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𝐋𝐚 𝐌𝐨𝐧𝐚 𝐋𝐢𝐬𝐚.

Sin duda los ojos de cansancio se notaban en aquel pelinegro de orejas de oso.
La creación de la capilla le había llevado días y gracias a eso detuvo la construcción del pueblo o mejor conocido como Spreenfield.

—¿Seguro que quieres ir?.— cuestionó su mejor amiga al notar el cansado comportamiento de su acompañante.

—No es que queramos, ya sabes que si no vamos a la misa la pollería termina hecha pija.— replicó Spreen.

Akane simplemente suspiro para seguir a su camino hasta llegar a la iglesia.
Tomaron asiento algo lejano a la vista del Profeta por si tu mejor amigo se dormía y no sea castigado por el mencionado anteriormente.

—Por favor hijos míos tomen asiento.— pidió el mayor con el cetro en manos y detrás de él sus dos hijos entraron a la habitación—Antes de comenzar con la misa me gustaría que escuchen los anuncios que les dará mi hija.— comunicó a lo que todos voltearon a ver a la mujer de ojos rojizos y cabellos blancos.

Esta se levanto de su asiento caminando hasta quedar al frente de todos, aunque varios sentían algo extraño en ella...

Como si no supiera donde estaba.

—Me gustaría comunicar sobre el concurso de las construcciones de la capilla.— comenzó a relatar parándose donde su padre para tener mejor vista a sus habitantes—Tres de vosotros sois los ganadores, tres regalos que esperamos y aprecien. Gracias por su atención.— anuncio para que todos aplaudan al unísono, regreso a dónde su trono para tomar asiento.

—Con ese anuncio, empecemos con la misa.— aviso el mayor para que todos se preparen para el gran sermón donde él era el mejor Dios de todos.

Por otro lado Akane miraba cansada al Profeta desde muy lejos y de ves en cuando miraba a todos sus amigos que se encontraban cabeceando por lo aburrido y lo lento de las últimas horas.
Sintió un peso en su hombro para darse cuenta que Spreen por fin habia caído rendido ante los brazos de Morfeo.
Trataba de mantenerse recostado en el hombro de su amiga, sin embargo el peso comenzó a hacer de la suyas y casi cae hacia adelante pero logró detenerse.
Se reincorporo en su asiento pero sus párpados se cerraban lentamente y volvió nuevamente a cabecear.

Con delicadeza la chica coloco su mano sobre su mejilla y con un tenue empujón lo volvió a recostar sobre su hombro.

—Descansa, lo necesitas.— susurro a su amigo el cuál no dudo en caer dormido.

。𝒐○☆❦☆○𝒐。

—No lo niego, te luciste.— se rindió la chica de ojos grises mirando a su mejor amigo.

—Vez, todo lo que hago siempre sale bien.— dijo con orgullo.

—¿Y que paso contigo?.— pregunto con tono de burla recibiendo una mala mirada del más alto—Mejor vayamos a tu casa a ver si ya está el premió.— rodeo los ojos para dar la vuelta y comenzar a caminar siendo seguida por el pelinegro.

Ambos pasaron la pollería que seguía siendo un éxito y llegaron a la pequeña casa de Spreen que tenía múltiples cosas y el espacio era bastante limitado.

—Sigo pensando como es que aún vives aquí.— comento recargada en la puerta de la casa ya que apenas cabía una persona.

—Che para, ¿Recordas que yo construí la casa en la que ahora vivís?.— pregunto mirándola por encima de su hombro para abrir aquel cofre con una bandera que indicaba otro triunfo en las competencias de los protectores del pueblo.

—Entonces yo debo hacerte una casa también?.— se cruzó de brazos al preguntar aquello.

—Nah, con tu simple existencia ya tengo un buen regalo.— comento sin pesar y sin importancia.

𝐓𝐨𝐫𝐭𝐢𝐥𝐥𝐚𝐋𝐚𝐧𝐝 || (𝑺𝒑𝒓𝒆𝒆𝒏 𝑿 𝑻𝒖́)Where stories live. Discover now