Capitulo 9: cumpleaños

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ATENEA

Amber nos tiró muchas veces más las cartas. Supuestamente, Jude y yo no tendríamos éxito como pareja, pero el sexo iba a ser fantástico.

Debía admitir que me perturbaba un poco eso, sobre todo, habiéndolo descubierto con él al lado mío. Al principio, fue bastante incómodo, pero luego Amber comenzó a hacer bromas y bueno...todo se volvió más divertido.

Pero nunca, jamás, dejaría que me tirara las cartas junto con otro amigo.

La semana había transcurrido de prisa. No podía creer que finalmente habían pasado dos semanas desde que me mudé aquí. Parecía que fue hace mucho más tiempo, meses quizás. Pero la verdad es que estaba muy feliz. Tener a mis hermanos ayudaba un montón, y Cameron...bueno, él era otra historia.

Digamos que no hablamos mucho en la semana, a excepción de hoy, que tuvimos que presentarle el maldito proyecto al profesor. Solo nos saludábamos si nos encontrábamos, y casualmente, siempre que lo hacíamos estábamos solos. No vi ni a Jace ni a Luc, y eso era raro. O bueno, a lo mejor no, porque claro, el destino seguía cruzándome con Cameron estando solo en todo lugar y momento.

Lo malo era que las cosas estaban tensas ente nosotros. Especialmente por mi parte. El día que le mandé un mensaje por la cena a la que nos había invitado su madre no me respondió. Nada. Me quedé mirando por una hora el celular, revisando la recepción, y no me había llegado ni un mensaje. Y por la forma en que se escabullía cada vez que me veía, casi podía asegurar que no había sido un problema de recepción.

Lo cual era frustrante.

Había quedado ridícula. Yo sabía que enviarle ese mensaje no era una muy buena idea...pero vamos, pensé que me iba a hacer una broma o algo. No que me iba a ignorar completamente, como la primera vez que hablamos.

—¿Dices que esto es muy cerrado? Quiero estar sexy esta noche.

La voz de Amber me sacó de mis pensamientos, y le eché un vistazo.

Estábamos vistiéndonos para el festejo de cumpleaños de mi hermano, Thomas. Había reservado una casa con piscina durante todo el fin de semana no muy lejos de aquí, y Amber quería estar alucinante. Y lo estaba, siempre lo estaba, pero el vestido que había elegido era simplemente deslumbrante. Era de color verde petróleo y tenía un tajo en el lado izquierdo que iba desde su costilla hasta un poco más debajo de la rodilla. El tajo tenía tiras que lo unían, pero dejaban ver toda la piel. Era hermoso.

—Amber—dije, sorprendida—veo toda tu piel desde aquí. Claro que no es cerrado. Pero tengo una duda, ¿no tienes bragas?

El tajo que dejaba ver su cadera no mostraba ninguna tira y me pareció extraño.

Amber sonrió.

—Nop. No tengo nada de ropa interior—. Se puso de costado y me mostró su costilla, que efectivamente, no tenía la tira de sostén.

Yo negué con la cabeza, alucinando.

—¿No es peligroso? ¿No tienes miedo que un insecto suba y se te meta...?

—¡Atenea!—chilló, horrorizada—. Por el amor de los bebés ponis, no sigas con esa frase que voy a terminar traumada.

Largué una carcajada.

—Es que es algo extraño. Yo no podría usar eso. Me sentiría desprotegida.

Se dio la vuelta y rio, mientras se terminaba de poner máscara de pestañas.

—Puedes usarlo igual, resulta que hay unas bragas especiales que son transparentes y vienen con pegamento. Es para este tipo de ropa.

—Eso esta genial—respondí—. No voy a preguntarte por qué no las llevas

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