Capítulo especial

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¡Hemos llegado a los 20k lecturas y 2k votos! Muchas gracias por vuestro apoyo y ánimos, la verdad es que leer vuestros comentarios fue la mejor parte de escribir este fanfic. Es un honor para mí que hayáis disfrutado. Siempre es muy triste acabar una historia, y sé que voy a echar mucho de menos escribir esta. Pero no quiero ponerme triste, quiero despedirme de este fanfic de la mejor manera posible, con todo lo bueno que me ha proporcionado.

Para celebrar, aquí os dejo un capítulo extra. ¡Qué disfrutéis! Ya nos veremos en nuevas historias.


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Todo el dominio estaba decorado para la ocasión, desde los bellos puentes, la plaza y hasta el palacio. Había música en cada rincón, flores azules y blancas en las mesas o esquinas, y decoraciones hechas con conchas, corales y gemas por doquier que hacían honor al estilo zora.

El ánimo de la gente no podía ser mejor. Todos estaban ajetreados con las preparaciones con una sonrisa pintada en la cara. Era un evento de gran importancia, después de todo: el príncipe iba a ser desposado por fin, y nada más ni nada menos que por el héroe de Hyrule. Aún había algunos ancianos que seguían recelosos con la idea de que el príncipe se casara con un hombre hyliano, que no podría darle descendencia, en vez de con una mujer zora. Pero no podían hacer nada por impedirlo, el rey tenía la última palabra y él ya había decidido darles la bendición.

A la ceremonia estaban invitadas personas de todas las razas y edades. Todos querían ver en persona cómo se casaban Link y Sidon, por lo que habían viajado desde distintas partes de Hyrule solo por ellos. Por supuesto, no podían faltar los amigos de la pareja: Riju había venido con dos de sus guardianas, Teba con su esposa e hijo, Yunobo quien se encontraba hablando con algunos goron, y también Prunia, Impa y Pay. Además habían venido los familiares del espadachín, Kazuki, Ilia y Arely.

Al ser una boda real la seguridad se había incrementado el triple y tanto guardias zora como hylianos se hallaban vigilando para que no hubiese ningún problema. Era un día nublado, pero en la cultura de los zora aquello era un augurio de buena suerte, sobre todo si llovía. Si aquello pasaba, lo tomaban como una señal de la mismísima diosa Nayru.

En aquel momento, al héroe lo estaban preparando en una habitación y al príncipe en otra. Ya estaba todo listo: el altar, la sacerdotisa que los iba a casar, y los invitados que ya empezaban a llegar. El rubio intentaba que los nervios no lo controlasen mientras algunas mujeres zora ajustaban su atuendo. Entre ellas además estaba Zelda, que se encontraba peinandole el cabello con dulzura y recogiéndoselo con delicadeza. También estaba Bazz, que había decidido acompañar a su buen amigo en sus preparativos.

—¿Y si pruebas a recogerle el cabello un poco más alto? —le propuso el guardia zora a la princesa, acercándose.

—Lo probaré. Estoy intentando que no queden mechones sueltos. ¿Qué te parece así? —habló Zelda, mientras trabajaba en el peinado. Bazz asintió conforme—. ¿No le prometiste a Rivan ayudarle a controlar a la multitud?

—Seguro que se las está apañando bien —le restó importancia el zora.

La hyliana soltó una risa antes de volver a dirigirse a Link mientras colocaba algunas cintas en el cabello del chico.

—¿Nervioso, Link?

—No sé si estoy más nervioso por la boda o por convertirme en príncipe consorte... —confesó el chico, sintiendo que su corazón iba a mil por hora. Una de las zora estaba ajustándole el cuello del traje y Link sentía que se ahogaba.

La princesa dejó escapar una pequeña risilla y sus miradas se encontraron en el espejo frente al que estaban. El espadachín sonrió: Su amiga se había cortado el pelo hacía tiempo, y ahora él lo tenía un poco más largo que ella.

Lo que nunca dijimos (Sidlink)Where stories live. Discover now