Capitulo IX - Un nuevo Spider

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Era casi medio día y estabas muy aburrida, no es como si trabajar con Miguel fuese lo más divertido del mundo pero después de haber estado juntos viendo una película no podías negar que te emocionaba de verlo en la oficina, pero el chico te había avisado que ese día tenía asuntos que resolver fuera y que ti te tenías que hacer cargo el día de hoy, pero seguía siendo aburrido.

Tenías una sensación amarga durante los últimos días y es que ignorar a Hobie te hacía sentir mal, sentías tanta culpa y temías mucho que él estuviera enojado contigo, sus mensajes eran de preocupación pero te asustaba igual, seguiste ignorando tu celular que había vibrado hace un rato y estabas muy segura de que había sido Hobie de nuevo, te mandaba mínimo dos mensajes por día.
Estabas consciente que la misión fue arruinada por tu culpa, a pesar de que se pudo realizar lo planeado desde un inicio pero al costo de que tu amigo y su compañero fueron brutalmente atacados, de sólo pensarlo una horrible sensación te invadía todo el cuerpo y ahí estabas de nuevo, sudando frío y temblando en tu asiento sin saber qué hacer para arreglar el desastre que habías hecho, o el desastre que tú creías que hiciste.

(—)

Estabas en tu almuerzo, pero la comida se te devolvía a ratos casi vomitándose, odiabas ser tan ansiosa porque tu cuerpo respondía demasiado mal y revisaste el menú de la cafetería hoy, era sopa y eso sonó bastante bien para tu estómago porque quizás te hacía falta algo más suave para ti. Bajaste a la cafetería y tomaste una bandeja para ir a por la comida, hiciste la fila mientras mantienes tu cabeza ocupada en algunas cosas que aún te faltaban por terminar para así quizás irse temprano hoy, de lejos escuchaban algunas risas y volteaste por inercia, se estaban riendo de ti.

Tenías la cabeza tan llena de cosas que olvidaste el importante detalle que no debías bajar donde estuviesen los demás Spiders si no querías pasar un mal rato, tus manos temblaron haciendo una fuerte presión en la bandeja y suspirando fuerte, intentando ignorar las despectivas miradas sobre ti, la fila fue avanzando hasta que tuviste tu turno y hasta la señora que estaba sirviendo te miró extrañada, ¿Ahí hacía mucho frío o por qué tu cuerpo estaba tan helado? moviste la cabeza de un lado a otro para ignorar esa extraña sensación. Fuiste hasta una mesa y con la primera cucharada unas enormes náuseas se apoderaron de ti, todos estaban mirándome y susurraban cosas cerca tuyo, por qué no podían simplemente vivir sin fijarse en ella.

Querías que Miguel llegará pronto, cuando él estaba nadie se dignaba ni a dirigirte la mirada y eso te hacía sentir intocable pero a espaldas de tu jefe eras tratada de mala manera, eras el centro de atención y no sólo por no tener poderes, si no por las cantidades exageradas de rumores que existían, tales cómo que habías llegado a un puesto tan arriba sólo por regalar tu cuerpo, o que eras hija de alguien bastante poderoso para llegar a donde estabas sin esfuerzo, pero todos desvalijaban tu trabajo y tu esfuerzo. No pudiste almorzar la sopa tampoco y la botaste para dejar la bandeja en una despensa y a pasos rápidos volviste tu espacio seguro, tu oficina.
Habías pasado al baño para vomitar y tu estómago quedó vacío, sentías fatiga y de a ratos gotas de sudor recorrían tu frente, tus manos estaban temblorosas y te costaba retomar de manera correcta tu trabajo, quizás eran muchas cosas en muy poco tiempo, tu sentido auditivo estaba sobre estimulado porque cada ruido te retumbaba por dentro y te provocaba dolor de cabeza, tapaste tu rostro con ambas manos y pequeñas lágrimas comenzaron a salir, salió de control y tu respiración se agitó.

Estabas pálida, sentías que las paredes de la oficina se iban acercando a ti y el miedo de ser aplastada llenó tu cabeza de miedo, tu cuerpo comenzó a temblar y te pusiste ambas manos en tu cabeza en un inútil intento de calmarme, la pantalla de tu celular se iluminó y viste el nombre de contacto "El guitarrista más guapo" Hobie se había agendado a él mismo de esa forma, no lo pensaste ni dos veces y lo llamaste, intentando con todas tus fuerzas no soltar el teléfono por tus temblores. — ¿Puedes venir? Me siento muy mal... Creo que estoy teniendo un ataque de ansiedad. — Escuchaste un rápido "sí" y te cortó, en menos de 5 minutos el chico de rastas hizo aparición.

Yes, Sr. O'hara ─ 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 𝑂'ℎ𝑎𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora