?

El rubio dejó escapar un suspiro y tardó unos segundos en contestar.

—Al principio fue... muy raro verles. Me sentí como si no perteneciese a esta época —confesó él. Sidon le miró con curiosidad y un poco con preocupación—. Pero ese sentimiento acabó pasando. Y sí, son buenas personas... Me alegra...

—Oh, Link...

—Estoy bien, estoy bien. No te preocupes, Sid. De verdad. —Sonrió, así que Sidon lo dejó estar y decidió romper la tensión de otra manera.

—Bueno, ¿y les comentaste algo acerca del novio tan principesco que tienes? Yo ya te presenté a mi familia —bromeó, dedicándole una mirada juguetona. Con aquello desarmó a Link por completo, quien enrojeció.

—N-no surgió en la conversación —respondió, desviando la mirada—. Pero ya se acabarán enterando.

El zora soltó una carcajada alegre y su clara voz se esparció por el bello paisaje que atravesaban. Link se sonrojó aún más cuando el príncipe le revolvió los cabellos a su querido guerrero.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Where stories live. Discover now