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𝐓𝐫𝐚𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧.

El híbrido caminaba tranquilamente por los pueblos, no prestaba tanta atención a su alrededor y llegaba a saludar a una que otra persona que yacía caminando en las calles.

Llegó hasta los gigantes portales que adoraban el centro de ambos pueblos donde los habitantes vivían, decidió entrar al portal de la alfombra roja que indicaba el pueblo central.

En vez de dirigirse a la iglesia o algún lugar cercano, atravesó todas las viviendas y contrucciones, hasta salir del pueblo y ver cierta casa lejana a la capilla.

Se acercó a la puerta y tocó la madera en una manera específica, siendo perfectamente el código que anteriormente habían concordado y posteriormente la puerta fue abierta aunque nadie fue el causante o eso pensarían otros.

No importándole, decidió adentrarse a la casa la cuál era vagamente iluminada por algunas antorchas y faros.

Hasta que logró ver a hombre que lo había llamado y encontrarse en cierto lugar tan abandonado.

—Me sorprende que hayas aceptado venir, Spreen.— comenzó a hablar una voz grave y seria.

—Me sorprende que me haya llamado, salí de la cárcel hace una semana.— se cruzó de brazos mirando al mayor—Veo que ha estado ocupado con el boludito de Juan.—

—Te recuerdo que sigues siendo un simple habitante, piensa mejor tus palabras hijo.— el contrario simplemente rodeo los ojos.

—¿Para que me querés?.— interrogó cambiando el tema.

—Ya sabes para que Spreen.—

—Si es por lo de las drogas, déjame decirte que estoy fuera.— dijo haciendo una "x" con sus manos—No tengo mi pollería y claramente no tengo el laboratorio, si le pido ayuda a Zorman se negara por todos los asuntos legales que conlleva detrás.— explico su situación.

Espero que la respuesta del contrario sea alguna negativa o por lo menos comprensiva, se supone y es el dios de su pueblo; no haría algo tan malo...

¿Verdad?.

—¿Así que estás fuera?.— volvió a cuestionar a lo que el contrario asintió—¿Quién dijo que podés escoger?.—

La pregunta tomo la atención del híbrido, además de que el tono de voz que comenzaba a ser molesto comenzó a causarle desconfianza.

—Yo y si no quiero, me saldré de tu jueguito.— afrontó al mayor sin miedo alguno—Además, tenés más juguetitos en tu tablero, pero yo ya no soy uno de esos.—

Creyó que le respondería molesto, pero aprecio como la mirada del Profeta se volvió una de burla y una risa salió su boca.

—Ciertamente pensé, que te negarías apenas te diera la oferta.— comento limpiando la pequeñas lágrimas que empezaron a correr por los bordes de sus ojos—Le ocultaste tanto a mi hija, pero no me sorprende. Es igual de mentirosa que vos, así que, no te preocupes.— recuperaba el aire perdido.

Spreen comenzó a reír incómodamente junto al mayor, pero su risa fue repentinamente callada cuando repaso las palabras del Profeta en su cabeza.

—Para, ¿Acabas de decir... Hija?.— interrogó extrañado a lo que el contrario lo miro confundido, pero no le dio respuesta alguna—¿Vos sabías que andaba con Selene?.—

—Venga, conozco a mis hijos y claramente noté que mi pequeña estaba teniendo las mismas emociones que yo tuve al conocer a su madre.— relato sencillamente y sin importancia.

Las palabras nuevamente resonaron en la cabeza de Spreen, sin embargo, comenzó a pensar y unir piezas, encontrando algunas que creyó jamás aparecerían.

Pero tuvo el rompecabezas completo.

—Sabía que estaba con Selene y aún así me incito a fabricar y vender la droga.— comenzó a hablar con la mirada clavada en un punto fijo de la habitación—En TortillaLand no había policía y Carola era el único de la armada, además la cárcel estaba ocultada en el pueblo y usaron magia.— alzo la mirada para ver al Profeta—Lo planeaste todo desde un inicio para que me quebraran y por eso no pediste paga.—

El supuesto dios que hacía frente a él, estaba más que sorprendido ante su deducción. Pensó que nuevamente se saldría con la suya sin que nadie lo supiera, como lo ha hecho en otras ocasiones.

—Y lo logré ¿No?.— una sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa que detesto Spreen.

—Sos un maldito pedazo de mierda.— el chico dio un paso al frente de manera amenazante, pero el contrario ni siquiera se inmuto.

—Aclaremos que fuiste vos quien acepto la propuesta, si hubieras dicho "no" desde un principio nada de esto hubiese sucedido.— de cierta manera tenía razón, pero el híbrido claramente no lo aceptaría—Querías ser el más rico de este mundo y de cierta manera lo lograste, pero... ¿A qué costo?, Créeme que desde que te conocí me pareciste alguien insufrible y cuando supe que tenías algo con mi hija, jamás me sentí tan molesto.— relato con esa alta postura que lo hacía sentir superior, pues emanaba gran seguridad con sus palabras—Pese a ser mi primogénita y que no vaya a heredar nada, pensé que podría tener algo mejor que... Vos.— señaló de arriba para abajo al chico quien apretó sus puños ante esa acción.

—¿Te enoja que haya escogido lo mejor del pueblo?.— pregunto burlón, pero el Profeta bufó divertido.

—Déjame decirte algo Spreen, aléjate de mi hija.— susurro lo último con un tono amenazante.

Se alejo del chico para querer salir de la abandonada y antigua casa, pero la voz del híbrido lo detuvo.

—¿Y por qué lo haría?.— interrogó desafiante y antes de que el contrario responda, esté se adelantó—Se que ella todavía me ama.—

—¿Y por qué estás tan seguro?.— cuestionó el Profeta mirándolo por encima de su hombro

—Porque no pudo borrarme la memoria.—

El mayor pensó en sus próximas palabras—Ella no lo hará, pero yo puedo hacerlo sin rencor y piedad.— termino amenazando pero eso no funcionaría con nuestro chico.

—Aunque borres mi memoria, haría hasta lo imposible para acabar con tu cordura.— aseguró a lo que el Profeta decidió continuar caminando para seguir con su recorrido—Te acabaré.—

—Eso me gustaría verlo.—

Con esas últimas palabras abandono la casa, dejando al híbrido altamente molesto por lo que acaba de suceder.

Mordía internamente su mejilla y apretaba sus puños con fuerza, dejando que las uñas negras sobresalgan de sobre manera a tal punto de enterrarse en su piel.

Paso varios minutos pensando en distintos planes y distintas cosas, quería su venganza por la maldita traición que le acababan de hacer. Quería su venganza por la humillación, aunque no tenía nada en su cabeza, hasta que...

Comenzó a pulsar algunas cosas en la pantalla del reloj para que una imagen de llamada comience a reproducirse y un audífono se creará en la oreja del chico.

Los tono empezaron a sonar y espero pacientemente, hasta que por fin la llamada fue respondida.

—Ollie... Te tengo un trato.—

𝐓𝐨𝐫𝐭𝐢𝐥𝐥𝐚𝐋𝐚𝐧𝐝 || (𝑺𝒑𝒓𝒆𝒆𝒏 𝑿 𝑻𝒖́)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu