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𝐄𝐥 𝐢𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞.

¿Qué es lo primordial en un pueblo?

Seguro pensarás en hogares, cosechas y otras cosas, pero que tal si te digo que estás completamente equivocado, lo esencial en un pueblo...

Son sus habitantes.

¿De qué me sirve una casa si nadie vive en ella? Fue algo que aquel señor de edad avanzada noto, aquel pueblo era algo aburrido y los enemigos que se encontraban en contra de la iglesia ya hacían problemas.

—¿Está seguro?.— una persona no muy convencida de la acción de su mayor trataba de evitar aquel acto—¿Y que tal si se ponen en nuestra contra?.— excuso con miedo de que sus propios habitantes puedan causarles daño o hacer cosas que dañen todo aquello que han construido.

—Sabes que no podemos seguir de esta manera.— la voz fuerte y calmada a la vez resonó por la enorme iglesia, caminando por la alfombra de lana roja bajo sus pies dirigiéndose a la entrada del convento—Ellos han atacado y nosotros nos encontramos desprotegidos...— detuvo su andar en los pastos verdes de la iglesia, pasando aquellas enormes puertas de maderas abierta y mirar el cálido cielo azulado que regalaba gentilmente la naturaleza—No tenemos de otra.— miro aquel báculo de oro entre sus mano, con la preciosa gema verde en la punta.

—Pero con el poder del báculo no pueden hacernos nada.— dijo la persona a un lado de el mayor, teniendo ambos una gran diferencia de altura.

—No dejaré que nos quiten todo solo por poner nuestras vidas en el cetro, deberemos atacar y los tendremos a ellos.— el agarre en el bastón del cetro se tenso haciendo que la gema verde comience a brillar de a poco—Es la única opción.— susurro con seriedad para mirar al frente suyo y con fuerza golpear la punta final del bastón fuertemente contra el suelo lleno de pasto.

Las nubes blancas desaparecieron y el cielo azul marino cambio a uno completamente gris con verde, el viento golpeó los rostros de ambas personas con fuerza e hizo que algunas hojas de los árboles fueran arrancadas con fuerza para comenzar a crear un remolino alrededor del Profeta.
El mayor mantenía su fuerza en el báculo concentrado todo poder que tenía, manteniendo los ojos cerrados y pensar en las cosas que deseaba manifestar con el poder del cetro.

—Por el poder de los cielos, déjame crear estas vidas que ayudarán a cuidar de tu ser...— la voz de Profeta resonaba en todo el lugar con un enorme eco, que sin duda haría que cualquier persona a lo lejos escuché, además de que los truenos caían en combinación con su voz—¡Lo hago por ti Todopoderoso!.— mantuve fuerte el agarre pues el viento y las enormes vibras que este desprendían eran algo a los cuál pocos aguantarían.

Aquellas hojas que giraban alrededor del Profeta se alejaron para ir en pequeñas filas al cielo y comenzar a girar creando varios remolinos a los cuales su velocidad solo aumentaba con el pasar de los segundos.

La mirada de aquella persona detrás del Profeta miro el cielo tratando de mirar que ocurría, pero su visión entre abierta era un obstáculo pues el aire y los truenos impedían admirar el espectáculo del más poderoso.
Se pudo apreciar como las hojas se iban uniendo de una en una para que se valla formando una silueta humana en medio del remolino, varias personas comenzaban a ser formadas pero todas y cada una seguían desmayadas esperando a ser despertadas.

—Todos y cada uno de ustedes serán los habitantes de este pueblo, lo protegerán de aquellos seres que nos quieren hacer daño y crearán una vida en este pueblo...— decía el mayor a los nuevos habitantes manteniendo el cetro en sus manos y pegado al suelo—Seguirán las órdenes de mí, el Profeta y cualquiera que no siga estas órdenes sufrirá las consecuencias.— ordenó para dar un último golpe al suelo con su báculo y hacer que múltiples rayos caigan en aquellos cuerpos del cielo y estos bajen dispersados por todo el bosque que rodeaba el convento.

𝐓𝐨𝐫𝐭𝐢𝐥𝐥𝐚𝐋𝐚𝐧𝐝 || (𝑺𝒑𝒓𝒆𝒆𝒏 𝑿 𝑻𝒖́)Where stories live. Discover now