Capítulo 33: fiesta de halloween parte 2

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ATENEA

Miré con los ojos muy abiertos al idiota de mi hermano. ¿Cómo se le ocurría hacerme ese reto cuando él sabía lo mucho que me gustaba Cameron desde hacía años? Demonios, el chico era muy malo en este juego. No podía creer que ahora había nueve pares de ojos mirándome, dos de ellos con la expresión de alerta, pertenecientes a Alba y Amber.

No pude mirar a Cameron, porque me imaginaba como estaba: con la mandíbula apretada y los ojos de un negro tan oscuro como el vacío. Su pierna estaba rebotando contra la mía, y eso confirmó mis sospechas de que se había puesto muy nervioso.

Respiré hondo y miré a Thomas, pero traté de que no se me notara lo molesta que estaba.

—Pues bueno, mira que eres rarito—dije, tratando de quitar la tensión que se había creado en el ambiente. Hasta una galleta podía cortarla. —Voy a tener que elegir los chupitos, no porque tenga algo en contra de ti—me apresuré a decirle a Luc, que me miraba con una media sonrisa—sino porque odio besarme delante de otras personas. Es algo así como pánico que le tengo al público.

No era del todo una mentira, siendo sincera. Odiaba que la gente me mirara cuando besaba a alguien. Me hacía sentir insegura y juzgada.

Thomas sacudió la cabeza.

—Pues en ese caso puedes...

— ¡Chupitos de fresa serán!—gritó Amber, interrumpiendo a Thomas, que la miró incrédulo.

—Te deseo mucha suerte, hermanita—dijo Alba y me entregó los chupitos—. Luego de esto nada será igual.

—No deseo ser tú en este momento—Jace arrugó su cara, que estaba recubierta de pintura amarilla al igual que la de Cameron y Luc, mientras miraba cómo agarraba el primer chupito.

—Pues yo tampoco deseo ser tú en este momento—sonreí detrás del vaso y me fulminó con la mirada.

Tomé una respiración y recorrí al grupo con la mirada. Yo solo quería mirar a Cameron, decirle que todo iba a estar bien, que jamás hubiese aceptado el reto. Pero no podía. Así que pase por cada una de las miradas, hasta por fin, dar con la de él.

Me estaba mirando como si fuera el último trozo de pizza vegana en el mundo.

Tragué saliva, y sin apartar mis ojos de los suyos, tomé el primer chupito. Toda mi cara se arrugó debido a que una cosa era tomar el vodka de fresa mezclado con jugo, a tomarlo así, solo. Ahora tenía un gusto tan asqueroso que mi lengua se iba a caer, tal como había dicho Cam.

—Creo que mis papilas gustativas murieron hace un segundo—le dije a Cameron, todavía con toda la cara fruncida.

Él sonrió un poco de costado y negó con la cabeza, pero no dijo nada.

Suspiré. Sabía que lo de Luc lo había afectado más de la cuenta, sobre todo por la escena de celos que me había hecho antes. Pero no podía hacer nada. No cuando todas estas personas todavía me estaban prestando tanta atención.

—Bien, las terminaré de asesinar—dije y tomé el otro. —Diablos, diablos—pasé mi mano por la lengua.

Todos rieron e incluso Kim me llamó «exagerada». Lo único que hice fue mostrarle el dedo del medio. Ella me respondió sacándome la lengua.

—Mi turno—me apresuré a decir, y busqué a mi víctima. Debía ser inteligente, pero había dos pequeños problemas: uno, iba muy borracha a esta altura y dos, seguía muy enfadada con Thomas por haberme traicionado así. —Amber, ¿verdad o reto?

Ella me miró con una sonrisa.

—Reto, cariño.

Sonreí.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora