Capítulo 39: el corazón quedó reducido a la nada misma

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ATENEA

Cameron había estado raro todo su cumpleaños. Tenía una mirada distante pero a la vez nostálgica, que me hacía querer abrazarlo y no soltarlo nunca más.

Había sido difícil convencer a su familia para que vinieran con todo pago. Tuve que darle todos los argumentos habidos y por haber a la madre de Cameron, que no aceptaba mis condiciones. Luego, me puse en su lugar y traté de suavizar las cosas. Le expliqué que este era el regalo de Cam y que realmente quería darle esto. Que no me debían nada, porque los regalos no se devolvían. Y entre eso y un par de cosas más, la terminé convenciendo de que vinieran a pasar el día aquí. Se quedarían solo esta noche en un hotel de aquí cerca, y mañana al mediodía debían volver, porque bueno, todos tenían su vida allá en San Francisco.

Comí mi cuarta porción de pizza, porque estaba deliciosa, y me serví más agua. Quería saber qué era lo que lo tenía raro a Cam. Estaba segura de que nadie lo había notado, solo yo. Porque ya habíamos pasado tanto tiempo juntos que me conocía cada una de sus expresiones.

Era bastante difícil reprimirme a besarlo o tocarlo cuando estábamos en público. Había veces que me olvidaba de que lo nuestro era secreto y cuando estaba a punto de hacerlo, su mirada de advertencia me traía de nuevo a la realidad.

—Oye, Atenea.

Amber apareció por delante mío, con una sonrisa en los labios. Llevaba un conjunto de top y falda negros que le quedaba divino.

— ¿Qué pasa?—le respondí con una sonrisa.

Tomó aire y se colocó al lado mío en la barra.

—Solo quiero decirte que tengas cuidado con Cameron.

Fruncí el ceño.

— ¿A qué te refieres?

Me miró, no muy segura.

—He visto cómo lo miras. Como se miran. Y el otro día en la residencia, cuando te dijo todas esas cosas bonitas por estar nerviosa por la exposición de tu cuadro...Yo...Me he estado preguntando si no te has enamorado de él.

Abrí mucho los ojos y reí.

— ¿Enamorada? Pues claro que no.

Suspiró.

—No me lo vas a admitir, lo sé. Pero solo ve con cuidado, ¿sí? Esto de que estén a escondidas cuando ya pasaron meses desde que salen me parece una ridiculez. Hay algo...hay algo raro...

Sus sospechas me hicieron un poco de daño, porque tenía razón. Y ya había tratado de lidiar con ellas y fracasado, así que no lo iba volver a intentar en un tiempo pronto, por lo menos.

—Lo único raro de aquí es que te has estado acostando con mi hermano—decidí decirle en broma, para cambiar de tema.

Resultaba ser que ese día que los había descubierto, cuando volví a la residencia, la había matado a preguntas. Amber me había contado que Thomas y ella comenzaron a salir hacía unas semanas. Luego de esa fiesta nudista, Thomas había estado más atento con ella y al final, la había besado un par de días después de que yo empecé a salir con Cameron. Al cuarto de Thomas era a donde se iba cada vez que Cam venía al mío (no al de Cody como yo pensaba) y eso tuvo mucho sentido. No me lo dijo porque todavía no se sentía cómoda con la situación, pero ahora empezaba a relajarse más. Me pidió millones de disculpas por el pequeño trauma que nos ocasionaron, y luego de hacerle muchas bromas, me terminó admitiendo que Thomas le gustaba en serio.

—Cállate—dijo y puso los ojos en blanco—. Hoy me besó delante de los padres de Cameron. Ya no sé ni que pensar.

Abrí mucho los ojos.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora