Capítulo 26: revelaciones escandalosas

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ATENEA

Una luz me estaba molestando más de lo debido. Apreté mis ojos e hice fuerza para que se fuera, pero nada daba resultado. Refunfuñé y abrí lo que pude los ojos. Parpadeé un par de veces y la luz titiló.

Qué demonios...

Cuando conseguí abrirlos bien, tuve que seguir parpadeando, porque no tenía sentido lo que estaba viendo.

Amber estaba adelante mío. Con sus zapatos en la mano, despeinada y el vestido mal puesto. Pero eso no era todo. No. En su mano sostenía su celular, que estaba apuntando hacia mí.

— ¡Sonríe!—articuló, sin hacer ningún sonido.

La miré confundida, y de nuevo la luz volvió a darme de lleno. Oh por dios, era el flash. El flash de la cámara. Había olvidado por completo enviarle un mensaje para advertirle que iba a estar con Cameron.

— ¿Nos estas sacando fotos?—susurré muy bajo, para que Cameron no se despertara. Estaba dormido abrazándome por la cintura.

Amber asintió con la cabeza. Estaba muy sonriente y feliz.

— ¡Por fin!—susurró y lo señalo a él. Luego hizo movimientos con las caderas y tuve que taparme la boca para no reír—. Mañana me cuentas—. Me guiñó un ojo y luego se fue al otro extremo de la habitación. Vi cómo sacaba una gran campera, dejaba sus tacones y salía de la habitación descalza y en puntillas de pie.

La interrogué con la mirada, pero cerró la puerta enseguida, luego de sonreír inocentemente. Vaya. Mañana nos interrogaríamos mutuamente. Miré mi mesita de noche y vi que el reloj marcaba las 7 de la mañana.

Diablos. Amber había estado toda la noche afuera.

—Mhm.

Mi corazón se aceleró con el murmuro inteligible de Cameron. Se apretó más contra mí y su cara terminó en el hueco de mi cuello. Lo abracé por la espalda y nos quedamos así. Él se volvió a dormir, pero yo no pude. No cuando estaba viviendo mi sueño: estar abrazada a Cameron luego de haber tenido una noche hermosa. No nos habíamos descontrolado, sino que solo hicimos lo mismo de la noche de las películas. Y bueno, yo le devolví el favor. Sabía que lo que había pasado con Jude había influido en el hecho de que solo hagamos eso, pero no me molestó.

El mensaje de Jude no pudo haber sido más inoportuno. En serio. Si lo hubiese mandado un segundo más tarde, todo ese desastre no hubiese ocurrido. Después de toda la noche hermosa de la azotea y todos los días buenos que veníamos teniendo, no podía creer que la situación se había arruinado por mí y no por sus cambios de humor. Lo bueno de todo esto, es que quizás sin ese mensaje no hubiéramos tenido ningún pacto, por así decirlo. Así que, en realidad, lo de Jude había servido, si lo veía muy desde afuera.

Y estaba que no podía creérmelo. Tantos años soñando con este momento, con Cameron y yo besándonos, durmiendo juntos, y aquí estaba. Igualmente, sabía que la situación no era la ideal, no es que habíamos quedado en empezar a salir y ver en donde nos llevaba. Sino que lo nuestro iba a ser sexo y ya, sin ataduras. Pero estaba feliz con eso, y también con el hecho de que haya aceptado mi término de no decirle a nadie. Eso lo hice por miedo. Porque si me llega romper el corazón no tenía ganas de que todos se compadecieran de mí.

Así de ridícula era a veces.

Sin darme cuenta debí quedarme dormida, porque unas caricias en el estómago me despertaron. Luego esas caricias comenzaron a bajar por mi vientre, para luego llegar a ese espectacular lugar.

Lancé un gemido y me revolví inquieta.

—No me molestaría despertar así siempre—dije con la voz ronca.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora