Capítulo 32: fiesta de halloween

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CAMERON

La fiesta estaba repleta de gente. Tan repleta, que había personas en las escaleras, en el patio trasero, en la entrada, en el garaje, en absolutamente todos lados. El lugar estaba todo decorado con cosas de Halloween: calabazas en la entrada, en los muebles; telas de araña, insectos de goma, humo, manteles y carteles de color naranja y negro, luces espectrales, calaveras, y todo tipo de cosas de terror que daban un aspecto tétrico a la enorme casa.

Esquivé a una enfermera (a la que casi podía verle la ropa interior) cuando se tambaleó para mi lado, y luego de ponerla de nuevo en su eje seguí avanzando. El lugar apestaba a alcohol, cigarrillos y marihuana. Arrugué la nariz cuando un idiota me tiró el humo de su cigarrillo en la cara, y lo miré con cara asesina.

El chico huyó.

Reí para mis adentros y mis ojos continuaron buscando a la persona que quería ver hacía un par de horas, desde que prácticamente se fue del partido. De solo pensar en ella, en su cara mientras me miraba, hacía que mi dureza se pusiera todavía peor.

Nunca fui un chico tan viril, hasta que ella entró en mi vida. Hasta había empezado a preocuparme un poco el hecho de estar siempre listo para ella. En cualquier lugar, momento, hora. Pero también, era bastante preocupante el hecho de...bueno, de mis celos. Cada vez me costaba más controlarlos, porque de solo imaginar que cuando nuestro trato se rompiera ella podría estar con cualquiera, hacía que mis venas hirvieran.

Por fin, mis ojos encontraron esos lazos celestes puestos en dos coletas altas. Estaba de espaldas a mi, así que podía ver perfectamente toda su espalda al aire, su falda que no dejaba mucho a la imaginación, sus medias de red y esos tacones que hacían que mi respiración doliera.

Llegué al lado de Burbuja, la de las chicas súper poderosas, y me coloqué a su lado, sin mirarla. Alrededor de ella estaban Alba y Amber, que terminaban de completar a colección del disfraz, ya que Amber iba de Bellota y Alba de Bombón, con un gran moño colocado en su cabeza que había teñido de rojo con tintura que no era permanente, según me había contado hacía un rato.

Amber levantó una ceja y me miró de arriba abajo. Yo había estado jugando al beer pong con los chicos hasta recién, así que no había cruzado palabra con las chicas todavía.

—No puedo creer que hayan venido de los minions—dijo Amber y rio.

Suspiré.

—Yo tampoco, pero aquí estoy.

Ella sonrió y le dio un sorbo a su bebida. Luego empujó el hombro de Alba con el suyo.

—Me quedé sin bebida, ¿me acompañas a buscar más?

Alba asintió, y antes de irse nos dirigió una miradita divertida.

Sonreí e incliné mi cabeza hacia el piso, poniéndome de frente a Atenea. Por alguna razón, me daba miedo mirarla a los ojos en este momento. Tenía miedo de encontrar fascinante el hecho de que probablemente sus ojos combinaran con el azul que traía puesto tanto en el top como en la falda. Tenía miedo de perderme en ellos y no regresar jamás.

—Así que...Bob—su voz danzó alrededor mío, y levanté la mirada hacia la suya. Efectivamente, sus ojos iban a tono con su disfraz. Tragué saliva y tomé el atrevimiento de acercarme un poco más a ella. Ahora la punta de nuestros pies se tocaban. —Luc tenía razón cuando dijo que su disfraz era digno de Jace. No puedo creer que los tres vayan a juego.

Reí.

—Lo sé—respondí y la miré con una sonrisa de costado—. Pero quiero que sepas que yo elegí ser Bob. Fue intencional.

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