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Min TaeHyung se llevó la copa de vino a los labios y bebió un buen sorbo

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Min TaeHyung se llevó la copa de vino a los labios y bebió un buen sorbo. El sabor agridulce explotó en su lengua y le quemó por dentro. Por desgracia, no lo bastante rápido. Todavía le quedaba suficiente cordura como para plantearse lo que estaba haciendo.

El libro de tapas forradas con tela de color morado suponía una tentación y una burla al mismo tiempo. Lo cogió de nuevo, lo hojeó y acabo tirandolo a la mesa de cristal de estilo moderno. Era ridículo. ¡Por el amor de la Diosa Luna, Hechizos de amor! Se negaba a caer tan bajo. Claro que, cuando su mejor amigo, JiMin, realizó su propio hechizo, él lo apoyo y alentó sus intentos por encontrar su alma gemela.

Su caso era totalmente distinto.

El omega soltó una maldición mientras miraba por la ventana. A través de los estrés de bambú se filtraba el rayo de la luna. Otra noche más. Otra cita desastrosa. Los demonios lo acechaban y estaba solo para luchar contra ellos hasta el amanecer.

¿Por que jamás sentía una conexión especial? ¿Por qué su lobo nunca reaccionaba? La última persona con la que había salido era un Alfa simpático, inteligente y fiable. Aunque esperaba sentir un remalazo de deseo sexual cuando por fin se tocaran, o al menos sentir la promesa de la pasión, no pasó nada. Nada de nada. Su cuerpo parecía entumecido de cintura para bajo y su lobo gruño en disgusto. Solo sintió un doloroso vacío y el anhelo de... algo más.

La desesperación se cernió sobre él como una ola gigantesca. El pánico le clavó las garras en las entrañas, pero se debatió y logró salir a la superficie. A la mierda con todo. Se negaba a sufrir un ataque en su territorio. Se aferró a la irritación que sentía como si fuera un salvavidas y comenzó a respirar despacio y de forma rítmica.

Esos ataques de pánico eran ridículos. Detestaba la medicación y se negaba a tomarse pastillas, convencido de que los episodios pasarían si se empeñaba en que así fuera. Posiblemente solo se trataba de una crisis temprana de mediana edad. Al fin y al cabo, su familia era perfecta.

Tenia todo aquello con lo que soñaba la mayoría de la gente. Era dueño de una pastelería debido al regalo de su tío y había empezado a trabajar en la fotografía de forma profesional. Fotografiaba a guapísimos modelos en ropa interior y viajaba por el mundo. Adoraba el moderno apartamento en el vivía, decorado y amueblado para que fácil de limpiar. La cocina contaba con electrodomésticos de acero inoxidable y estaba alicatada con relucientes azulejos de cerámica. La flamante cafetera expresó y la maquina para preparar margaritas confirmaban su divertido modo de vida, al más puro estilo de Sexo en Nueva York. Las mullidas alfombras blancasy los muebles tapizados a juego indicaban la ausencia de niños y ponían de manifiesto que le gustaba la decoración minimalista. Hacía lo que quería, pasando los demás.

Era un omega atractivo, independiente desde el punto de vista económico y saludable, sin contar con los esporádicos ataques de pánico. Sin embrago, la pregunta seguía torturandolo con desquiciante insistencia, y cada día que pasaba la angustia un poco más.

𝙇𝙖 𝙏𝙧𝙖𝙢𝙥𝙖 | 𝙆𝙤𝙤𝙠𝙑Where stories live. Discover now