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Dos días después Taehyung se encontraba en la terraza trasera, disfrutando de uan copa de vino mientras acariciaba a Dante

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Dos días después Taehyung se encontraba en la terraza trasera, disfrutando de uan copa de vino mientras acariciaba a Dante. El gato se había tumbado en la mesa, y estaba tomando el sol y ronroneando suavemente. En un momento dado, se colocó boca arriba dejando a la vista su oronda barriga, el lugar donde más le gustaba que lo acariciasen. Cuando se cansaba, el Omega dejaba de tocarlo, pero el animal reaccionaba bufanda de forma amenazadora, aunque a esas alturas él sabía que sólo era una pose falsa.

–Lo que te gusta hacer dramas– le soltó.

Los enormes ojos verdes del animal lo miraron con un brillo exigente. Tras soltar un suspiro impaciente, Taehyung dejó la copa en la mesa. Acto seguido, le paso las uñas al animal por la panza, que comenzó a ronronear de nuevo.

–Ya esta contento, ¿eh?

¡Por la Diosa, como odiaba a los gatos!

Por supuesto, era una mentira grande como Dant. Ese felino había logrado meterse en su corazón. Le emocionaba que el gato vagabundo no permitiera que nadie lo tocara salvo él. Aunque pareciera rocambolesco, era como si se pertenecieran el uno al otro. Dos solitarios, vagabundos y con malas pulgas, que no sabían como lidiar con las personas.

¿Qué iba a hacer?, se preguntó.

Jungkook lo quería. Después de que lo admitiera y de que él hiciera su desolada confesión, habían llegado al tácito acuerdo de no tratar las el tema. Taehyung deseaba creer en él, ansiaba poder decirle lo mismo, pero algo se lo impedía.

El pasado.

El diamante de dos quilates de su anillo relucio bajo el sol, burlándose de él.

Necesitaba tomar una decisión lo antes posible. Había acordado seguir en Italia unos días más mientras se aseguraban de que mamá Jeon se encontraba bien y los planes de boda de Jihyo seguían adelante.

Nunca le había hablado a nadie del abuso, salvo a su madre. Su traición acabó con su capacidad de confiar en los demás, pero Jungkook se la había devuelto. El recuerdo de sus manos, de su boca y de su lengua acariciandolo por todo el cuerpo mientras él se rendía, incapaz de hacer otra cosa, le puso la piel de gallina. Joder, por fin sabía por qué la dominación y la sumisión tenían tanto éxito entre las lectoras de novela erotica.

Dante lo miró como su le hubiera leído la mentez le apartó la mano y cambió de postura.

–Sí, ya sé que eres un semental que te beneficias a todas las gatas de la ciudad –le dijo– Amigo, deberías ser un poco más responsable. Creo que necesitas ir al veterinario a que te castren.

–¿Le estás hablando al gato?

Taehyung volteo y sintió que se ruborizaba. Jinyoung lo miraba con los brazos cruzados, riéndose.

–Claro que no –negó con enfasis– Te lo habrás imaginado.

El menor resoplo.

‐Sí, claro. Hola, Dante.

𝙇𝙖 𝙏𝙧𝙖𝙢𝙥𝙖 | 𝙆𝙤𝙤𝙠𝙑Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum