Capítulo 20: visita sorpresa

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ATENEA

Los exámenes estaban consumiendo mi vida.

Bueno, no era taaaan así, pero mi mente parecía a punto de estallar. Coloqué los resúmenes a un costado y apoyé mi cabeza contra el escritorio de Alba, que estaba mirando un capítulo de Friends en su cama.

No sabía cómo había terminado en su residencia. O mejor dicho, sí lo sabía: Amber estaba en otro curso de Tarot, los demás estaban en clase, y yo tenía que estudiar...Pero quería compañía; alguien que me cebara mates. Y Alba era la única disponible. Así que, cuando me dijo que vaya a su residencia, no lo dudé, porque en la mía no paraba de repasar mentalmente todo lo que había pasado con Cameron. Incluido cuando nos compró el desayuno esta mañana. Fue tan considerado de su parte. Pero ese era el problema: cuando era considerado, luego le seguía una racha de mal humor y narcicismo que no quería que se repitiera.

Así que, no quería pensar en eso.

En la habitación de Alba, en cambio, cuando me quería distraer, simplemente me limitaba a mirar la pared entera de libros que tenía a mi derecha. Todos eran de Alba. Pero si miraba las otras dos paredes que había en la otra punta, allí había libros de Kim y Sophie. Eran unas malditas adictas a la lectura.

Y me encantaba.

Creía que justamente por eso habían elegido la carrera de Artes de la Escritura, aunque cada una se quería dedicar a algo distinto. Amber quería ser escritora desde que era una niña y planeaba convertirse en autora bestseller; de hecho, tenía un par de libros publicados en Wattpad y le pagaban por ello. Kim, por otra parte, quería ser guionista, así que me la cruzaba en algunas clases. Por último, Sophie, quería dedicarse a ser profesora de Literatura

— ¿Por qué miras fijamente a mis bebés?

La voz de Alba me llegó y la miré. Se estaba embutiendo la segunda bolsa de patatas fritas. Estiré la mano y me pasó un par.

—Porque estaba distraída—respondí.

Ella sonrió y pausó la serie.

—Todavía no puedo creer que Jace te haya preguntado por mí. Es decir, es tan mujeriego que me ofende un poco que me considere como opción.

Reí. Su pregunta era un cambio de tema radical, pero sabía que lo hacía para que justamente piense en otra cosa.

Sí, le había contado todo. Y cuando digo todo, me refiero a todo. Alba era mi confidente, y bueno, Amber también, pero era distinto.

—Pues sí. Igual, eso es un plus—me comí dos patatas y volví a hablar—. Si él es mujeriego significa que no va a querer nada serio contigo, justo lo que necesitas.

Levantó las cejas.

—Hm. Si lo piensas así, tienes razón. Pero me da un poco de asco, la verdad, besarme con él luego de que su boca haya pasado por 5 lenguas antes.

Reí entre dientes y fruncí la nariz mientras Alba cebaba otro mate y me lo pasaba.

—No pensé que fuera tan mujeriego—respondí y tomé un sorbo.

Ella me miró con dulzura, pero era fingida.

—Eso es porque acabas de llegar. Yo también tardé bastante en enterarme y si no fuera por Thomas, lo seguiría dudando. El chico se esconde bien.

Lancé un silbido bajo. Sí que lo hacía.

Cuando fui a contarle a Alba lo que Jace había preguntado sobre su situación amorosa, ella se rio y me conto que Thomas había compartido suficientes salidas con él como para saber que las chicas le iban y venían como el dinero en un kiosco, así que Alba no tenía intención ni de respirar en su misma dirección.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora