Capitulo III - Entrenando, o algo así

27.4K 2.2K 1.2K
                                    

— Yo digo que te abalances sobre él, dudo mucho que te diga que no, se nota que es mutuo. — Te decía tu amiga Gwen, que estaba acostada junto a ti, se había quitado un poco las mascarillas de skincare que ambas estaban usando. —Aparte, ¿Qué es lo que podrías perder? — La rubia se pasó las manos por la cara, esparciendo los restos de hidratante que le había dejado la mascarilla.- Mi trabajo, y no tendría a donde ir. — Le respondiste, estabas quieta también con una mascarilla pero la tuviste puesta por unos minutos más. Invitaste a tu amiga a tu departamento a pasar el fin de semana, necesitas consejos y distraerte un poco también, aparte era tu única amiga en ese universo.

No eras muy querida, por no decir que casi odiada por los otros spiders, quienes te miraban en menos por estar en una posición tan privilegiada a pesar de ser una simple humana, no tenías poderes, no cómo funcionaban los poderes de los spiders ni mucho menos podías viajar en distintos universos si no era con Miguel, tu amiga afirmaba que era envidia pero tú sabías que no, tenías claro que eras inferior y que sólo tenías que cumplir tu deber siendo secretaria, no tenías tiempo de sentirte mal por las malas miradas o comentarios malintencionados de terceros, aunque a veces esto te jugaba en contra. Aparte ya hace 6 años que vivías ahí, en tu universo original no llevabas una buena vida y Miguel te sacó de eso.

Eras una adolescente entrando a la adultez, era un día festivo, Año Nuevo, estabas trabajando hasta altas horas de la noche y cuando te tocó sacar la basura, te quedaste un momento afuera para fumar un cigarrillo, te agachas un momento para descansar aunque sea un poco, hoy el bar había estado demasiado movido por las fechas y estaban todos alterados, sobre todo tu jefe, al apagar la colilla de cigarro, tus ojos inevitablemente miraron tus brazos donde habían marcas de quemaduras, algunos hematomas causados por golpes y pusiste la palma de tu mano en tus ojos, cubriendo estos, ¿Quién diría que ibas a terminar así? Fuiste a una buena universidad estando becada pero tus papás fueron unos cretinos contigo y te corrieron de la casa, dificultando tus estudios y sin dejarte de otra que abandonar la universidad, para dedicarte a trabajar y ganar una miserable cantidad de dinero que te permitía vivir en un pequeño departamento, te podías dar el lujo de dos comidas diarias y muchas enfermedades respiratorias por la humedad del miserable departamento.

Una puerta se abrió tras de ti, un fuerte olor a alcohol se apoderó de tus fosas nasales y cerraste los ojos con fuerza, era tu jefe y estaba muy borracho. — Dentro es todo un lío y tú estás perdiendo el tiempo aquí afuera. — No sabías si era a causa del cansancio pero no pudiste disimular su irritación y lo volteaste a ver con una mueca de disgusto, sin decir nada, seguías agachada. — ¿Y esa cara de perra? No juegues conmigo, Victoria. — El hombre había tomado agresivamente tu brazo, te levantó de un tirón y te tironeo a medida que te alzaba la voz. Una pequeña voz dentro de tu cabeza te dijo con maldad "Vamos Victoria, no te gusta tanto este trabajo de todas maneras, es asqueroso limpiar los baños del bar y sabes que tu cuerpo no va a resistir otros golpes, es Año Nuevo, nadie se enoja."

Así que le hiciste caso a esa voz tuya e inhalas por la nariz exageradamente, preparaste tu garganta antes de. — ¡Maldito viejo de mierda, tu bar apesta y tu aliento es una basura! - Tu pecho subió y bajó exageradamente después de insultar de esa manera a quien normalmente le tenías miedo, abriste los ojos con asombro ante tus propias palabras y antes de poder cubrirse de cualquier golpe, el gran hombre puso una mano en tu cuello y te estampó en la pared, quitando el aire. 

— He tenido una paciencia increíble contigo, soportando como te las das de perra ruda conmigo y los clientes.— Pusiste ambas manos sobre la mano que te ahorcaba, pero fue inútil, el hombre tenía mucha más fuerza que tú, así que hiciste peso muerto, tenías una vida desastrosa y no querías luchar por ella.

Poco a poco ibas perdiendo la consciencia hasta que una fuerte explosión resonó a pocos centímetros, ocasionando que tanto tú y como tu jefe rodaran por el suelo, había un ser frente tuyo que era digno de una película de terror, sus enormes garras y unas gigantes alas opacaron tu visión. — ¿Dónde está Miguel? — Su voz era igual de terrorífica que su aspecto, entre ojo pudiste ver como tu jefe corría como el maldito cobarde que era, en cambio tu, te quedaste congelada porque tus músculos no responden por el enorme miedo que recorría tu cuerpo.— N...No sé quién es Miguel.— Respondiste con total sinceridad, tu labio inferior temblaba y estabas pálida, el sujeto de desconocida especial te puso las garras encima, enterrando la punta de sus uñas tu piel y de un momento a otro el piso estaba manchado con sangre, soltaste un grito que hizo eco en el callejón que se encontraban. — Nadie parece saber quién es Miguel, ¡no soy imbécil! — Gritó en tu oído, dejando tu oído algo sordo y con un agudo pitido, te tapaste el oído y el monstruo reaccionó ante tu leve movimiento y te clavó más las uñas, no podías creer que estabas a punto de morir por segunda vez en el primer día del año, pero creías que era mucho mejor morir a manos de tu jefe, era una muerte menos llamativa y no ibas a aparecer en las noticias.

Yes, Sr. O'hara ─ 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 𝑂'ℎ𝑎𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora