║█ 38 █║

219 39 7
                                    

𝐃𝐢𝐬𝐭𝐫𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧.

Estar encerrado por dos semanas no fue algo que lo molestará, al fin y al cabo tenía una pequeña motivación para permanecer en aquella celda.

Y claramente era tú.

Motivado a pasar sus días y noches en un espacio de cuatro paredes, sin ventanas que den luz natural, con una incómoda cama y comida de dudosa procedencia.Sin embargo, cada vez que miraba el delgado y desgastado listón que había conservado, sabía que al salir podría verte; siendo la única razón por la que seguía soportando tales sufrimientos.

Pero ahora que regreso, un golpe de realidad llegó de frente y Spreen no lo pudo soportar.

Después del desastroso reencuentro que tuvo con la chica que lo mantuvo cuerdo y que resultará como un perfecto fracaso. Decidió ir a hospedarse en la casa de su mejor amigo que amablemente le tendió la mano, pero por dos días seguidos; Spreen simplemente dormía, no importando que el día sea el más caluroso del año.

—Che amigo.— llegó Carre abriendo la puerta de entrada dejando que la luz del sol recorra los rincones oscuros de su hogar.

Sin embargo la luz llegó a la cama cercana a la puerta de entrada, donde dormía Spreen. Pero al sentir la luz golpear sus párpados, bufó molesto para tomar la cobija roja y colocarla sobre su rostro, girando en la cama dándole la espalda a su amigo.

—Spreen.— llamo nuevamente acercándose a la cama dejando la puerta abierta, esperando que la luz lo moleste lo suficiente como para levantarse de la cama.

—Cinco minutos más.— murmuró adormilado y con un tenue tono molesto bajo las cobijas.

—¡Llevas dos días dormido boludo!.— grito al oír la petición del pelinegro—No podés dormir para siempre, debes pararte que olés a culo.— ordenó tomando los bordes de la cobija y apartarla de la cama.

—¡Te dije, que cinco minutos más boludo!.— molesto se sentó Spreen en la cama para querer tomar la cobija.

La luz que entraba de la puerta, fue lo suficientemente fuerte para causarlo un molestar en los ojos y un dolor tenue de cabeza. Por tales motivos, no pudo ver bien el paradero de su amigo y al momento de querer estirarse a tomar la cobija, paso de largo los bordes de la cama, para caer al suelo golpeándose duramente contra esté.

Carre quedó en silencio al ver como su amigo ahora estaba en el suelo y no tenía ni siquiera la emoción de levantarse del mismo.

—Das pena.— murmuró mientras enrollaba la cobija con sus brazos.

—¡Lo sé! No necesito que me lo digas.— comento el híbrido mientras retomaba postura para sentarse en el suelo y recargarse en el borde la casa.

—Vos sabes que no podés quedarte a dormir para siempre, créeme que hay una vida afuera de esa cama.— menciono dejando la manta sobre la cama e ir a la cocina, que pocos pasos ya estaba delante de la estufa.

—Una vida que me odia.— susurro desviado la mirada al suelo, frunciendo tenuemente el entrecejo, molesto.

—No te odia.— por el poco espacio de la casa, Carre pudo escucharlo perfectamente—Solo que tus desiciones fueron una poronga y no te esforzas en lo más mínimo para recuperarla.— relataba mientras preparaba una bebida que le enseño Robleis y que llamaron "maté".

—No necesito esforzarme, simplemente no la quiero. Ya que si voy puedo conseguir todas mis cosas en un parpadeó.— exigió Spreen a pesar de su tono seguro y engreído, no estaba seguro de sus palabras.

Y Carre lo noto.

—Amigo, no tenés que deprimirte por qué ella ya no esté con vos.— volteo a ver al chico con la bebida en sus manos, pero Spreen lo miro atento ante esas palabras—Se que su relación lo era todo, pero en este momento debes pensar antes en tu felicidad que cualquier otra cosa.— acercó la pajita a su boca para tomar un sorbo—Podés ir a otros lugares como... La tienda de animales de Ari, el negocio de Barca o el casino de Jacky.—

𝐓𝐨𝐫𝐭𝐢𝐥𝐥𝐚𝐋𝐚𝐧𝐝 || (𝑺𝒑𝒓𝒆𝒆𝒏 𝑿 𝑻𝒖́)Where stories live. Discover now