Capitulo XV- El fin

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Las cosas iban mejorando para ti nuevamente, a pesar de que no estabas pasando tanto tiempo con Miguel sabías que el estaba habiendo muy bien su trabajo y que ya luego cuando terminara sus asuntos, podrían estar juntos de nuevo y seguir profundizando en su relación, extrañabas compartir con e intimar, se veían en sus descansos pero sus horarios no calzaban para nada y eso era irónico tomando en cuenta que el era tu jefe, pero te gustaba que mantuviera las responsabilidades, aunque a veces el hombre tenía manos muy largas y te tocaba el trasero cuando pasaba por tu lado.

― Lo extraño... ― Murmuraste para ti misma y de tu bolsillo sacaste unos dulces masticables, Hobie te los había dado para calmar la ansiedad y aunque obviamente no era la solución, si te relajaba hasta cierto punto.

Cerraste los ojos un momento y le diste la bienvenida al asunto que tanto habías ignorado, Miles. No sabías nada de el pero no querías preguntarle a nadie para no preocupar a nadie y mucho menos que esto llegara a oídos de Miguel, sabías que el no tenía la culpa pero estabas molesta, molesta porque estabas enojada contigo por sentir culpa por haber arruinado la vida de tu padre en lugar de ponerte a la defensiva, no podías evitar hacerte cargo de todo.

Querías hablar con Miles pero por alguna razón creías que existía la posibilidad de que el chico con afro estuviese molesto contigo por lo que pasó en su casa, no debería haber razones pero la mente te jugaba en otra y eso te enfermaba, pero era necesario, tenías que ser adulta y afrontar esto dando cara y buscar una solución, primero que nada debías hablar con el para sacarte de dudas porque era fácil quedarte en tu asiento sólo suponiendo. Buscaste en tu celular y miraste el grupo llamado "Los Rockstar y la secretaria de Miguel" reíste nostálgica por el nombre y le diste click, bajando con el dedo pulgar hasta toparte con el contacto de Miles.

El chico tenía de foto perfil una selfi con Gwen, donde la rubia estaba tomando un café sin ni siquiera mirar la cámara y Miles con una gran sonrisa, algo muy común en ellos, agregaste su numero y dudaste un poco en llamar, pero te armaste de valor y tocaste el icono de "llamar". 

Los pitidos sonaban una y otra vez, te mordías la uña del dedo índice y la ansiedad se fue extendiendo en toda tu garganta, que comenzó a secarse y respiraste hasta calmarte, no ibas a dejar que tu cerebro te jugara en contra y el sonido de que había contestado hizo que todos tus sentidos se detuvieran y que toda tu atención se centrara en la voz de Miles.

― ¿Vicky? Creo que marcaste por error. ― Rio y tu corazón se hizo pequeño, claro que Miles no estaría molesto y lejos de eso, siempre iba a mostrarse alegre. ― ¿Estas? No te escucho.

Abandonaste tus pensamientos y carraspeaste, aclarando tu garganta e intentando que tus nervios pasaran desapercibidos. ― Hola, no, te llamé de verdad, ¿Cómo estás, estas haciendo algo ahora mismo? Yo terminé mis labores y quedé libre. ― Esperabas que captara las señales.

― Oh, está bien y aquí estoy, ya sabes, creo que importa más como estas tú y no, no estoy haciendo nada ¿Quieres que pase por tu oficina? ― Asentiste tontamente cómo si el chico fuese a verte y te diste un pequeño golpe en el rostro, tenías que avisparte. ― Sí, por favor, si puedes ser cauteloso mejor. 

El chico afirmó y dio fin a la llamada, tus manos estaban mojadas de sudor por los nervios y limpiaste estas en la tela de tu pantalón, miraste a todos lados pensando en como ibas a mostrarte cuando el entrara, era un alivio que Miles se mostrara tan relajado con el tema y tan amigable, te sentiste mal por pensar que el podría estar enojado cuando el tenia un corazón tan dulce. Dejaste algunas galletas sobre la mesa de centro y un jugo natural de naranja, ordenaste tu escritorio para ir matando el tiempo y la puerta fue tocada. De un brinco llegaste a la puerta y la abriste, el chico sonreía algo tímido y agitó la mano en señal de saludo. ― Hola señorita Vicky.

Yes, Sr. O'hara ─ 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 𝑂'ℎ𝑎𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora