Yes, Sr. O'hara ─ 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 𝑂'ℎ𝑎𝑟𝑎

Especial Hobie.

Podrías estar ensayando con tu banda mientras bebes cervezas con tus amigos, podrías estar tomando una siesta en tu cama o podrías estar haciendo cualquier otra cosa que no te denigre como persona, pero ahí estabas, dándole un masaje en los pies a hermosa mujer que a simple vista parecía un ser angelical, con sus llamativos ojos verdes y su lechosa piel, podría estar todo un día con ella si tan sólo no abriera la boca, pero no todo es perfecto.

─ Lo haces horrible, te voy a dar una patada si sigues siendo así de brusco, ¿Sabes lo que es un masaje? ─ Habló molesta en lo que alzaba el pie dispuesta a golpearte pero fuiste más rápido en tomar su pierna e intentar retomar el masaje, ahora siendo mucho más suave a diferencia que antes.─ Oye, cómo era que se llamaba tu amiga rubia.

─ ¿También eres lesbiana? ─ Dijiste algo irritado por su pregunta, no era la primera vez que una chica te preguntaba por Gwen, era mucho más frecuente en sus presentaciones en la banda. ─ Se llama Gwen y no eres su tipo.

─ ¿Acaso Vicky es más su tipo también? ─ Sabías que con el "también" se refería a ti, eso terminó por sacarte de quicio y le diste un fin a los masajes para ponerte de pie, dispuesto a retirarte del hotel, y Verónica quiso detenerte. ─ Deja de ser tan llorón, siempre te enojas cuando hablo de Vicky.

─ Sabes que es un tema que no quiero tocar aún, aparte que lo haces sólo para molestar, déjate de tonterías. ─ La chica tomó tu mano impidiendo que dieras otro paso más a la puerta, suspiraste agotado antes de voltear a verla, viendo que ella seguía con una sonrisa burlona, cómo siempre. ─ ¿Ahora te ríes de mi?

─ Claro que me voy a reír, sería un desperdicio no reírme si tengo a un chico tan lindo en frente de mi haciendo un berrinche como niño pequeño. ─ Acarició el dorso de tu mano con su dedo índice mientras te dedicaba las mejores de sus sonrisas, te veía con esos ojos rasgados que tenían similitud a unos gatunos y te sentiste débil ante esto, te preguntabas qué era lo que ellas tenía que hacía que jamás pudieses negarte. ─ Quédate, no tienes nada mejor que hacer y lo sabes.

Cerraste los ojos unos breves segundos y pasaste una de tus manos por tu rostro, miraste a la puerta junto a ti pero como si de un imán se tratase, te acercaste nuevamente a la chica quién se veía satisfecha de su victoria y te atrajo hacía ella, pasó sus manos por tu nuca y buscó tus ojos hasta que los encontró, intentaste de todo para no caer por completo pero fue inútil en cuánto unos besos se fueron esparciendo en tu cuello, ella sabía que eras sensible ahí, pero te mantuviste firme.

─ Tú no tienes idea de lo que debo hacer en mi día. ─ Dijiste con la voz algo temblorosa mientras apretabas los puños en un intento de no tocar a la chica.

─ ¿Hay algo mejor que pasar el día conmigo? ─ No era ni necesaria la respuesta a su pregunta y antes de poder responder, la chica volvió a hablar.─ Quédate, te dejaré meterlo. ─ Susurró en tu oído y tus ojos se fueron abriendo como plato sin creer lo que escuchabas, habían tenido más encuentros de los que podías contar con tus dedos y en ninguno de ellos Verónica te había permitido hacerlo con ella, sólo se trataba de juegos perversos propuestos por ella y tú dándole en el gusto, y por más que pudiese dañar tu orgullo, era una rutina que comenzaban a disfrutar.

─ ¿Me estás hablando en serio? ─ La quedaste viendo y la pelinegra asintió, ahora tomaba tu mano y te arrastraba con ella dentro de la habitación de nuevo.─ Si esto es otro de tus juegos, no dudaré en irme, no estoy para bromas. ─ Dijiste mientras la seguías.

Ya en la habitación la chica se fue quitando la delgada prenda que la cubría, una corta blusa que llegaba a duras penas hasta su ombligo y ya desde antes llevaba ropa interior de la cadera hacía abajo, un lindo calzón negro de encaje que estaba adornado con un pequeño listón en el centro, sentías como tu boca se iba secando a medida que mirabas con suma atención cada delicado movimiento que ejecutaba la chica, sabía como mantener los ojos en ella.