Capítulo 26:piedras come cerebros

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ATENEA

—Oh, sí que lo hice. Fue con un amigo de Luc, del equipo de básquet. Solo lo hice para poner celoso a Jace. Y funcionó, porque luego fue derechito a sacarte información.

La miré, incrédula. Mi dulce Alba, la que siempre intentaba poner paz, la más tranquila de todos nosotros, había estado actuando como una perra.

No sabía si echarle la bronca o ponerme a llorar de la emoción.

—Cielos. Discúlpame, ¿dónde esta Alba? Es mi hermana. Ella es dulce y cálida y no va por ahí vengándose de la gente...

Ella rio y me pegó en el hombro.

—Sigo aquí, tonta. Es solo que bueno, hay que aprovechar de las ventajas que nos da la vida a veces—se encogió de hombros y me señaló con barbilla—. Ahora que todo quedó aclarado, háblame de ti. ¿Cómo terminaste con Cameron? Pensé que esa noche no lo querías ver. ¿Tú también te lo has follado en la azotea?

Arrugué mi nariz y reí.

—Pues fue muy loco. Y no, no hicimos eso. Porque bueno, cinco segundos antes de que apareciera en mi puerta de sorpresa, me follé a Jude.

Abrió los ojos como platos y se llevó ambas manos a la boca. Justo en ese momento, apareció a nuestro costado una Amber muy dormida. Tenía una remera larga hasta por arriba de las rodillas y estaba un poco despeinada, lo cual era raro de ver en ella. También, llevaba unas gafas de sol negras puestas, como Alba.

— ¿De qué me perdí?—preguntó y se sentó al lado de mi hermana, que seguía sorprendida por lo que acababa de decir—. ¿Por qué Alba parece a punto de desmayarse?

Alba sacudió la cabeza y volvió un poco a la normalidad.

—Atenea estaba por darme detalles de la noche que pasó con Jude y Cameron.

Amber abrió mucho los ojos.

— ¿Has hecho un trío?—exclamó, sorprendida.

Fruncí el entrecejo.

—Claro que no.

Alba puso los ojos en blanco.

—Ganas no te faltan—murmuró.

Le pegué una patada por debajo de la mesa e hizo una mueca de dolor.

— ¿Puedo contarles mi noche, o qué?—pregunté, y arqueé una ceja. Ambas asintieron, así que a Amber le conté todo lo que ya le había contado a Alba. Luego conté cómo fue lo de Jude, y que de la nada apareció Cameron. Cuando llegué a la parte en que le abrí la puerta desnuda, Amber largó una carcajada.

—Oh, por mis cartas. No puedo creer que le hayas abierto la puerta desnuda. Es digno de un reality show—negó con la cabeza, totalmente compenetrada. —Así que, tu noche con Jude fue abruptamente interrumpida...por Cameron.

Asentí.

Amber sonrió mucho.

— ¡Las cartas tenían razón!—siguió diciendo—. Voy a ser una buena bruja.

Hice una mueca y miré a Amber.

—Amber, ¿te tomaste algo antes de venir aquí? ¿Te han dado de probar algo extraño en tu curso de Tarot?—le pregunté frunciendo el ceño.

Ella seguía sonriendo.

—Pues no. Ojalá. Eso no viene al caso—sacudió la cabeza. —No puedo creer que las cartas hayan tenido razón. Nunca me había pasado, hasta ahora.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora